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sábado 27, abril 2024

El Camino en invierno: la búsqueda de la soledad

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Aunque es verdad que se recomienda hacer la peregrinación a Santiago de Compostela en épocas más cálidas, recorrer los senderos en otoño e invierno también trae consigo algunas ventajas.

Cuanto mayor es el reto, mayor es la gratificación que se consigue al superarlo, y este podría ser un aliciente para quienes decidan realizar el Camino en fechas invernales. Frío, lluvia, menos horas de luz y muchos albergues cerrados complican un itinerario que, por contra, ofrece a cambio más soledad, reflexión y mayor espacio allá donde llegue el peregrino. Peregrinar bajo estas circunstancias aporta una vivencia muy diferente a la experimentada, por ejemplo, en periodo estival, en la que en ocasiones se sufre una excesiva masificación de la ruta. Es por tanto, una estación ideal para los peregrinos ‘profesionales’ a los que les gusta caminar solos y disfrutar de la tranquilidad del Camino. El viaje promete ser muy personal y más introspectivo.

Montserrat Alonso, hospitalera en Carda, a dos kilómetros de Villaviciosa, explica que a los peregrinos del invierno “les gusta mucho hacer un camino natural, es decir, quieren llegar al lugar e ir al albergue sin llamar, ir como les cuadre sin programarlo antes, pero en estas fechas hay muchos sitios cerrados y hay que asegurarse de que llegues a uno abierto -explica la andorrana que lleva ya once años en Asturias, siete recibiendo a peregrinos en La Casa de Montse-. Su albergue es de los pocos de donativo que no cierra en todo el año en el concejo maliayo, y precisamente en estas fechas acaban de llegar cuatro peregrinos. “Me quedo sola, y como sólo tengo seis plazas, hay meses como octubre en los que tengo muchos peregrinos, en noviembre empieza a bajar la cifra a partir del día 10, y luego ya hay un goteo, incluso una Nochevieja cené con uno. En invierno ocurre que a veces los caminantes se encuentran en la ruta, se reúnen y ya siguen juntos y vienen todos a mi casa, que es el albergue”.

Además de una fuerte convicción, el caminante deberá también tener en cuenta que si su preparación es importante en cualquier estación del año, esta es imprescindible en unas fechas en las que la climatología puede jugar malas pasadas.

Uno de los paneles informativos del Camino Primitivo en Asturias
Uno de los paneles informativos del Camino Primitivo en Asturias / Foto: Gloria Fernández

Además de una fuerte convicción, el caminante deberá también tener en cuenta que si su preparación es importante en cualquier estación del año, esta es imprescindible en unas fechas en las que la climatología puede jugar malas pasadas y añadir dificultades extra, como la inutilización de caminos y senderos apenas practicables por las precipitaciones. Razón por la cual es importante estar atentos a las previsiones meteorológicas para evitar riesgos innecesarios y adecuar la ruta en función de las circunstancias. La hospitalera del Albergue de Cornellana no se cansa de recordarlo “en estas fechas hay que mirar el tiempo, estudiar que la ropa que traes sea la adecuada porque puede pillarte un día de lluvia y calarte y lo mismo en el calzado, que no es lo mismo el verano que el invierno”. Gloria Fernández también regenta un albergue de donativo. Le gusta atender a los peregrinos y confiesa que “yo soy muy charlatana y cuando das cariño también recibes mucho cariño”. Como Montse, Gloria abre sus puertas en todas las épocas del año y recuerda dos Navidades en las que algún peregrino se alojó para pasar de una forma totalmente austera estas fechas tan dadas a los excesos y a las grandes reuniones. “Buscaban otra manera de vivir la Navidad. El Camino se hace por tantas causas distintas… A veces es gente que está estresada o que tiene algún problema e intenta buscar la solución caminando”, explica la asturiana de Cornellana.

El frío y el agua pueden ser incómodos compañeros de viaje, de ahí que en el equipamiento previsto hay que incluir prendas de abrigo adecuadas: chaquetas de pluma, plumón o guata con buen aporte de calor pero sin un extra de peso añadido a tu equipaje; forro polar, camisetas térmicas de manga larga y, a ser posible, de secado rápido, sin olvidar los guantes, un gorro, una braga para el cuello y una capa impermeable, que pesa poco y apenas abulta.

“En estas fechas hay que mirar el tiempo, estudiar que la ropa que traes sea la adecuada porque puede pillarte un día de lluvia y calarte y lo mismo en el calzado, que no es lo mismo el verano que el invierno”
(Gloria Fernández, Albergue de Cornellana)

El calzado siempre a prueba de agua; una opción son las botas altas, más seguras para el tobillo a la vez que protegen mejor de la lluvia, pero si no eres amigo o amiga de esta opción también puedes incorporar a tu calzado bajo unas polainas impermeables. En todo caso, escojas lo que escojas y para evitar en lo posible sorpresas inesperadas que dañen tus pies, lo mejor es probarlo antes de ponerse en marcha si se ha comprado para la ocasión.

Conseguir un peso equilibrado en la mochila no siempre es fácil, que se lo digan a Roberto Muñiz, el hospitalero de La Casona de San Miguel en Pola de Siero, que hace pocos días recibió a un joven francés con más de veintiséis kilos a la espalda. “Recomiendan que lleves un 10% de tu peso -explica Roberto- pero a veces traen demasiados trastos. Yo he hecho varios tramos del Camino, una vez por Pola de Allande y había una buena nevada, pero como eran pocos días llevaba mucho menos peso”.

Peregrino recorre el Camino de Santiago en invierno
Foto: Miguel Muñiz

El albergue municipal que gestiona Roberto como voluntario está en la encrucijada que une el Camino del Norte con el Primitivo, así que recibe a los peregrinos que o bien van hacia Santiago por el suroccidente asturiano o bien escogen esta ruta de regreso. Y aunque no es tan fiero como lo pintan, la realidad es que la dificultad de esta variante es mayor que la que ofrece el Camino en su transcurrir por la costa. “Yo a los que vienen por aquí con intención de ir por la costa siempre les animo a que vayan por Tineo, pero sí les recomiendo que no vayan solos por si tienen algún problema -añade Muñiz-. El otro día vino una señora desde Holanda, se fue por el Norte hasta Finisterre y cuando ya volvió de Santiago regresó por el Primitivo hasta Holanda de nuevo. Las mujeres tienen más narices que muchos paisanos”.

“El Primitivo es un camino muy bonito, -añade Gloria- especialmente cuando pasas por los concejos de Salas, Tineo, Pola de Allande y Grandas de Salime porque es un paisaje que recorre mucho monte, hay muchos árboles y es muy natural, como si aquí no se notara tanto la mano del hombre. Este trazado tiene fama de duro, pero no es algo que no se pueda conseguir. Es como la vida misma, al final, si te lo propones no hay nada difícil, sólo hay que proponérselo”.

El otro día vino una señora desde Holanda, se fue por el Norte hasta Finisterre y cuando ya volvió de Santiago regresó por el Primitivo hasta Holanda de nuevo. Las mujeres tienen más narices que muchos paisanos”
(Roberto Muñiz, La Casona de San Miguel. Pola de Siero)

Los tres hospitaleros coinciden en que en estas fechas vienen más extranjeros que españoles. “El otro día estuvo aquí una americana de Nueva York, también llegaron alemanes, franceses y belgas. Son personas de entre 40 y 60 años que a lo mejor tienen unos días de descanso, y les gusta parar aquí porque también pueden visitar el Monasterio de Cornellana” -comenta Gloria-.

Algunos casos llaman la atención incluso a gente como Montse, que lleva muchos años recibiendo a peregrinos y no pudo por menos que sorprenderse cuando recibió en su casa a uno de 88 años, que además se encaminaba hacia el Primitivo. “Era francés y cuando vi en la documentación su edad no me lo podía creer, tenía aspecto de 75 años como mucho. El resto de europeos son más deportistas que nosotros, los españoles”. Antes de recalar en Villaviciosa, Montse tuvo experiencia en el Camino Francés “que es como un pequeño Santiago” y allí comprobó que había muchos peregrinos “a los que no les importaba si era de noche, ni que lloviera, llegaban empapados y al día siguiente, aunque lloviera, salían igual”.

Los que ya tienen experiencia en el Camino a menudo indican que en realidad el viaje empieza en el salón de tu casa, cuando despliegas el mapa y decides la ruta a seguir. La planificación -siempre importante- es aún más determinante en las épocas más frías y oscuras del año. Dado el menor número de horas de luz, es de vital importancia -además de la obligada linterna o frontal- llevar algún accesorio reflectante y calcular ampliamente el recorrido a realizar, asegurándose de que el albergue donde queramos pasar la noche esté abierto en esta época del año. Hay muchas plataformas web que no ofrecen información actualizada y un error en la información puede suponer importantes trastornos. Si el albergue está abierto, seguro que cuenta con plazas disponibles, pero también habrás de asegurarte el resto de servicios: supermercados o restaurantes cercanos, o centros sanitarios si fuese preciso.

Para la hospitalera de Carda, los peregrinos del invierno no son como los que llegan en verano “hay una gran diferencia. Buscan mucha soledad y saben que la van a tener. En general es gente a la que le ha pasado algo en su vida, a lo mejor han dejado el trabajo y se ponen a caminar para reflexionar un poco. Mi albergue es mi casa, así que a las 7 de la tarde hago la cena -porque hay extranjeros que en su casa cenan a las 5 de la tarde- y estoy un rato con ellos. Si viene alguien que toca algún instrumento, toco la guitarra y pasamos un rato bonito e íntimo”.

“Los peregrinos del invierno no son como los que llegan en verano,hay una gran diferencia. Buscan mucha soledad y saben que la van a tener. En general es gente a la que le ha pasado algo en su vida, a lo mejor han dejado el trabajo y se ponen a caminar para reflexionar un poco”
(Montse Alonso, La Casa de Montse. Carda-Villaviciosa)

Peregrinos al calor de la cocina de leña en La Casa de Montse, Carda (Villaviciosa)
Peregrinos al calor de la cocina de leña en La Casa de Montse. Carda (Villaviciosa) / Foto: Montse Alonso

Las fechas más invernales son como unas pequeñas ‘vacaciones’ para los hospitaleros porque son muchos menos los caminantes que llegan aunque no por ello dejan de estar pendientes. “A mí no me gusta marchar porque pueden tener un problema -comenta Gloria-. En los meses de noviembre y diciembre tienen que madrugar mucho porque a las 5 o 5,30 ya es de noche y a lo mejor tienen que hacer 30 kilómetros para poder llegar a un albergue abierto o a un hotel”.

La casa de Roberto está enfrente del albergue y desde su casa observa cuándo se acerca algún peregrino. Esta semana llegaron tres personas que al estar todo cerrado no encontraban fácilmente donde quedarse. “Esto no es un negocio, si alguien viene y no tiene nada, pues también le abres”. Además, sonriente y burlón, Roberto se jacta que el de San Miguel es un albergue que todo el mundo encuentra gracias a las numerosas señalizaciones que él ha colocado por poco dinero. “Yo les digo que Siero es el sitio de España mejor señalizado, y de aquí a Oviedo si hay alguien que se pierde, yo le regalo un perro y un bastón blanco…”.

Por su parte, Montse confiesa que los pocos días que no tiene gente y decide hacer una visita a su hija u otros familiares, suena el teléfono, así que siempre está un poco alerta. Por eso, recomienda de nuevo “que siempre avisen antes de llegar”.

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