El mar se abre paso entre las playas de El Puntal y de Rodiles para luego ensancharse hacia el valle como si necesitara más espacio para sobrevivir. El resultado final, la Reserva Natural de la Ría de Villaviciosa, que además de un bello paraje es una cita permanente para el viajero.
Es en 1995 cuando estos ocho kilómetros de valle fluvial son declarados Reserva Natural Parcial. En la actualidad es considerado como uno los estuarios mejor conservados y de mayor valor ambiental del norte peninsular.
Además de belleza, este enclave tiene una extraordinaria riqueza biológica, que ha hecho de este lugar un estupendo refugio para las aves acuáticas en su larga migración: aquí paran para descansar y alimentarse, regalando al observador preciosas estampas.
Para conocer en profundidad todo este mundo se recomienda empezar la visita en el Centro de Interpretación de la Ría de Villaviciosa, donde guías de la naturaleza nos aconsejarán sobre los lugares para disfrutar de las mejores vistas de la avifauna y su entorno, así como rutas de senderismo para recorrer este espacio protegido con toda la familia.
Otra original forma de explorar la ría es navegando en una lancha tradicional. El patrón de la embarcación nos irá mostrando los distintos puntos de interés durante este paseo que dura aproximadamente una hora. Los más deportistas pueden animarse a conocer este estuario de aguas tranquilas sobre una canoa o practicando paddle surf. Varias empresas locales de turismo activo alquilan material, disponen de monitores especializados y de embarcaciones seguras para realizar estas y otras actividades.
Pero la Ría además de indudables valores naturales cuenta con abundantes recursos culturales y patrimoniales que bien merecen una visita.
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