Hay una imagen que no se le borra de la memoria a quienes la han visto: la playa de Poniente abarrotada con miles de botellas de sidra, del verde característico, alzándose simultáneamente. Es quizá la estampa más mediática de una fiesta que tiene otros muchos momentos mágicos. Para comprobarlo, hay que irse a Gijón el último fin de semana de agosto.
Tradicionalmente, es siempre el último fin de semana del mes veraniego por excelencia. La cita, que va por su vigésimo cuarta edición, no deja de crecer en fama y asistencia cada año que pasa. Es fiesta de Interés Turístico Regional, e implica que miles de personas abarrotan las calles deseosas de participar en el particular homenaje de la ciudad de Gijón a la bebida tradicional asturiana.
Durante la celebración la ciudad se transforma en chigre. Decenas de actividades en distintos puntos recuerdan que la sidra, además de una bebida, es una forma de entender la vida, una cultura y hasta una actitud que se basa en compartir momentos y culines.
Una de las estampas más vistosas tiene lugar el viernes 28. La organización concentra en la Playa de Poniente al mayor número posible de personas dispuestas a escanciar. A todos se les provee de una botella mientras la playa se va llenando. Luego, a la orden del maestro de ceremonias todas las botellas se elevan sobre las cabezas y empieza un escanciado masivo que año tras año tiene como objetivo batir el récord Guinnes de escanciado al unísono. En esta ocasión seguro que se sobrepasará la marca de 2014, situada en 8.448 personas. La organización tiene pensado distribuir, por lo tanto, al menos 8.448 + 1 botellas (el campanu corre por cuenta de cada participante), para asegurarse el éxito. Para ello se cuenta con el entusiasmo popular que genera la cita, y de ahí en adelante, será lo que los gijoneses y los visitantes quieran.
Pero los días dan para mucho más. Desde principios de semana se nota que la ciudad está de fiesta. En los Jardines de la Reina se celebran los Mercadines de la Sidra y la Manzana, con stands diversos con productos locales, gastrónómicos y de artesanías tradicionales. Conviene saber que no hay mejores fechas que éstas para visitar los lagares y conocer el proceso de fabricación subiendo al Bus de la Sidra, que cada día hace su ruta hacia un lagar tradicional que abre sus instalaciones al público. Tampoco hay que dejar pasar los Cancios de chigre en la Plaza Mayor, ni el Concurso de Escanciadores, una cita oficial puntuable para el Campeonato de Asturias.
Por la noche, las llamadas Romerías urbanas completan el ambiente festivo de este homenaje de la ciudad de Gijón a la sidra.
El último día, domingo 30, tiene lugar la entrega de dos premios emblemáticos: el del Elogio de Oro, que concede un jurado especializado a la que considera mejor sidra del concurso; y el Premio del Público, basado en el criterio de los veinticinco catadores voluntarios, que prueban a ciegas todas las variedades que se les presentan. Allí estarán todos los lagareros participantes, acompañando además al numeroso público asistente que pasará la mañana haciendo su propia cata en los distintos stands, degustando sin prisas las mejores sidras de Asturias. Una ocasión única.
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