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viernes 22, noviembre 2024

El recuerdo, siempre vivo

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Como cada año, el día de Todos los Santos o Día de Difuntos los cementerios españoles se llenan de flores y de visitas. La gente honra a sus seres queridos, en un día para la memoria. A la evolución lógica de los ritos funerarios se suma el concepto, cada vez más extendido, de los cementerios como lugares donde recuerdo e historia se dan la mano.

Independientemente de las creencias religiosas, todo el mundo guarda el recuerdo de los seres queridos que ya no están. Tradicionalmente el lugar para honrarlos son los cementerios: por eso suelen estar en las afueras de las poblaciones, pero no demasiado alejados. Para enterrar a los fallecidos se utilizaban muchas veces criterios estéticos, buscando lugares elevados, probablemente las mejores vistas de la ciudad. De este modo simbólico los difuntos velan por los vivos «desde las alturas».
Este panorama ha ido cambiando con los tiempos. El cementerio como lugar de recogimiento y memoria sigue vigente, pero ha ido dando paso a una concepción quizá más moderna, donde los visitantes pueden simplemente admirar el arte y la historia caminando entre sepulturas, conocer las leyendas del lugar, o dejarse impresionar por la ubicación y el paisaje de los camposantos con más tradición.
En cualquier caso, lo que es evidente es que los ritos funerarios han experimentado una importante revolución en las últimas décadas. Y quizá la más importante es la capacidad de la familia de decidir lo que más se ajusta a sus necesidades y creencias, ya que poco a poco van perdiendo peso las imposiciones religiosas y sociales, entendidas como obligación.
En ese sentido, tanto en Asturias como en toda España, los servicios funerarios se han profesionalizado profundamente en las últimas décadas para ajustarse a las singularidades de su trabajo. Al obligado cumplimiento de la legislación vigente se une el esfuerzo de tratar cada caso como único, pues únicas son las circunstancias personales de cada fallecimiento.

El coste de la muerte

Como en todo, el precio importa. Y mucho. Pero al final lo que se recuerda es el trato personal y la delicadeza con la que se ayuda a sobrellevar un momento difícil. El sector de servicios funerarios hace también un esfuerzo para adaptarse a las circunstancias económicas de la familia, que a veces no pueden asumir este gasto de golpe, y en ocasiones de forma imprevista. Para ello colaboran ajustando precios, personalizando los presupuestos, dando facilidades de pago y ofreciendo la opción de prescindir de determinados extras, aunque siempre sin bajar de unos estándares de calidad, que hacen que la ceremonia tenga toda la solemnidad necesaria.

Los servicios funerarios se han profesionalizado profundamente en las últimas décadas para ajustarse a las singularidades de su trabajo. Al obligado cumplimiento de la legislación vigente se une el esfuerzo de tratar cada caso como único.

Lógicamente, el sector no es ajeno a una crisis que se nota en todos los frentes. Los servicios funerarios experimentaron el año pasado un incremento en el IVA, que pasó del 8 al 21%. Es el IVA más alto de Europa en este terreno, y en gran medida son las empresas las que han asumido este incremento, resistiéndose a subir precios de forma tan radical; aunque también las familias reducen gastos en determinadas partidas: menos flores, una esquela más pequeña… En ese sentido, también ha aumentado el número de incineraciones, ya que es una opción más barata que el enterramiento, evitando la compra o alquiler de una sepultura o nicho.
Ya sea por un fallecimiento inesperado o previsible, hay quien prefiere no pensar mucho en el tema, pero cada vez más gente contrata los llamados seguros de decesos, en los cuales se dejan pagados una serie de servicios para que la familia no tenga que preocuparse de nada, llegado el momento. Las funerarias son, en estos casos, intermediarios entre los servicios contratados a la aseguradora y los deseos de los familiares, a los que deben hacer llegar todo el calor humano y la delicadeza que la situación merece.

Usos y costumbres

En todo funeral hay una parte oculta, que abarca los trámites imprescindibles: conseguir el certificado médico de defunción, la licencia de enterramiento, los permisos de Sanidad para traslados fuera de la provincia… Parte del trabajo de la funeraria es mantenerse al día de la legislación y ocuparse de las diligencias necesarias, para que la familia se centre en el proceso de duelo.

El cementerio como lugar de recogimiento y memoria sigue vigente, pero ha ido dando paso a una concepción quizá más moderna, donde los visitantes pueden admirar el arte y la historia.

Lo que hace años era un rito por fuerza religioso, hoy ya se adapta no sólo a ceremonias civiles sino a otras religiones, aunque en Asturias lo más habitual es que la gente opte por el rito católico, el más conocido. Entre la despedida más sencilla y privada y el servicio más solemne y formal, la carta de servicios de las funerarias abarca desde encargar los habituales arreglos florales hasta la atención psicológica en el duelo o la música en la última ceremonia. También las nuevas tecnologías han entrado en juego, con la posibilidad de enviar el pésame online, firmar en un libro de visitas virtual o recibir puntualmente el recordatorio del primer aniversario de la muerte por correo electrónico.

Cementerio municipal de La Carriona (Avilés)
El cementerio municipal de La Carriona (Avilés) cuenta con su propio Centro de Interpretación para facilitar la visita a los curiosos y aficionados al turismo funerario. / Foto: Fusión Asturias

Cementerios con historia

El arte funerario acompaña a los enterramientos desde los orígenes del hombre. La estela funeraria de Piantón, hoy en el Museo Arqueológico de Asturias, o los dólmenes del Monte Areo, en Carreño, son algunas de las muestras que se encuentran en la región, rica por otro lado en restos arqueológicos referidos a ritos funerarios. En la edad moderna, los cementerios se convirtieron en un reflejo de la vida y la sociedad imperante, compitiendo en ostentación en panteones y tumbas, que se convertían así en verdaderos monumentos y obras de arte para la eternidad.
Por eso, más allá de la visita privada, los cementerios son también fuente de historia y de arte, y muchos figuran por méritos propios en las guías turísticas. Las catacumbas de Roma, lugar de sepultura a inicios de la Cristiandad, albergan cerca de 750.000 enterramientos. En París, el camposanto de Père-Lachaise recibe más de dos millones de visitantes al año. En las afueras de Londres, el cementerio de Highgate cuenta con su particular leyenda urbana en forma de vampiro autóctono.
En Asturias, el cementerio municipal de La Carriona (Avilés) forma parte de la ASCE (Asociación de Cementerios Significativos de Europa) y cuenta con su propio Centro de Interpretación para facilitar la visita a los curiosos y aficionados al turismo funerario. Allí explican cómo la necrópolis o «ciudad de los muertos» es reflejo de la «ciudad de los vivos», y ciertamente se ve esa estructura de pequeña urbe, con sus calles y avenidas pensadas para perdurar en el tiempo. El cementerio de La Carriona nace alrededor de 1890, y es hijo del desarrollo económico de su tiempo. En aquella época la burguesía en auge buscó dejar constancia de su capacidad económica y su importancia social, encargando gigantescas estatuas, imponentes estructuras funerarias, tumbas, panteones y lápidas que hoy en día asombran tanto por su tamaño como por la maestría de los artesanos, escultores y arquitectos que dejaron su trabajo en el lugar. A modo de museo al aire libre, pasear por un cementerio de estas características es una lección de historia, ya que es posible rendir homenaje a las grandes personalidades de cada época; junto a ellos reposan los restos de otros ciudadanos anónimos, cuyo recuerdo queda en la memoria de sus seres más cercanos. Unos y otros comparten espacio y vecindad, haciendo bueno el dicho de que la muerte nos iguala a todos.

Lugares de arte y memoria

Siguiendo con la visita por Asturias, el cementerio de San Salvador, en Oviedo, cuenta con panteones privados y esculturas de más de cien años de antigüedad. Se accede por un pórtico de cinco arcos y allí se encuentran, por ejemplo, los panteones de la familia Masaveu, Caicoya o Herrero. También se ve el paso al antiguo cementerio civil, al que se accede a través de otro pórtico a modo de templo griego, con columnas dóricas.
Los cementerios civiles tuvieron un gran auge a finales del siglo XIX, cuando republicanos y librepensadores empezaron a exigir un espacio digno para el descanso eterno, pero fuera de la mano de la iglesia católica. Con el tiempo las fronteras se han ido diluyendo, y los muros y verjas que separaban ambos lugares de descanso fueron cayendo, bien por la mano del hombre o por la del tiempo. Sin embargo, en lugares como Mieres se ve perfectamente la estructura separada, ya que el enterramiento civil de esta localidad es una estrecha franja de terreno entre dos enormes muros. Allí está enterrado, entre otros, el líder minero Manuel Llaneza Zapico. También en Mieres, y a modo de curiosidad, se encuentra el único cementerio protestante de Asturias que alberga los restos del famoso empresario Numa Gilhou.

Más allá de la visita privada, los cementerios son también fuente de historia y de arte, y muchos figuran por méritos propios en las guías turísticas.

Otro de los cementerios más conocidos de Asturias es el de Luarca, en Valdés, probablemente uno de los más bonitos de la costa del Cantábrico, en este caso por su ubicación y por la preciosa estampa de tumbas blancas junto al mar, a las que se suman hermosas estatuas y panteones modernistas. La zona se conoce como «La Atalaya», un saliente natural que provee de unas de las mejores vistas de la zona. Es uno de los lugares más visitados del concejo, tanto por el paisaje como por su colección de personajes ilustres, entre los que destaca el científico Severo Ochoa. También en Valdés está el cementerio musulmán de Barcia, conocido como el «cementerio moro», construido en 1936 para enterrar a los soldados venidos de Marruecos que fallecieron en la batalla de El Escamplero, en la Guerra Civil. Debido a su estado de abandono, existe un importante movimiento vecinal que reclama la actuación de la Administración e impide que caiga en el olvido.
Por arte o por historia, el turismo funerario guarda en Asturias pequeñas joyas, como el cementerio e iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Dolores, en una bonita ensenada entre Niembro y Barro (Llanes); el de Puerto de Vega, en un emplazamiento de lujo; o el de Grado, donde destaca el imponente mausoleo de Concha Heres.
Son sólo ejemplos del mucho potencial que Asturias tiene en cuanto a turismo funerario. Compostura y respeto son las normas lógicas a la hora de moverse por estos terrenos, donde la implicación sentimental es evidente; pero también la curiosidad por asomarse a ese «otro mundo», tan cercano al mundo de los vivos.

Con las mejores galas

centro de flores
Foto: Fusión Asturias


Si bien no hay un único día para la remembranza, en estas fechas la tradición manda acudir al cementerio con plantas y flores, engalanando las tumbas de los seres queridos a modo de recuerdo y homenaje. Aquí mandan las flores frescas, especialmente los claveles o los crisantemos, aunque también se pueden ver rosas, lirios, orquídeas… todo según el gusto personal e influido por la época del año, ya que es más habitual ver flores de otoño. Los profesionales del sector son los más indicados para realizar ramos, coronas, centros, palmas, guirnaldas…acordes al gusto y las necesidades del cliente. Enviar arreglos florales como muestra de respeto ante un fallecimiento es lo más habitual, y del mismo modo es un recurso socorrido para el Día de Difuntos, llenando los cementerios de color y, pese a todo, de vida.


Premio a la trayectoria

La empresa Funerarias del Occidente ha sido galardonada en los premios XIX Langosta de Oro por su trayectoria de más de veinte años de trabajo en el área occidental de Asturias.

Funerarias de Occidente recibiendo el galardón
Foto: Funerarias de Occidente


El premio Langosta de Oro, otorgado por el Grupo Empresarial Pepe Santiago Hostelería, se entrega desde hace casi dos décadas como reconocimiento a empresarios que destaquen en su contribución a la economía y el desarrollo de la comarca del Occidente asturiano. Es el caso de Funerarias del Occidente, nacida en 1989 de la unión de varias empresas familiares de Navia, El Franco, Castropol y Boal.
Es un buen ejemplo de asociación productiva, ya desde entonces han hecho un gran esfuerzo por dar servicio a toda la comarca, abriendo nuevas instalaciones, manteniendo una plantilla estable, y buscando la calidad como sello de identidad. Son varios de los factores valorados en la candidatura, que fue toda una sorpresa para los galardonados. «Fue una noticia totalmente inesperada, y desde luego muy agradable. Para nosotros supone un prestigio enorme», valora Daniel Iglesias, gerente de Funerarias del Occidente.
En el terreno de la calidad y la responsabilidad social corporativa, en 2006 Funerarias del Occidente se convierte en la primera empresa funeraria de España en obtener el certificado AENOR en Gestión Ambiental ISO 14001; también cuenta con la ISO 9001 por su modelo en Gestión de Calidad y, entre otras acciones de interés, están a punto de obtener el sello de excelencia europea EFQM.
La ceremonia de entrega del premio congregó el pasado septiembre a cerca de cuatrocientas personas, entre las que se contaban personalidades regionales y comarcales. Además, explica Iglesias, «estuvimos muy arropados por compañeros, empleados, amigos, proveedores… para nosotros tiene mucho valor que se acercara tanta gente por su cuenta, y fue una ceremonia muy emocionante».

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