Los verdes valles de Armal y Froseira, las ruinas del Castro de Pendia o las tradicionales colmenas de miel que tanta fama reportan a Boal, son parte de sus encantos. La naturaleza ha tardado tiempo en modelarlos y merece que nos encontremos con ellos de forma pausada.
Uno de los mayores atractivos del concejo de Boal es su naturaleza, donde se aprecian las huellas dejadas por el tiempo y los elementos. Subir a uno de sus altos regala al visitante una vista donde predominan los árboles, la roca granítica y, según la orientación elegida, incluso el mar que tantos emigrantes vio partir en busca de las Américas. Entre verde y verde, se ocultan pueblos de construcción tradicional, cursos de aguas donde muchos siguen rastreando oro, cuevas con antiguas pinturas o sendas empedradas con pequeñas quiastolitas que sólo el ojo experto consigue localizar.
Para conocer el patrimonio que ofrece este territorio nada mejor que recorrer los itinerarios que detalla el Ayuntamiento en la nueva app turística del concejo. En total son doce rutas, tres de las cuales están homologadas. La de los Castros, por ejemplo, nos retrotrae al tiempo anterior a la conquista romana. El punto de partida es la Casa de La Apicultura, que guarda los secretos de la miel legendaria de la zona, y atraviesa el pueblo de Los Mazos.
La formación granítica Penedo Aballón es un icono del concejo de Boal.
El itinerario (PR-AS 249) de unos 14 kilómetros puede realizarse aproximadamente en 6 horas, y nos permite conocer parajes como el caserío abandonado de Riomayor donde apreciamos los hórreos y las casas entre la maleza, y luego A Llouseira, una antigua losera de donde se extraían hasta hace pocos años lajas de pizarra utilizadas para cubrir los tejados. Llegar hasta el castro de Pendia que da nombre a la ruta es uno de los alicientes de esta excursión, y es muy aconsejable hacer un alto para empaparse de sus ruinas. En ellas destacan un foso defensivo que antaño completaba su función con una muralla que rodeaba el perímetro, y dentro hay que agudizar el ojo para localizar una sauna prerromana ubicada en orientación norte y otra de la época romana, así como diversas cabañas entre las que sobresale una de mayores dimensiones que tenía usos comunales.
Otro de los tesoros de este trazado lo encontraremos en los enterramientos tumulares conocidos como Túmulos de Penácaros, aunque para llegar a ellos habrá que coge altura y subir montaña arriba hasta los 733 metros de altitud. Los túmulos, que aquí se conocen como mámoas, son los elementos de mayor antigüedad documentados en el concejo y se enclavan dentro de la arquitectura funeraria del Neolítico. Los grandes bloques de piedra marcan el espacio de enterramiento, pero hoy se ve que cada uno tiene un hoyo central, ya que el espacio fue saqueado por los «buscadores de tesoros».
En lo alto de Boal
Dentro de las montañas más altas del concejo se encuentra Pico Penouta con sus 785 metros. Merece la pena entonces realizar la Ruta de Penouta que parte del recinto ferial de Boal, el PR-AS 250.
Unas buenas botas, un bastón, el móvil y una mochila son lo necesario para afrontar las inclemencias del tiempo y algún que otro imprevisto. Con una dificultad media, se necesitan alrededor de siete horas para completar los veinte kilómetros, parte de los cuales pueden recorrerse en bicicleta. Los primeros pasos se inician por el antiguo camino real, que sube al monte de Barreiro y continúa en dirección a la cumbre de la sierra de Penouta. En el alto esperan dos miradores señalizados, uno que apunta a la costa y otro al interior, donde es muy recomendable parar y disfrutar de unas bonitas vistas. Aquí también se encuentran unas formaciones graníticas erosionadas conocidas como Penedo Aballón, que los boaleses consideran un icono de su tierra. El nombre de Penedo significa ‘piedra’ en la fala de la zona y aballón hace referencia a la ‘capacidad de moverse’, porque antes de que sufriera un acto vandálico en 2011 esta gran roca mantenía un equilibrio oscilante. El recorrido por esta ruta también permite disfrutar de bosques autóctonos, conocer la Capilla de San Isidro, llegar hasta el Pico de Xugos y obtener una buena panorámica del Castro de Pendia, Miñagón y Villanueva..
Escondidos entre bosques
La tercera y última ruta homologada se denomina «Froseira, Cova del Demo y Pico del Cuco» y es un regalo para los sentidos pues recorre parajes de gran belleza como Froseira, en la parroquia de Doiras. Esta pequeña aldea está ubicada en un frondoso valle que atraviesa el río Urubio, y aunque actualmente es un vergel silencioso, en el siglo XIX fue un gran centro de producción de hierro.
El PR-AS 200 tiene una fuerte pendiente y no puede hacerse con mountain bike, pero sus dieciocho kilómetros merecen la pena. El trayecto, que conduce por un sombrío bosque autóctono, reserva rincones tan especiales como A Cova del Demo, una cavidad natural de quince metros de profundidad en la que se aprecia arte rupestre esquemático, con representaciones de antropomorfos y zoomorfos datados en los primeros momentos de la Edad del Bronce, a principios del segundo milenio a. C. Otro de los obsequios de este itinerario se alcanza al llegar a la cima del Pico del Cuco, que regala unas vistas espectaculares en día despejado. El regreso es más relajado, por una ancha pista que desciende en zig zag hasta Froseira, desde donde hay que desandar el camino inicial.
Además de las rutas homologadas, hay otras nueve señalizadas que conducen a otros puntos del concejo o que son una variante de las ya indicadas, pero de más corto recorrido.• Paseo Carretera de Villanueva.
• Ruta de A Pena del Mesón.
• Ruta al Castro de Pendia (desde Boal).
• Ruta al Castro de Pendia (desde la Casa de la Apicultura).
• Ruta d’os molíos, cortíos y calieiros.
• Ruta de Boal y alrededores (hay dos itinerarios).
• Ruta Froseira y Cova del Demo.
• Ruta de Froseira y Embalse de Doiras.
• Ruta de Boal al Alto de Penouta.