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Como concejo perteneciente al Valle del Navia, el paisaje de Boal llama la atención por los espectaculares meandros que va formando el río Navia en su viaje por estas tierras. Pero si hay algo que marca la identidad de esta zona del Occidente asturiano es el importante legado que dejaron los que retornaron tras hacer las Américas.
La tranquilidad que se respira en la capital boalesa solo es comparable a la singularidad y porte de varias de sus edificaciones, muchas de ellas indianas, y con una larga historia de emigración tras sus muros. No hay más que ver las antiguas Escuelas Graduadas, residencias como Villa Anita y Villa Damiana, o el lavadero público para entender la importancia del patrimonio histórico que dejaron los emigrantes retornados, muchos de ellos procedentes de la Sociedad de Naturales de Boal, fundada en La Habana. Tanto es así que esta localidad asturiana honra este legado con la escultura de Favila “Monumento a los Emigrantes”, que muestra la dureza de la emigración. Revivir el pasado y rendir tributo a los que partían en busca de un futuro mejor es también el objetivo de la fiesta indiana “Volven os americanos” que se celebra desde 2016, y que solo se ha visto interrumpida debido a la pandemia.
La rica historia de Boal, sus raíces indianas, su presente rural y la fuerza colaborativa de su comunidad vecinal, todo ello fue conocido de primera mano por los Reyes de España, en el año 2014, cuando visitaron el concejo para entregar a la población el galardón Pueblo Ejemplar de Asturias.
Los indianos han dejado un legado importante en este concejo, no hay más que ver las antiguas escuelas, residencias como Villa Anita y Villa Damiana, o el lavadero público.
Identidad gastronómica: miel de Boal
El sabor de la miel, el producto autóctono por excelencia de Boal, no defraudó a Sus Majestades entonces y tampoco lo hace ahora a quien se acerca a probarla o comprarla. A pesar de las dificultades que experimentan a diario los apicultores en su lucha contra plagas como la velutina o la varroa, la calidad melífera no ha decaído. Las abejas siguen libando las flores de brezo que además de engalanar las sierras boalesas también aportan un sabor muy particular.
No hay asturiano que se precie que no conozca la Feria de la Miel de Boal, que cada mes de octubre se celebra en la localidad desde hace más de treinta años, es más, el renombre de este certamen trasciende desde hace años las fronteras de la región, conquistando especialmente territorios galaico y leonés. La causa, que no la culpa, es la calidad de la miel que se produce en las montañas boalesas y que habla por sí sola.
Afortunadamente, en este 2021 la Feria regresa con fuerza, una de las mejores noticias que ha recibido el concejo tras dos años de restricciones sanitarias impuestas por la pandemia.
Las fechas previstas para la ocasión son los días 30 y 31 de octubre, y aunque todavía es pronto para confirmar todas las actividades que se desarrollarán, sin duda serán muy bien recibidas en el occidente asturiano. La que será su 34 edición permitirá una vez más adquirir miel de la flor de brezo, pero también otros productos típicos de la zona como el orujo de miel, el orujo de hierbas, la crema de orujo o el requesón. El recinto ferial acogerá como en otras ocasiones la entrega del premio El Cortín por parte de la Asociación de Apicultores de Boal, que recibirá la persona o institución distinguida por su apoyo y promoción de la apicultura.
¿Y para conocer?
Si en lo gastronómico resulta atractiva esta tierra, tan hospitalaria como generosa en sus raciones y productos, todavía lo es más en sus recursos naturales.
No te puedes perder la Ruta de los Miradores del Río Navia, una de las opciones más atractivas para quien tiene tiempo y ganas de caminar disfrutando de paisajes sorprendentes e inmerso en una naturaleza exuberante. El recorrido circular, si se realiza en su totalidad, asegura 11 kilómetros en los que encontramos desde pueblos semi-abandonados, un embalse dedicado a la producción de energía hidroeléctrica, el de Doiras, y por supuesto praderías y zonas de monte bajo. Las vistas sobre el río Navia aparecen en numerosas ocasiones, recordándonos que nos hallamos en el Valle del Navia y justificando de esta forma el nombre que con buen criterio recibe la ruta. Quien no esté dispuesto a caminar, y eso que la ruta no presenta dificultad, al menos debe conocer uno de los rincones más bellos que ofrece este municipio: el área recreativa Puente de Castrillón, principio y fin de la ruta. Además de zona de aparcamiento y un pequeño embarcadero, el área cuenta con una zona de picnic dotada con mesas y bancos, muy utilizada durante los meses más benignos climatológicamente hablando.
La ruta de los Miradores del Río Navia es una de las opciones más atractivas para quien tiene tiempo y ganas de caminar disfrutando de paisajes sorprendentes e inmerso en una naturaleza exuberante.
Además de la ruta anteriormente citada, el municipio cuenta con otros itinerarios que merece la pena conocer, como la que conduce al valle que forma el río Urubio y en particular al pueblo de Froseira. Si es la primera vez que lo visitas, verás que el tiempo parece haberse detenido; aquí todavía se conserva un molino hidráulico que alimentó en siglos pasados a una de las ferrerías más importantes de Asturias, ya en funcionamiento en el siglo XVIII y hoy en ruinas. El agua de arroyos y ríos se utilizaba en distintos puntos del concejo para una industria hoy inexistente, la de los claveiros como se llamaba a los fabricantes de clavos. De su trabajo con la fragua salían también otros productos como navajas, cuchillos, cerraduras, aperos de labranza, y un largo etcétera.
En las cercanías de la deshabitada aldea de Froseira, y formando parte de una ruta que asciende, se encuentra la Cova del Demo, una cueva natural de Interés Cultural que alberga grabados prehistóricos de la Edad de Bronce, y a la que se llega atravesando zonas de bosque autóctono.
Y si lo que quieres es hacer una cumbre, desde este punto es posible continuar hasta el Pico Cuco, para ello habrá que superar alguna pronunciada pendiente, pero sin duda el esfuerzo será recompensado por la extraordinaria panorámica que ofrece la cima.
Para aquellos a los que les atrae el pasado, el municipio boalés permite conocer la riqueza castreña de este lugar acercándose hasta el Castro de Pendia del siglo IV a.C. y también comprobar la presencia de necrópolis tumulares como la de Penácaros o la de Pena Queimada. Esta última se encuentra en la denominada Sierra de Penouta, una zona de gran riqueza geológica en la que también abundan formaciones graníticas de gran tamaño, entre ellas, el Penedo Aballón, un icono para los habitantes de este concejo. Esta roca, que fue rehabilitada tras haber sufrido años atrás una acción vandálica, recibe su nombre por su peculiar oscilación, y se cree que fue un elemento de culto celta.
Si eres más de museos, el concejo alberga varias colecciones museográficas como la Casa de la Apicultura en Los Mazos, el Centro de Interpretación de la Emigración e Instrucción Pública, en San Luis, o el Centro de la Artesanía del Hierro, en el núcleo de Rozadas.
Y para terminar, te gustará saber que el municipio hace gala de su ruralidad en su escudo, en el que aparece la imagen de un buey. No es de extrañar, ya que además de una tradición apícola y una huerta generosa, el concejo conserva una destacada tradición ganadera.
Más información en la Oficina de Turismo de Boal. Teléfono: 985 620 046