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martes 19, marzo 2024

Fundación Ambulancia del Deseo. El poder de las pequeñas cosas

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Regresar al lugar en el que has sido feliz, volver a abrazar a la persona querida, oler el mar o disfrutar de una copa de vino bajo las estrellas. Deseos sencillos, pequeños, cotidianos, pero que mucha gente no puede cumplir. La Fundación Ambulancia del Deseo ayuda a personas que están en fase terminal, enfermas, hospitalizadas o ingresadas en una residencia y necesitan una ambulancia para cumplir sus deseos y sueños

Javier Alonso nació en México, trabaja y vive en Murcia pero es asturiano por parte de padre y madre. “Soy un híbrido, el único de mi familia que nací en el extranjero” reconoce entre risas. Es Técnico de Emergencias de Ambulancias y también Arquitecto de Deseos. Así es como denominan en la Fundación a la persona encargada de cumplir el deseo de una persona que acude a ellos. Una metáfora que dibuja muy bien el trabajo que realizan estos profesionales de la sanidad y voluntarios que no entienden la vida sin el compromiso de ayudar a los demás.
-¿Cómo llega a España la Fundación?
-Surge porque estamos en un Proyecto que se llama Hurge, a través del cual queremos humanizar las urgencias. Casi todos los que trabajamos, tanto en este proyecto como en la Fundación, trabajamos en urgencias bien hospitalarias o inter hospitalarias y vemos las carencias que hay por parte de los profesionales y por parte de los pacientes. Hicimos el I Congreso Internacional de Humanización en Urgencias, Emergencias y Catástrofes en Murcia e invitamos a Kees Veldboer que fue el fundador de la Ambulancia del Deseo en Holanda. Dio una conferencia y le gustó mucho la forma de trabajar de Manolo Pardo y José Manuel Salas que son las cabezas principales; gracias a ello se firmó un convenio a través del cual empezamos a trabajar en España con la Fundación. Esto fue en mayo del año pasado y en junio cumplimos el primer deseo a Lucía, una niña de Madrid que tuvo un tumor cerebral que la dejó invidente. Lo único que le gustaba era escuchar música y su sueño era conocer a algún artista. Conseguimos que la visitase Angie y Cris Méndez, y poco después la niña falleció.
La Ambulancia del Deseo es para pacientes que necesitan un transporte sanitario para poder hacer algo que para ellos es importante. Se solicitan los deseos, se estudian y se les lleva a donde ellos quieren. Estamos con ellos el tiempo que haga falta y es impresionante ver lo que cambia la gente con algo tan sencillo.

-¿Qué significa para vosotros cumplir estos deseos?
-Es algo mágico. Al trabajar en una ambulancia estás permanentemente en contacto con desgracias y aunque siempre intentas ayudar, cuando acudes a un aviso, como mucho, estás una o dos horas con ese paciente y después pierdes el contacto. Como para cumplir el deseo te implicas desde el principio y tienes un trato muy directo con el paciente y su familia, le encuentras un sentido a la vida y a tu trabajo. Creo que ganamos más nosotros que ellos porque tú cumples su deseo pero ellos te muestran un camino, te enseñan a valorar la vida y a disfrutar de las cosas. Te marca en lo bueno y en lo malo porque es triste que una persona muera, más cuando le has cogido cariño, pero al mismo tiempo sientes alegría porque has estado en el momento más feliz al final de su vida. Los sentimientos son difíciles de explicar porque es una mezcla de alegría y tristeza. Es una forma de ver lo positivo de todo y te da un optimismo muy grande.

“Lo de la Ambulancia sorprende porque es gente que ayuda desinteresadamente a otra gente, pero esto no debería ser noticia. La noticia debería ser que se cumplió el deseo de una persona porque se lo merecía”

-Sorprende que los deseos que se piden son cosas muy sencillas que se vuelven importantes cuando no puedes hacerlas o estás al final de tu vida…
-Cuando alguien de verdad necesita algo y no lo puede tener porque lleva mucho tiempo en una residencia, no tiene medios para poderse mover o está en fase terminal, lo que pide es ir a la playa o a misa. Una persona normal nunca te dirá eso y pediría que le toque la lotería, es en estas cosas donde ellos te enseñan que las cosas importantes son las más básicas y las que aparentemente son sencillas como disfrutar de una noche estrellada cuando mucha gente ya no mira ni al cielo.
-¿Qué es lo que hace a un Técnico de Emergencias como tú implicarse en este proyecto?
-Siempre me pareció bonito poder entregar mi tiempo para ayudar a los demás. Quiero que mis hijos cuando crezcan sepan que tienen que ayudar a la gente que lo necesita y lo mejor es que tengan un ejemplo en casa. El sufrimiento llega solo y a nosotros nos toca estudiar la posibilidad de hacer cosas bonitas y disfrutarlas. También es una forma de redimirse, la sociedad ha estado un poco dormida pero hay gente buena que se merece que le ayuden y todo lo que pueda hacer por echar una mano, lo haré. Lo de la Ambulancia sorprende porque es gente que ayuda desinteresadamente a otra gente, pero esto no debería ser noticia. La noticia debería ser que se cumplió el deseo de una persona porque se lo merecía.
-La medicina puede evolucionar mucho pero ¿qué importancia tiene la parte humana en la recuperación de las personas?
-La medicina más grande que hay en el mundo es la cabeza, hay tratamientos que solo funcionan si uno quiere curarse. Para la gente que está en momentos delicados, cumplir su deseo supone un subidón de energía brutal. A veces el problema es que te encierras en ti mismo, nadie te escucha y todo se resume a darte medicación cuando te duele algo. Un pequeño detalle como preguntarte cómo te encuentras o salir a tomar el sol, ayuda muchísimo mentalmente porque levanta el ánimo y recupera, yo creo que es un tratamiento tan importante como la medicina. Hay que entender al paciente y ver qué necesita porque a lo mejor lo que quiere es llorar, y hacerlo es otra medicina maravillosa. Los pacientes son personas que tienen un problema y vienen a pedirte ayuda, cuesta muy poco ser simpático y entenderlos. Esto debería ser una parte importante de la carrera y afortunadamente está llegando gente joven con muchas ganas y estas cosas están mejorando mucho. Ahora el apático llama más la atención y esto es buena señal porque quiere decir que hay pocos como él. También es verdad que hay pacientes que hay que saber aguantar y la cuestión tiene que ser recíproca. Si quieres que te traten bien, trata bien, con educación y respeto.

“Creo que ganamos más nosotros que ellos porque tú cumples su deseo pero ellos te muestran un camino, te enseñan a valorar la vida y a disfrutar de las cosas”

-El lema de la Fundación es: “Donde lo imposible se hace realidad”…
-Proponiéndotelo lo consigues. Entre todos siempre conoces a alguien que tiene medios, o algún contacto para poder acceder a las cosas. Lo digo muchas veces pero al final es hacer fácil lo difícil. En todo este proceso hay mucha gente a la que no se ve pero que ayuda mucho y sin los cuales no se podrían hacer estas cosas. Es una cadena muy grande de gente en la que todos nos movemos para cumplir un deseo, pero los verdaderos protagonistas son los enfermos y sus familias. Nosotros encantados de cumplirlos y de hacer todo lo posible. Solo queremos que la gente pida deseos y si nosotros no podemos ya les informamos hacia donde se pueden dirigir.
-¿Qué recuerdo guardas del deseo que cumplisteis en Asturias?
-Tanto Transinsa como la Fundación de las Ambulancias de Asturias, se portaron súper bien y nos echaron una mano impresionante. Al ser asturiano me fui con muy buen sabor de boca de ver lo bien que se portó la gente de mi tierra. Mis compañeros alucinaron de lo bien que se trabajó y de ver que la gente ayudó de corazón. Todo se facilita y cosas que son muy difíciles y caras se ponen al servicio de la idea de una manera totalmente generosa. La gente tiene que saber que poner en marcha una ambulancia cuesta un montón de dinero y por ejemplo con Julio usamos dos: un soporte vital básico y una ambulancia todo terreno porque el tramo final eran cuatro kilómetros de pista forestal. Te quedas muy satisfecho cuando cuentas el proyecto y la gente se apunta y hace todo lo posible por ayudarte. Montse, la hija de Julio, estaba alucinada y sus hermanos sorprendidos de que alguien hiciese algo así de manera totalmente altruista. ¡Pues claro que sí! Ojalá se pudiera hacer esto todos los días. La verdad es que yo me vine súper orgulloso de ser asturiano.
-¿Qué valoración hacéis del tiempo que lleváis en activo?
-No llevamos todavía un año pero nos dicen desde Holanda que están sorprendidos de lo bien que se está trabajando. De momento son pocos los deseos que hemos hecho pero están muy bien cumplidos y aunque mucha de la gente a la que hemos cumplido su sueño ya no está, en las Navidades pasadas varios de sus familiares nos han enviado cartas que nos hicieron llorar. Se han acordado de nosotros porque de alguna manera estamos dentro de la familia, en su momento más difícil hemos estado ahí para darle un rayito de luz y que ellos también pudieran descansar. Nosotros podemos ayudar a que el familiar no lleve a cuestas todo el sufrimiento y facilitarle ese pequeño momento. Ahí es donde ves que todo el esfuerzo que hiciste merece la pena, sé que no es posible pero yo le diría a todo el mundo que viniera aunque solo fuera un día a echarnos una mano. No hay nada más bonito que ayudar a los demás. Hay que compensar la balanza y entre todos conseguir que caiga más del lado bueno que del malo.

Kees Veldboer. Creador de la Fundación Ambulancia del Deseo

En noviembre de 2006 Kess Veldboer conducía su ambulancia para trasladar a Mario Stefanutto de un hospital a otro. Mario llevaba tres meses en la cama aquejado de una enfermedad terminal. Al llegar al centro médico, les informaron de que había un retraso y que todavía no podían hacerle la prueba que tenía pendiente. Como no quería volver a su hospital, Kees le preguntó a dónde le gustaría ir. Mario, que era marinero retirado, le pidió que lo llevara al Canal de Vlaardingen para ver de cerca el mar por última vez y despedirse del puerto de Rotterdam. Estuvieron en el puerto más de una hora y ante las lágrimas de emoción de Mario, Kees le preguntó si le gustaría volver a navegar otra vez. Su respuesta fue clara: “es imposible, estoy en camilla”. Este técnico de emergencias de ambulancias se quedó pensando en cómo cumplir este deseo; habló con su jefe para que le prestara una ambulancia en su día de descanso, le pidió ayuda a un colega, contactó con una empresa que hacía tours por el puerto y al cabo de unos días, Stefanutto volvió a navegar. En una carta escrita antes de su muerte, Mario reconoció que le hacía bien saber que todavía existían personas a quienes les importaban los demás y que podía asegurar por su propia experiencia que un pequeño gesto de alguien puede tener un gran impacto. Fue así como nació en Holanda la Stichting Ambulance Wens (Fundación Ambulancia del Deseo). Hoy, doce años después, llevan cumplidos más de 12.000 deseos en nueve países diferentes.

Mario, la mascota conductora de ambulancias

Osito Mario, mascota de la Ambulancia del Deseo
Osito Mario/ Foto cedida por Fundación Ambulancia del Deseo

La mascota de la Ambulancia del deseo se llama Mario en honor a Mario Stefanutto. Ataviado con su uniforme de emergencias, este oso de aspecto afable, brazos extendidos como esperando permanentemente un abrazo y cara de hacerse amigo de todo aquel que se cruza en su camino es el mejor reflejo de la filosofía de esta Fundación. Como es conductor de ambulancias, recorre los países que haga falta acompañando a los profesionales encargados de cumplir los deseos. Al acabar cada deseo, Mario se queda con los pacientes en forma de osito de peluche.

La Fundación llega a Asturias. El deseo de Julio

La Fundación Ambulancia del Deseo llega a Asturias. El deseo de Julio
El deseo de Julio / Foto cedida por Fundación Ambulancia del Deseo

Julio recuerda solo a ratos. A este quirosano de 96 años se le olvidaron las caras, los nombres de los suyos, que fue policía local en Oviedo y que trabajaba ocasionalmente como carpintero para sacar adelante a su familia. Un día, viendo la tele, su hija Montse conoció el trabajo de esta Fundación y se le ocurrió que sería una buena forma de conseguir que su padre volviese a su pueblo natal a visitar los lugares que para él habían sido importantes y comer con una parte de su familia. Julio estaba encamado, llevaba meses sin hablar y años sin ponerse de pie, el deseo era aparentemente sencillo pero la logística era complicada. Como los imposibles no son impedimento para los miembros de la Fundación, se pusieron manos a la obra y gracias a la colaboración de Transinsa y la Fundación de Ambulancias de Asturias, el 15 de noviembre del año pasado Julio volvió a Tene y a su memoria volvieron los nombres de los montes y de las calles de su pueblo. Recordó también que había sido carpintero y que sus manos habían tallado la puerta de la Capilla de la Virgen de los Remedios en Caranga de Arriba. Pero el equipo no se conformó con esto, quisieron subirlo a La Mortera para que pudiera disfrutar de las vistas del Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa y de los valles de Yernes y Tameza. Para ello tuvieron que cambiar la ambulancia que llevaban por una todoterreno y recorrer los últimos metros del camino empujando la camilla. La ilusión fue tanta que ese día Julio no solo recordó sino que se puso de pie durante unos segundos, se tomó un par de culines de sidra, habló con sus hermanos y sonrió como un guaje que recibe el mejor regalo del mundo. Cuando le preguntas a Javier Alonso, arquitecto de este deseo, cómo fue todo el resumen es claro: “Julio nos dijo que había sido el mejor día de su vida. Esto no te lo paga nadie”.

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