Si echamos la vista atrás recordaremos que en nuestros barrios existían pequeños bares en los que no solo se despachaban bebidas sino que también podríamos comprar alguna que otra cosa de comida como pan, legumbres o latas. Yo por ejemplo, me acuerdo que casi al final de la calle Vázquez de Mella de Oviedo, justo con Padre Aller, y digo al final, porque de cuando estoy hablando, aún no existía la Florida, ni tan siquiera el Centro de Salud y polideportivo de Vallobín, -¡ya llovió!-, pues bien, en un pequeño local de esa calle, había un pequeño bar donde había 4 mesas y alacenas llenas de botes, paquetes de comida y ¡hasta gominolas! Ese bar-tienda -aun siendo yo pequeña-, desapareció para convertirse en lo que llamábamos por aquel entonces tienda de 20 duros. Como ese han ido desapareciendo todos en los grandes núcleos poblacionales, quedando reducidos a un pequeño grupo, repartidos por pequeñas aldeas y pueblos asturianos.
En las ciudades no les dimos ninguna importancia, tenemos comercios cada dos pasos, y si no poneros a contar cuántos supermercados hay por barrio; lo mismo pasa desde hace años con el pequeño comercio, van desapareciendo y apenas nos damos cuenta porque ir al super y cogerlo todo allí es más rápido. ¡Triste realidad!
Para las aldeas, los bares tienda, han sido y son un gran salvoconducto. Los que no vivimos allí, muchas veces los vemos como museo de lo rural de otro tiempo, pero para ellos es un lugar de encuentro, de conversaciones banales y de importancia
En muchos de nuestros pueblos, el panadero sube el pan, harina, leche… ¡incluso el periódico si se lo pides!, también suben pequeñas furgonetas de congelados, el pescadero… pero no a todos los sitios llegan estos mercaderes ambulantes y menos de forma diaria.
Por ello, para las aldeas, los bares tienda, han sido y son un gran salvoconducto. Los que no vivimos allí, muchas veces los vemos como museo de lo rural de otro tiempo, pero para ellos es un lugar de encuentro, de conversaciones banales y de importancia, pues muchas veces las reuniones de vecinos se gestionan aquí, dejando de ser solo un lugar donde tomar algo o comprar ese paquete de galletas de coco Diamante o la lata de callos de la Noreñense.
Visitar estos comercios puede resultar muy atractivo para el turista, que se puede sorprender de estar tomando un botellín de cerveza a la vez que ve en la estantería todas las conservas, pero su expresión de asombro aumenta cuando se fija en una caja blanca escrita a mano que pone “calcetines de lana” o “medias finas” entre otras muchas cosas.
-¡Mira! ¡Tienen ollas colgando del techo! ¿Y eso es un orinal? ¿Y ese cartel que pone el Águila Negra… te suena el dibujo del señor del peto? ¡Qué vintage! Je, je.
El turista se puede sorprender de estar tomando un botellín de cerveza a la vez que ve en la estantería todas las conservas, pero su expresión de asombro aumenta cuando se fija en una caja blanca escrita a mano que pone “calcetines de lana” o “medias finas” entre otras muchas cosas.
En cuanto a su oferta gastronómica, casi todos disponen de venta de miel, embutidos, sobre todo chorizos y quesos de alta calidad, “pa’ picar algo”, pero muchos de ellos aún conservan su cocina, y tienen tapas calientes, pero por encargo hacen verdaderas virguerías, ya que es cocina tradicional asturiana y muchas veces en cocina de leña.
David Fernández Moro y Arnaud Späni, recogen a través de su libro Bares tienda en Asturias (Ediciones Nobel), un recorrido por estos establecimientos de nuestra región: os dejo este enlace por si queréis echarle un vistazo o comprarlo ya que resulta muy interesante (comprar libro).
Un par de ejemplos que os pongo como bares tiendas son en Vegarrionda (Piloña), el bar tiene el mismo nombre, Vegarrionda o como lo llaman allí, “donde Maribel” o el “Bar-tienda” y el Bar Casa el Mancu que también vende pienso de animales y es conocido como Piensos Alonso en Vallín-Limanes (Oviedo).
Así que, si podéis no dejéis de ir a echar unos culinos de sidra en uno de estos bares tienda, aprovechar también para comer un buen chorizo o queso, encargar una buena comida -si tienen opción- y hacer que esto no se convierta en un recuerdo de tiempos pasados.
Os propongo una receta que seguramente tengamos siempre en los bares tienda con cocina que es de las que más gusta a propios y extraños: el plato de aldea.
Ingredientes
- 1 kg de patatas
- 300 gr de picadillo de chorizo (o chorizo fresco)
- 4 huevos
- Aceite de oliva (virgen extra)
- Sal
Elaboración paso a paso
- Pelamos las patatas y las cortamos en bastones, las lavamos y las metemos 30 minutos en agua fría para quitarles el almidón. Luego las escurrimos y secamos bien con un trapo de cocina liso o con papel.
- Salamos las patatas.
- En una sartén con aceite, ponemos el fuego a potencia media y cuando ya esté caliente, agregamos las patatas, cocinamos a fuego medio hasta que estén blandas y le subimos un poco al final para que queden crujientes.
- Mientras se fríen las patatas ponemos otra sartén a calentar con una gota de aceite y cuando esté caliente añadimos el picadillo de chorizo para que se fría.
- Sacamos las patatas y les escurrimos el aceite sobrante en un papel absorbente.
- En otra sartén vamos friendo los huevos. Si es antiadherente puedes hacerlo con muy poquito aceite, pero si los quieres con ‘puntilla’, hay que freír los huevos con abundante aceite de oliva virgen bien caliente: se echa el huevo y enseguida se cuaja la clara y se forma "la puntilla" que es el borde un poco chamuscadito que forma burbujas y dibujos, como una puntilla.
- En una fuente ponemos las patatas, el picadillo y los huevos, y echamos un poco de sal sobre las yemas.
Un plato exquisito.
No marcó las 5 estrellas a la receta el plato de la aldea así que corrijo , perdón
Una receta que apetece celebrar con amigos y familiares una receta que sencillamente siempre apetece …….muchas gracias