Después de una larga trayectoria en la recuperación de especies amenazadas y el estudio de los calamares gigantes, el conocido naturalista Luis Laria centra sus esfuerzos en la educación medioambiental como la única salida a una sociedad que vive de espaldas a la naturaleza.
El nombre de CEPESMA, Coordinadora para el Estudio de las Especies Marinas, ha dado la vuelta al mundo por su labor con los calamares gigantes. Actualmente, su fundador, Luis Laria, centra sus esfuerzos en la educación medioambiental a través del Parque de la Vida, un espacio singular ubicado en La Mata, Valdés. Allí, un amplio equipo de voluntarios desarrolla una labor tan compleja como variada que incluye desde la concienciación medioambiental hasta la recuperación de diversas especies animales. El Parque acoge también algunos de los ejemplares de calamares del fallecido Museo del Calamar Gigante.
-Hace ya dos años y medio que el mar destrozó el Museo del Calamar gigante en la zona portuaria de Luarca. ¿Cree que volverá a abrir sus puertas?
-Hace apenas unos días aseguraba que no volvería a existir porque no hay ningún interés político en recuperarlo, pero tras la movilización tan extraordinaria de la gente exigiendo su apertura, el Principado no va a tener más remedio que hacerlo. De todas formas, el coste económico que esto conlleva es muy importante. Se ha metido la pata en dos ocasiones de forma muy flagrante, y eso hace que sea difícil restaurarlo. El edificio se hizo mal desde el primer momento, porque una infraestructura tan cercana al mar tiene que estar hecha de hormigón, y esta tenía paredes de ladrillo y ventanales por todos sitios. Ahora el estado del equipamiento es muy precario, a los daños causados por el mar hay que sumar los actos vandálicos que ha sufrido.
«Yo que no he dudado en decir que ya me estaban dando asco los calamares gigantes por todo lo que hemos tenido que pasar, ahora tengo que sumarme a la reivindicación y estoy muy agradecido por la respuesta de los asturianos, y en particular del Occidente»
-¿Somos conscientes los asturianos de la pérdida que ha supuesto?
-Sí, a través de las distintas manifestaciones en favor del Museo y los últimos movimientos se está viendo el interés que tiene no sólo el Ayuntamiento de Valdés en recuperarlo sino toda la sociedad, que está reaccionando unida como una piña y está exigiendo que esa infraestructura se acondicione y se ponga en marcha. Un interés que choca frontalmente con la desidia administrativa.
No deja de sorprenderme que estos días la gente me para por la calle y me da la mano diciéndome ‘estamos aquí’. En un momento en que piensas que la apatía ya está institucionalizada, que haya un resurgir así y que los ciudadanos se cabreen y reivindiquen esta infraestructura es muy importante. Yo que no he dudado en decir que ya me estaban dando asco los calamares gigantes por todo lo que hemos tenido que pasar, ahora tengo que sumarme a la reivindicación y estoy muy agradecido por la respuesta de los asturianos, y en particular del Occidente.
-¿Cómo han sido estos dos años sin Museo?
-La gente no entiende que después de dos años el edificio no esté reconstruido. Tenemos un teléfono que en ocasiones recibe hasta 30 y 40 llamadas al día preguntando por el horario del museo del calamar gigante. La historia es la que da importancia a las cosas. Era un recurso extraordinario turístico a nivel de promoción del Occidente y de toda Asturias, con una importante repercusión internacional. Para mí, en cierto modo, su cierre fue una liberación porque sabía que esto iba a pasar y pasaba muchas noches preocupado.
-¿Cómo se presenta el futuro cercano?
-Como al Gobierno del Principado no le interesa quedarse solo en esta situación, sobre todo porque estamos en época de elecciones y no pueden permitirse tener un frente más abierto, está previsto crear una alternativa temporal al Museo. De todas formas, esta temporalidad tiene que ser oficiosamente seria para que se haga, si no los calamares no se van a exponer.
-Cepesma realizaba una importante labor de conservación de los calamares gigantes que aparecían en nuestra costa ¿qué pasa ahora?
-En el momento en el que el Museo deja de existir, Cepesma queda con unas deudas inasumibles y con una situación de precariedad absoluta, que se ha ido solventando con dinero personal. He tenido que invertir 23.000 euros para conservar tres ejemplares que ahora están en el Parque de la Vida, y personalmente, les estoy cogiendo repugnancia a los calamares, porque les he dedicado mi vida y sólo me han dado sinsabores. Ante los que siguen apareciendo tengo que tomar la decisión nada agradable de conservarlos para que dentro de un tiempo el Principado no tenga una excusa política y no pueda decir que ‘como no hay calamares gigantes no merece la pena tener un museo’.
«Los zoológicos no sirven para la educación medioambiental: por el mero hecho de ver un animal entre jaulas ya estás indicando que la libertad solamente es cosa nuestra»
-Tras el cierre de esa etapa ¿hacia dónde está volcando su actividad?
-He trabajado con muchas vías abiertas, tendría que haber sido un poco más explícito y haber optimizado alguno de los campos. Hicimos museística, investigación, recuperaciones de especies, la red de varamientos con especies muertas, educación medioambiental… y ahora las directrices en mí están cambiando. Creo, por ejemplo, que proteger y recuperar a un ejemplar de delfín es muy bonito y da mucha satisfacción, pero si lo que quieres es proteger el conjunto de una especie hay que hacer hincapié en educación medioambiental. Educando a la sociedad vamos a alcanzar objetivos más importantes y eso es lo que estoy haciendo con el Parque de la Vida, fomentar la educación medioambiental para que se vea lo que está pasando.
-¿Por qué es vital concienciar a la sociedad?
-Soy vehemente y a veces atrevido, pero tengo la completa seguridad que antes de 20 años el hombre tiene que tomar una alternativa a la dejadez y a la falta de sensatez que tiene en la forma de vivir. Somos más de 7.000 millones de seres humanos y con este ritmo de consumo se agotan los recursos y tampoco hay productores suficientes. En 20 o 25 años el ser humano acabará comiendo pienso, como lo hacen todos los animales domésticos. Y en ese tránsito va a hacer falta mucha educación medioambiental porque es la única alternativa de que tengamos un nicho ecológico, sino el nicho que tendremos será el de la muerte.
-¿Se mira lo suficiente hacia las zonas rurales?
-Todo el corporativismo político está enfocado a favorecer y potenciar los núcleos sociales importantes porque es donde está el tejido de Asturias. De esta forma estamos perdiendo el patrimonio humano en las zonas rurales, pero vamos a tener que volver a ellas, el hombre no puede prescindir de la ruralización. Estamos en una sociedad, la europea, completamente confundida. La estadounidense hace ya tiempo que abandonó los núcleos poblacionales urbanos, hoy habitados por grandes empresas, mientras que la gente vive fuera de las ciudades.
-Lleva 16 años como vocal en el programa Leader, y su residencia está en el Occidente asturiano.
-El Occidente se está despoblando, cada vez somos menos habitantes y menos ciudadanos productivos. Tenemos un territorio abandonado, y estamos perdiendo recursos muy importantes, como es la masa forestal de castaño. Si apostáramos por esta masa forestal tendríamos no sólo el valor de la madera, si no un valor ambiental extraordinario porque el CO2 que genera el castaño es impresionante, evita los incendios y tiene el valor añadido de la micología. Pero en su lugar, la administración potencia las facultades forestales del eucalipto, que son una miseria porque hoy la tonelada se paga a 36 euros y y eso te lo da el castaño a partir del sexto año de vida sin tener que cortarlo, sólo con el fruto. Me duele que en Asturias tengamos posibilidades extraordinarias sólo manteniendo y aprovechando los recursos y no se haga nada.
«La sociedad política en Asturias no tiene ningún interés en el medio ambiente»
-¿Hay todavía muchos mitos erróneos sobre ciertas especies animales?
-Sí, en el Parque de la Vida trabajamos con animales como salamandras y sapos, ponemos hincapié en hacer educación con ellos porque la gente se cree leyendas absurdas. Los niños que pasan por aquí no van a volver a matar una salamandra o un sapo, y lo mismo con las serpientes. Es muy importante explicarles que si lo hacen no sólo atentan contra la vida de estas especies si no también contra la nuestra porque, si agredes a una especie que te propicia facultades para poder vivir más cómodo, obviamente estás atacándote a ti mismo.
-Cepesma se ha retirado de la primera línea de recogida de animales ¿a qué es debido?
-No es que no lo hagamos, estamos en lo que yo llamo una tercera fase. Exigimos a los ciudadanos que en primer lugar llamen a las entidades locales, en segundo, a la Administración y si ninguno de ellos lo hace, vamos nosotros. El Principado gastó 5.800.000 euros en un hospital para la fauna salvaje que está cayéndose. La sociedad política en Asturias no tiene ningún interés en el medio ambiente. La sensibilidad hacia lo que en realidad somos queda solapada por el ansia de poder y de votos, sin importar lo demás. Tenemos que ser exigentes con la Administración para que esté a la altura de las circunstancias, porque si no se lo exigimos nosotros también somos culpables.
–Bertín fue la última foca recogida por el Cepesma y finalmente pudisteis devolverla al mar ¿qué se siente?
-Es un momento agridulce. Positivo porque es para lo que has estado trabajando durante tres meses, pero también es una tristeza porque has puesto mucho empeño y sabes que no la vas a ver más. Cuando llegó pesaba 12 kilos y medio y estaba muy mal pero en el momento en que te haces cargo de él tienes que tener la condición establecida final de reintegrarlo al medio. Yo estoy en contra de los zoológicos, no sirven para la educación medioambiental porque por el mero hecho de ver un animal entre jaulas ya estás indicando que la libertad solamente es cosa nuestra. Y para mí hay dos palabras que significan el todo, la libertad y el respeto. Si tuviéramos esos dos engranajes en hechos el mundo sería fantástico.
-Lleva muchos años trabajando con todo tipo de especies. ¿Qué ha descubierto?
-Para mí los animales han dejado de ser seres irracionales. Cuando creíamos que ellos no pensaban es porque éramos unos ignorantes, y seguimos siéndolo. Todos los seres vivos que tienen cerebro tienen pensamiento, de una u otra forma. Yo estoy impulsando que el delfín mular esté tipificado como persona no humana, algo que ya está establecido en 17 países.
Para valorar la inteligencia de un ser vivo en comparación con otro, puedes utilizar tres parámetros, en base al número de circunvalaciones cerebrales, la proporción peso cerebro y peso organismo y respecto al número de neuronas por superficie de tejido cerebral. El delfín mular nos supera en los tres parámetros. Nos supera en muchísimas cosas, incluso puede percibir si tienes un problema emocional. El ser humano se dará cuenta que ha cometido tropelías con alguien al que considerábamos inferior. No somos conscientes del daño que estamos causando.