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viernes 22, noviembre 2024

A la conquista del paladar

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Además de riqueza paisajística y monumental, Salas ofrece riqueza gastronómica. Una cocina con personalidad propia, contundente, basada en la excelencia de sus materias primas: verduras y hortalizas de la huerta, truchas y salmones de sus ríos y carnes de vacuno y de caza de sus montes.

Productos que después de pasar por los fogones se convierten en exquisitos platos de cocina tradicional.
La abundancia de agua hizo posible la fértil vega de las huertas de Salas, ricas en verduras y hortalizas. Entre ellas destacan los fréjoles (judías verdes), los arbeyos (guisantes) que preparados con jamón son uno de sus platos estrella y cómo no, sus exquisitas fabes, especialmente las de Laneo. Aquí dicen que se cultivan las mejores alubias para fabada de Asturias porque su piel es más suave y su textura resulta más cremosa al paladar que las procedentes de otros lugares. En torno a esta legumbre crece un imperio gastronómico que se ha convertido con el tiempo en santo y seña de nuestra identidad: la fabada siempre bien acompañada de un buen compango de tocino, chorizo, morcilla, lacón, costilla. Base también del pote, otro típico plato astur que entona el cuerpo, donde las alubias se acompañan de berza, patatas, morcilla además de otros productos de matanza para ‘alegrar’ el plato.

Salas ofrece una cocina con personalidad propia, basada en la excelencia de sus materias primas

El pescado y la carne compiten en el concejo por ser el plato más demandado y es que la elección es difícil. Hay investigaciones biológicas que sostienen que el salmón asturiano es el más antiguo de Europa, descendiente de aquellos de la época de las glaciaciones -cuarenta mil años atrás- que tuvieron que buscar refugio en las cabeceras de los ríos que volcaban sus aguas al mar. Avalado o no por la ciencia, lo cierto es que el salmón autóctono es muy sabroso y su alta cotización obedece tanto a su calidad como a su escasez. A su majestad el salmón, lo acompañan la trucha y el reo.

Carne típica de Salas
Foto: Javier Lastra

En cuanto a las carnes, en Salas se puede disfrutar de la que llega directamente de las selectas ganaderías locales, un producto diferenciado y de calidad, que se puede disfrutat en un buen cachopo a la plancha, con patatas o en su versión asada, otra de las especialidades de la zona. La actividad cinegética regala a la gastronomía local perdices, corzos, venados, jabalíes, carnes que después de pasar por unas manos experimentadas se sirven estofadas con patatas, a la brasa o con fabes.

En todo el concejo se elabora el queso Afuega’l Pitu con leche de vaca de estos pastos. Un lácteo de textura pastosa y astringente al paso por la garganta, de ahí su nombre. Existen dos variedades, blanca y roja. El blanco es de sabor cremoso y algo ácido, con el tiempo se va poniendo duro y se desmenuza pero recuerda en el sabor a los champiñones con un toque amargo. La variedad roja, añade a todo lo anterior el pimentón que le aporta el toque picante. Se puede consumir fresco -se puede untar- o madurado. Dicen que la primera documentación escrita de esta variedad data del siglo XVIII y que se usaba por aquel entonces como moneda de cambio en el pago de impuestos. Hoy es uno de los tesoros gastronómicos reconocidos dentro y fuera de la comunidad, presente en tartas, salsas, ensaladas, cremas. Además de las propias peculiaridades de este lácteo, el queso Afuega’l Pitu aporta otro valor añadido a la zona al contribuir con su comercialización al desarrollo económico y social de este entorno rural, ayudando a mantener la actividad ganadera y las tradiciones del concejo.

Todo menú ha de tener un toque dulce y aquí lo ponen los famosos carajitos, el emblema gastronómico de Salas. Una especialidad que se populariza a principios del siglo XX y que está elaborada a base de avellana, mantequilla, huevo y azúcar. Al principio los carajitos se preparaban a mano, eligiendo las avellanas una a una, triturándolas en un mortero, y combinándolas con el resto de ingredientes. Era un proceso muy laborioso y se elaboraban pocas cantidades. Ahora se pueden adquirir carajitos en muchas confiterías aunque dicen que los únicos y auténticos son los Carajitos del Profesor, los originarios. Turistas, peregrinos, visitantes y vecinos alaban su sabor y sus cualidades energéticas. Es imperdonable pasar por Salas y no probarlos.

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