Con su estilo personal y autodidacta, las viñetas de Néstor saludan todos los días desde las páginas de El Comercio y el cántabro Diario Montañés. El humor gráfico es una vocación a la que no ha renunciado nunca pero a la que ahora, recientemente jubilado, puede dedicarse plenamente. Néstor es su segundo nombre, y quizá mucha gente le conozca como el abogado Modesto González. Esta doble personalidad no parece molestarle demasiado, ya que afirma ser un hombre de múltiples aficiones y múltiples ocupaciones.
-¿Y qué hace un letrado metido a humorista gráfico?
-Estoy en esto porque me puede la afición. Como consecuencia, lo mismo da que hubiese sido bombero, que médico, que agente de la propiedad inmobiliaria: hubiese dibujado igual. Para mí es una constante en mi vida, sea dibujo humorístico, que es el que más hago, o de otro tipo.
-Ahora que ya está jubilado de la abogacía, puede dedicarse a esto plenamente.
-La edad me ha permitido, y casi recomendado, jubilarme. Aún tengo cuestiones de abogacía puntuales, pero espero que acaben en breve y poder así dedicarme cien por cien al dibujo, que es lo que pretendo. Mientras pueda, y no me falle el pulso o la cabeza, seguiré dibujando.
-¿Cómo llegan las ideas?
-Yo saco la noticia de la prensa diaria, y después de ver varias que me interesan voy buscando la manera de manifestar en una viñeta lo que quiero decir. A veces le doy unas cuantas pasadas al periódico correspondiente y no se me ocurre nada, pero yo sé que la idea va a acabar surgiendo, de golpe y porrazo, en la misma noticia que pasé por encima cinco veces. Como es lógico, unos días las ideas son buenas y otras son malas, pero al final siempre llegan.
“La perspicacia se lleva dentro. Si no dibujase, probablemente la manifestaría de otra manera, en conversaciones de café, con amigos, en el entorno familiar…”
-Además de los encargos, ¿hace viñetas más personales, no pensadas para publicar?
-A nivel personal, a veces hago regalos a amigos o a la familia, y es frecuente que el regalo se acompañe con un dibujo mío. A veces no, porque eso me requiere tiempo y es posible que no lo tenga. Tengo una facilidad especial para ocupar mi tiempo, y que me haya retirado de la abogacía no quiere decir que disponga de más. El retiro mío no consistió en ponerme a pasear, yo tengo una actividad bastante completa, en la que incluyo tomar café. Y sigo muy vinculado al Colegio de Abogados, en el que soy responsable de protocolo hace nueve años. No es un puesto de trabajo, es parte de un hobby, porque soy un cargo de confianza de la Junta de Gobierno, sin remuneración ni nada. Y siempre tengo encargos de dibujos, ilustraciones de libros, instituciones…
-También ha ilustrado libros de varios autores, entre ellos José Manuel Vilabella.
-Sobre todo para Vilabella: como él dice, prácticamente somos pareja de hecho. Yo ya perdí la cuenta de la cantidad de dibujos que hice para él, y eso que muchas veces no sabía qué tenía que dibujar, porque es tan excesiva su imaginación que nos ponía a prueba a todos.
-Incluso ha sido humorista gráfico en televisión. ¿Cómo fue la experiencia?
-Me gustó muchísimo. Cuando estaba en Madrid ejerciendo como abogado, dibujé en un programa de Uribarri, “Aquí y ahora”. También en la televisión de Asturias estuve bastante tiempo con dos dibujos diarios sobre alguna noticia reciente. No volví a dibujar para televisión, pero la verdad es que me gustaba muchísimo.
-¿Alguna vez ha tenido algún problema de censura?
-Antes más que ahora. Yo me autocensuro en el sentido de que conozco la línea del periódico donde estoy poniendo mis dibujos. Si tengo alguna duda llamo y pregunto: ¿si os mando esto, me lo publicáis? Aunque a veces no lo hago porque es mejor no preguntar. Hay casos, pocos, en los que me llaman para ver si puedo cambiar algo, porque a lo mejor me refiero a un político, a un empresario, a alguna institución, que al periódico no le interesa por las razones que sean. También es cierto que mi humor no es sangrante, y muchas veces es de leer entre líneas, aunque no haya texto.
“Yo me autocensuro en el sentido de que conozco la línea del periódico donde estoy poniendo mis dibujos. Si tengo alguna duda llamo y pregunto: ¿si os mando esto, me lo publicáis? Aunque a veces no lo hago porque es mejor no preguntar”
-Una viñeta suya, de sus años de estudiante, mostraba a un guardia civil con metralleta apuntando a los Reyes Magos y diciendo: “Identifíquense, por favor”.
-Ésa me causó problemas. Se colgó en el tablón de anuncios de la Facultad de Derecho de Oviedo, y como supongo que alrededor e incluso entre los compañeros había los típicos “espías” del régimen, no se tardó nada en recibir un toque diciendo que qué era esa falta de respeto. No era una falta de respeto, era un chiste que yo creo que no hace falta explicar. Es absurdo pedir a los Reyes Magos que se identifiquen, porque es algo que se identifica por sí mismo, y debieron de pensar que yo ponía de tonta a la Guardia Civil, pero aparte de hacer un chiste, ni se me ocurrió pensar que el guardia civil que hacía eso podía ser algo tonto, retrasadillo; corto, en una palabra. Aunque en aquella época debía de haber alguien que sí lo debía de ser, porque si no, no me hubiesen llamado la atención. El chiste, por supuesto, se quitó del tablón de anuncios.
-Usted, que siempre ha sido autodidacta, ¿cuenta con algún humorista de referencia?
-No, nunca lo tuve. Quizá en algún momento pueda haber alguna influencia de alguien que me haya gustado, y digo esto porque algún amigo sí me ha dicho que me parezco a alguien. En el dibujo a veces me comparan con Mingote, que yo no creo que se parezca, aunque qué más quisiera yo. El gran Mingote es para mí un maestro en todos los sentidos, porque es un gran dibujante, y yo valoro mucho que el chiste vaya acompañado de un buen dibujo, cosa que en mi caso no siempre ocurre. También soy admirador de Máximo y del mismo Forges, pero no creo que se parezcan en nada a lo que yo hago.
-La perspicacia es un elemento fundamental en una viñeta. ¿Se puede adquirir con el tiempo o se nace con ella?
-Yo creo que se lleva dentro. Si no dibujase, probablemente la manifestaría de otra manera, en conversaciones de café, con amigos, en el entorno familiar… Si encima te dedicas a ello, ahondas mucho más en esa perspicacia, en la manera de ver y decir las cosas, entonces el resto lo vas aprendiendo con la práctica. Son muchos años ya haciendo eso, y coges una manera de decir las cosas y expresarte.
-El dibujo es importante, pero el texto también lo es.
-Es importantísimo. Además, en el caso mío, concentro en una sola viñeta lo que a lo mejor otros, por razones de espacio o de estrategia, hacen en tres. Yo sólo tengo una viñeta para decir lo que quiero decir, y por eso soy de mucho texto, que a veces ocupa más sitio que el dibujo. Pero también soy mucho de chiste mudo, en ese sentido paso del cero al infinito con cierta facilidad. El chiste mudo exige un sentido del dibujo muy concreto; exige saber dibujar, mejor o peor, pero al menos saber expresar los gestos, lo que siente el personaje.
-¿Tiene miedo escénico?
-Depende de en qué ámbito. Por ejemplo, ahora que me vas a hacer la foto, sí. Más que miedo escénico es que me fastidia estar en un sitio y ser yo el objeto mirado. Porque yo tampoco soy conocido, mis dibujos sí pero mi físico no, y eso me retrae bastante, se aleja de mi personalidad.