Si tenemos que elegir una palabra que defina las posibilidades turísticas de Asturias, ésta sería variedad. Desde el turismo urbano al rural, pasando por el cultural y gastronómico, hasta configurar un amplio abanico de oportunidades para el ocio y el descanso.
Parémonos por un momento. Sentémonos a meditar sobre esta tierra pintada con el verde de los prados, el azul del mar y el negro del carbón. A primera vista observamos que la naturaleza domina, y no sólo eso: a veces abruma, impresiona. El mar con sus estados de ánimo cambiantes, manifestados a través de sus colores y la espuma de sus olas; la montaña en todas sus formas, alcanzando sus máximas alturas y mostrando su lado más salvaje en los Picos de Europa; los bosques espesos que tapizan la mayor parte de los concejos, borrando los caminos con la caída de sus hojas otoñales; ríos que hablan de su fuerza a través de los meandros tallados en roca a golpe de agua, paraísos para el pescador. Sin duda para adentrarnos en estos microcosmos tenemos que seguir sus reglas, percibir sus remolinos cambiantes para disfrutar de la belleza que nos ofrecen a cambio.
En estos espacios únicos el deporte adquiere relevancia, porque llegar hasta estos tesoros naturales exige algo a cada uno. Para facilitarnos la labor, cada año se habilitan rutas señalizadas de senderismo y caminos para BBT -bicicletas todo terreno que suponen un plus de esfuerzo-, o vías de escalada. Es lo que se ha dado en llamar turismo natural, que se amplía con la recogida de setas, el turismo activo -rafting, aguas bravas, parapente, espeleología…-, el turismo ornitológico, el turismo náutico y todas aquellas actividades que se desarrollan en contacto directo con la naturaleza, entre las que destaca durante el invierno la práctica del esquí en las Estaciones Invernales Valgrande-Pajares y Fuentes de Invierno.
Cada día adquiere más fuerza el turismo urbano, diversificando una oferta para tentar a todo tipo de público. A la cabeza de esta iniciativa están Oviedo, Gijón y Avilés.
El complemento perfecto para todas ellas es el turismo rural, que ofrece un despliegue de alojamientos en un entorno campestre y de montaña. Además de las actividades en la naturaleza, en ocasiones ofertan paquetes donde se cuidan animales y huertos domésticos, y a menudo estos pueblos escondidos tienen cerca museos etnográficos atendidos por vecinos que saben de lo que hablan.
Paralelamente a éste, adquiere cada día más fuerza el denominado turismo urbano, diversificando una oferta para tentar a todo tipo de público. A la cabeza de esta iniciativa están Oviedo, Gijón y Avilés, un triunvirato complementario cuya colaboración les ha hecho presentarse bajo una única candidatura para capital europea de la Cultura. Cualidades no les faltan porque aúnan teatros, tres cascos antiguos, la Catedral de San Salvador, el Jardín Botánico Atlántico, el centro de arte La Laboral, el Acuario de Gijón, la Iglesia de Santo Tomás de Canterbury, la Iglesia medieval de San Nicolás de Bari y el futuro Centro Niemeyer.
A todo esto se suman representaciones artísticas de todo tipo -teatro, ópera, conciertos, cines-, cercanos campos de golf, opciones museísticas de primer orden, spas urbanos que garantizan el relax, noche para todos los gustos. En épocas festivas como las Navidades, podremos encontrar paquetes a buen precio y variedad de actuaciones a precios accesibles.
Envolviéndolo todo, no podemos olvidar la gastronomía, que para muchos es casi un punto y aparte y razón suficiente para acercarse hasta cualquier pueblo perdido a probar una receta casi extinguida. Estos antropólogos culinarios o aventureros del paladar han dado en llamar a sus viajes turismo gastronómico y se han encontrado con que el Principado esconde rincones dignos de un gourmet.
Conviene tener a mano destinos aptos para todos los públicos. El invierno es un buen momento para aprender con los museos habilitados para tal fin.
Turismo en familia
Otro de los apartados que resurgen con fuerza es el turismo practicado en familia. Porque hay una realidad: nuestro tiempo libre suele coincidir con el de nuestros niños, padres, abuelos y otros familiares. Conviene tener a mano destinos aptos para todos los públicos. En verano estos tiempos se emplean en la playa, las parrilladas en el merendero, aprender a pescar o dar largas caminatas por los senderos habilitados. Pero con niños y mayores estas actividades no son tan accesibles en invierno. Quizás es el momento de ver obras de teatro, cine con palomitas, representaciones al aire libre, pero también de aprender con los museos habilitados para tal fin.
En Asturias la oferta es variada y entretenida, encabezada por el MUJA y sus fantásticas criaturas del jurásico. Los dinosaurios, que llenan los sueños -y a veces las pesadillas- de los pequeños y la curiosidad de los grandes, son aquí los protagonistas indiscutibles. El Museo Etnográfico de Grandas de Salime nos lleva a un pasado en el que conocer los muebles, herramientas o ropas que usaban nuestros bisabuelos, lo que genera grandes dosis de curiosidad en todos. También el Museo de la Mina hace un recorrido por la historia de una de las actividades que más han influido en la historia de Asturias.
Otro de los atractivos del Principado son sus importantes cuevas prehistóricas visitables, como la de Tito Bustillo en Ribadesella; mientras que el Parque de la Prehistoria de Teverga alberga réplicas de las pinturas prehistóricas más antiguas del mundo. El ya nombrado Acuario de Gijón, así como su parque Botánico son tentadores para recorrer en familia, así como el planetario de la Escuela Superior de la Marina Civil, en Cabueñes; o castros como el de Coaña y la Villa Romana de Veranes, en Gijón. El Aula del Mar de Luarca muestra calamares gigantes, estimulando la imaginación como en su día logró el kraken de Julio Verne en “20.000 Leguas de Viaje Submarino”. Muy cerca, el Parque de la Vida dispone de planetario digital, reconstrucciones de naves y cápsulas espaciales, y una zona con animales vivos.
Específicamente diseñado para ellos, en Oviedo está el Palacio de los Niños, con diferentes espacios de juego como La aventura de la granja, Nautilus, Rocódromo y Parque Animado.
El llamado turismo natural se amplía con la recogida de setas, el turismo activo, el ornitológico, el náutico y todas aquellas actividades que se desarrollan en contacto directo con la naturaleza.
Calidad ante todo
Sostener un turismo tan variado no sería posible si los hosteleros no estuviesen comprometidos al máximo en elevar y mantener la calidad en los alojamientos. Su esfuerzo se ve recompensado por viajeros y turistas que saben apreciar la singularidad y la calidad ofrecida. Los hoteles, que suelen ser la opción elegida en la ciudad, se complementan con otros sistemas de hospedaje repartidos por los pueblos asturianos. Apartamentos turísticos a la orilla del mar o el interior, casas de aldea, hoteles rurales o núcleos de turismo rural son de los más demandados. Muchos de ellos suman a su cuidada arquitectura tradicional gastronomía de la zona y el noble carácter asturiano que caracteriza a sus dueños. Los que buscan un plus de distinción sin renunciar a la autenticidad, pueden decantarse entre las “Casonas Asturianas” y “Aldeas. Asturias Calidad Rural”, dos sellos de calidad avalados por el Principado de Asturias que premian la excelencia en equipamiento y servicio.
Cualquiera que sea la opción elegida, ajustada a nuestros gustos, criterios y bolsillos, está garantizado que será el contrapunto perfecto, el descanso esperado a unos días de turismo donde prevalece la variedad. Un caleidoscopio de posibilidades apto para abrirse a una Asturias turística y plural.