Son pocas pero imprescindibles para la buena salud de la actividad pesquera. Ahora reciben el apoyo de la UE, que ha seleccionado su proyecto para diversificar la actividad y lo ha dotado de fondos, un apoyo importante para un oficio tradicional que es en sí mismo un valor para una localidad costera como Llastres.
Cuando llega a puerto una red dañada, trabajan contra reloj para dejar el aparejo operativo cuanto antes, y que pueda echarse de nuevo al mar. Están integradas en la Asociación de Rederas de Bajura de Asturias (AREBA), una agrupación que cuenta en la actualidad con sólo seis componentes: cuatro en Luarca y dos en Llastres, dedicadas fundamentalmente a la fabricación y reparación de redes de cerco.
En un esfuerzo por diversificar su actividad y a la vez mantener el oficio, las rederas de Llastres presentaron un proyecto que ha sido seleccionado por la Unión Europea y financiado a través del Fondo Europeo de la Pesca, junto con el de la rula y el centro de interpretación de la Cofradía de Pescadores de Puerto de Vega, en Navia.
«El oficio hay que aprenderlo, y no es del todo sencillo. En el mes de mayo organizamos un curso para intentar incorporar más gente a trabajar»
Con esos fondos han podido hacer frente a un proyecto largamente esperado: la apertura de una tienda donde vender artesanías y artículos de pesca. Se puede visitar en la nave industrial que ocupan desde que les fue concedida en 2011, frente a la sede de la Cofradía de Pescadores de Santa María de Sábada. María Teresa «Teté» Costales, considera que su actividad es importante y tiene futuro, por tanto confía en lograr que pronto se establezca un certificado que las acredite como profesionales y evite el intrusismo en la actividad.
-El proyecto presentado está financiado a través del Fondo Europeo de la Pesca. ¿Cómo surgió y en qué consiste?
-Esos fondos estaban destinados a la diversificación y el sostenimiento de la actividad. Nosotras no queríamos dejar de ser rederas, pero sí éramos conscientes de que la situación económica es complicada, y o bien hacíamos algo más, o llegaría un momento en que no sacaríamos ni para cubrir gastos. Hace años que empezamos a hacer pequeñas artesanías con nudos para vender en verano, y siempre estuvo ahí la idea de tener una tienda. Cuando nos instalamos en el antiguo astillero vimos que había posibilidad, pero para poner en marcha cualquier idea hace falta dinero, por eso presentamos nuestro proyecto.
-Y con eso, por fin, se pone en marcha la tienda.
-Sí, la tenemos dentro de la nave y también exponemos fuera. Vendemos nuestra artesanía, que hemos ido ampliando: llaveros, pulseras, collares, felpudos, salvamanteles… todo con cuerda y nudos. Vamos ampliando la variedad de artículos pero todo depende del trabajo que tengamos, porque primero nos debemos a los pescadores. El año pasado rompieron poco y pudimos dedicarnos a la artesanía; este año en cambio estamos algo desbordadas. Pero ahí seguimos.
También vendemos artículos de pesca, incluyendo cebo vivo. En Llastres hay mucha afición y aquí no había donde comprar nada.
En su tienda, en el puerto de Llastres, venden artesanía hecha con cuerda y nudos: llaveros, pulseras, felpudos, salvamanteles…
-¿Hay tradición en la zona de que este tipo de trabajo lo realicen las mujeres?
-La verdad es que no, ni aquí ni en el resto de Asturias. Así como en Galicia es habitual, aquí hay muy pocos lugares donde se vea a mujeres reparando redes. En Llastres lo que ocurría es que antes, cuando los barcos no estaban tan modernizados, se perdían muchos días de faena, que los hombres aprovechaban para reparar los aparejos. Las mujeres por su parte iban a trabajar a las conserveras.
-¿Es un trabajo complicado? ¿Necesita formación?
-En principio es un trabajo que puede hacer cualquiera, pero hacen falta conocimientos. El oficio hay que aprenderlo, y no es del todo sencillo. Precisamente en el mes de mayo organizamos un curso -algo que también valoró Bruselas- para enseñar e intentar incorporar más gente a trabajar. Date cuenta de que principalmente trabajamos en redes de cerco, que pueden medir hasta 600 metros de largo. Cuando hay una rotura grande necesitamos gente para moverla y repararla lo más rápido posible. De los diecisiete asistentes, sólo dos han continuado trabajando en esto.
-Además de la vertiente educativa y de formación, la actividad tiene también un enfoque turístico. ¿Qué acogida tiene?
-Hacemos nuestras visitas guiadas desde hace años. Le dedicamos unos 45 minutos, en los que explicamos cuáles son los distintos tipos de redes y en qué consiste el trabajo de las rederas. También invitamos a la gente a que pruebe a hacer unos nudos. Todo eso sirve para diversificar la actividad.