Siguiendo las huellas de la historia el camino nos lleva a Teverga, concejo integrante del Parque Natural Las Ubiñas-La Mesa. Algunos aseguran que es la belleza del paisaje lo que causa adicción a esta tierra, otros añaden que son las huellas de tiempos remotos, los más terrenales apuntan también a su gastronomía. La realidad es que el que se adentra en sus límites no puede más que repetir la visita. Por algo será.
Quien llega a este concejo del Principado de Asturias por vez primera tendrá ocasión de comprobar que esta tierra tuvo durante muchos años una importante actividad minera. De ella quedan los restos del castillete del Pozo San Jerónimo, en Santianes, que desafían altivos el paso del tiempo. La plataforma del antiguo ferrocarril que transportaba el carbón es ahora una senda verde de gran renombre: la Senda del Oso. Y el lavadero de carbón de Entrago, un naciente polígono industrial. Son las pruebas de una época reciente que ya ha dado su adiós definitivo.
Ahora Teverga es, principalmente, sinónimo de patrimonio natural. Y también de atractivo turístico. No es para menos: en tan sólo 168 kilómetros cuadrados alberga tanta riqueza natural que son necesarias muchas jornadas para conocer todas las posibilidades que muestra este entorno. Su relieve accidentado, rodeado por cordales montañosos en los cuatro puntos cardinales, discurre en tres grandes valles: Valdesantibáñez, Valdecarzana y Valdesampedro. El resultado es ideal para los que buscan zonas no estropeadas por la mano del hombre. Los caminantes encuentran aquí más de diecisiete rutas de montaña. Además, la orografía tevergana ha diseñado un espacio ideal para los deportes de aventura, y ya son muchos los que practican aquí la escalada, espeleología, cicloturismo, parapente, descenso de barrancos o el esquí de travesía. §
Parque Natural Las Ubiñas-La Mesa
De postre, colineta de avellana
Los postres preparados con ingredientes de la zona gozan de una más que merecida reputación. Hay que destacar la colineta, postre típico tevergano. Se prepara en el concejo aprovechando la abundancia de avellanos que hay en la zona y siguiendo una receta centenaria.