Ya no queda nadie que no sepa que vienen, ya no malos tiempos, sino peores. Más difíciles de lo que en un principio se calculaba. De modo que no cabe insistir más en lo que aparece día sí y día también en todos los medios de comunicación: crisis, paro, y ese eufemismo que llaman «crecimiento negativo» a lo que es un encogimiento económico global que, dicen, aún no nos ha enseñado su peor cara.
Aún así, con las dificultades que los próximos meses vayan a poner por delante, Asturias debe mantener la mente despejada para no caer en el aislamiento pesimista y oscuro que traen consigo los malos tiempos. Ni somos los únicos ni somos los que estamos peor. De modo que no cabe encerrarse en este rincón del mundo a arreglar nuestros asuntos, sino expandirse para abarcar más y entender mejor qué es lo que ocurre, en unos momentos en los que es fundamental atender al movimiento global.
Debería resultarnos sencillo, porque Asturias es de naturaleza solidaria. Históricamente solidaria. Asturias es amable con los suyos y acogedora para el que viene de fuera. Asturias abrazó a la emigración que llegó de todo el país cuando lo requirió la industria en crecimiento. Integró a los de fuera y demostró su capacidad de convivencia. Y ahora, encara el aumento de la inmigración como un reto que pone a prueba la madurez de su sociedad. Asturias siempre manifestó en la calle sus peticiones y sus disconformidades. Asturias mantiene un alto nivel de asociacionismo y de compromiso social, tanto desde las ONG de corte internacional que tienen base en el Principado como desde pequeñas organizaciones dedicadas a distintos temas que mantienen viva la actividad ciudadana de los concejos. Asturias tiene abiertas y activas reivindicaciones históricas que encuentran en el Principado un amplio respaldo ciudadano, como la defensa de los derechos del pueblo saharaui.
En los últimos años, Asturias ha llevado a cabo desde su Agencia de Cooperación al Desarrollo, creada en 2003, proyectos encaminados a erradicar la pobreza de determinadas zonas, especialmente América y Africa, abarcando también la educación, la ayuda humanitaria y denunciando la violación de Derechos Humanos en los lugares donde opera. Si hablamos de solidaridad en términos médicos, somos la primera comunidad en donación de órganos. Y puestos a ser pioneros, Asturias albergó el pasado año el primer Encuentro Internacional de Tecnologías de la Información y la Comunicación para la Cooperación al Desarrollo.
El pasado mes de enero volvimos a ver una manifestación clara en las calles: Asturias dijo «no» al ataque de Israel a la franja de Gaza. Lo dijo sumándose a otras muchas concentraciones en todo el mundo. Lo dijo alto y claro, oponiéndose a los métodos israelíes, denunciando la vergüenza de las Naciones Unidas, la complicidad norteamericana, la pasividad europea, la tibieza diplomática española. Una vez más, la ciudadanía habló.
Venga lo que venga, no perdamos ninguno de los tesoros no visibles de este paraíso: el carácter afable, la capacidad de colaboración, la comprensión, la apertura, el deseo de apoyar, de ayudar y de comprometerse con aquellas causas, personas, lugares, países que necesitan respaldo, y sobre todo, que necesitan voz.
Voz. Eso, que no cuesta tanto, y que vale mucho. §
Solidarios siempre
