El proceso de reforma de la Política Agrícola Común (PAC) se mira con especial interés desde Asturias, donde agricultura y ganadería son pilares fundamentales de la economía.
La reforma muestra un cambio de rumbo esperanzador, con el mantenimiento y racionalización de las ayudas, y la inclusión de criterios medioambientales y de gestión territorial.
-En la última década se ha venido realizando un desmantelamiento progresivo de la PAC. ¿Ha dejado de ser un instrumento útil, tal como estaba concebida?
-Yo creo que el último informe de la Comisión Europea plantea la necesidad de una política agraria común fuerte y bien dotada, por lo tanto cabe pensar que es una reflexión que se está abriendo paso. Hace un año yo era mucho más pesimista con respecto a este tema, pero creo que este documento, al plantear que la PAC siga existiendo, nos abre esperanzas, especialmente en Asturias. En general, nuestro planteamiento es que nos gusta la música, pero necesitamos conocer la letra, especialmente la letra pequeña.
-Se dice que a partir de 2013 se suprimirán las ayudas comunitarias para los agricultores. ¿Hasta que punto es así, y de qué forma afectará a Asturias?
-En ningún caso se va a plantear la supresión de ayudas, pero sí la reorientación de algunas de ellas. Y es una reorientación que se plantea no sólo en criterios de producción sino también de gestión de territorio y medioambientales. Y entiendo que eso beneficiaría a Asturias, porque precisamente la mayoría de nuestra producción se da en zonas de montaña y en espacios protegidos, por lo tanto entraríamos de lleno en la nueva filosofía que plantea la Comisión Europea. De hecho se habla de una PAC mucho más verde, que atienda a la necesidad de abastecimiento de los ciudadanos europeos no sólo en cantidad, sino también en calidad y en seguridad, con la necesidad de que la política agraria contribuya al cambio climático y a la sostenibilidad medioambiental.
“En ningún caso se va a plantear la supresión de ayudas, pero sí la reorientación de algunas de ellas, no sólo con criterios de producción sino también de gestión de territorio y medioambientales”
-¿Cuáles son las novedades más importantes que se están planteando?
-Por un lado se despeja el primer temor que había en España, relacionado con uno de los dos pilares de la PAC, que se refiere a los pagos directos y las ayudas a rentas relacionadas con el sector de la ganadería. Este pilar no estará cofinanciado, sino que se cubrirá todo con fondos europeos. Esto es importantísimo, porque en esta coyuntura económica hay países que tienen mucha más capacidad financiera que otros, como Alemania o Francia, de manera que sus ganaderos estarían en mejor posición con respecto a los españoles.
Además, el informe de la Comisión Europea dice que se pretende superar los llamados pagos directos y derechos históricos, que son especialmente injustos desde el punto de vista social y territorial. En esto hay ejemplos muy socorridos, como que un 80% de las ayudas las recibe un 20% de los productores; y dentro de esto hay personas cuya sede social está en el Paseo de la Castellana, como es la Duquesa de Alba. Es una muestra de que la PAC está muy desequilibrada tanto en lo territorial como en lo social, y eso es lo que se intenta superar. En ese sentido, se plantea que haya un nivel de ayuda máxima por cada perceptor, lo que permitiría una cierta redistribución. Y se proponen también criterios relacionados con la gestión del territorio, por ejemplo a la ganadería en zonas de alta montaña, lo que afecta a la inmensa mayoría de Asturias.
También hay un segundo pilar que sí sería cofinanciado tanto por los estados como por las comunidades autónomas, que son todas las líneas de desarrollo rural que pretenden lograr una diversificación. Todo esto nos permite decir que hay un conjunto de elementos en la comunicación que ha hecho la Comisión Europea que suenan bien, pero no por eso dejamos de preocuparnos. Un elemento importante va a ser la financiación, que dependerá de si se mantiene el presupuesto europeo.
-Agricultura y ganadería son grandes pilares de la economía asturiana. ¿Cree que tienen futuro?
-Sí porque el sector primario sostiene a toda nuestra industria agroalimentaria, y en Asturias hay ochocientas empresas en este sector, que crean nueve mil empleos. Y, salvo la más grande y conocida, son pequeñas y medianas empresas, en su mayor parte ligadas a nuestro medio rural asturiano. Son queserías, llagares, artesanos, que tendrían dificultades de viabilidad sin un sector primario cercano, moderno y competitivo.
Se dice que hay una crisis seria en el sector, y es cierto, pero por ejemplo hemos recibido más de seiscientas solicitudes este año para la modernización de las explotaciones ganaderas. Y hay que darse cuenta de que esta ayuda financia en torno a un tercio, es decir que si nosotros financiamos cincuenta mil euros la inversión es de ciento cincuenta mil. A pesar de estar en una coyuntura muy difícil, hay más expedientes que el año pasado y que el anterior. Y este año hemos recibido ciento diecisiete peticiones para nuevas instalaciones de gente joven, lo que supone un incremento de un treinta por ciento con respecto al año pasado. Por lo tanto, hay una situación compleja, pero cuando los propios agricultores deciden invertir, creo que hay esperanza en el sector.