En Valdedo continúa abierto Casa Fonso, uno de los establecimientos que forman parte de la historia del concejo.
Los ojos de Manuel Fernández, Fonso como todo el mundo lo conoce, han visto ya muchas cosas.
Sus padres inauguraron un bar-tienda en el año 1945 y él ha heredado el negocio que, a día de hoy, se sustenta principalmente gracias a la venta de material de construcción. «Al principio se vendían comestibles y material de ferretería pero a menor escala porque no había dinero y había que adaptarse a las necesidades de la gente -comenta Fonso-. Los pueblos que quedaban en el margen derecho del río Navia venían a comprar a mi casa y lo hacían con caballos. En el tiempo de las castañas es lo que traían y ellos cargaban harina, pellejos de vino… lo que cuadrara». Eran épocas de mucha necesidad, sobre todo por parte de las familias que tenían siete u ocho hijos y apenas tenían para darles de comer. Fonso recuerda que esto cambió ligeramente cuando se empezó a vender leche, las familias empezaron a tener más ingresos y la situación mejoró.
Pero si hay algo que le arranca una sonrisa de manera especial es recordar cómo estaba la tienda cuando instalaron la televisión. «Debió ser la primera que había en el pueblo -recuerda- y esto se llenaba. La gente venía a comprar y no tenían por dónde entrar porque había unas cincuenta personas viendo aquellas películas tan famosas que ponían los domingos. Cuando había boxeo y competía Cassius Clay, eran las dos o las tres de la mañana y la gente me gritaba desde la calle: ‘Manolo, que hay boxeo, levántate’. Y me tenía que levantar a ponerles la televisión».
Aunque ya queda poca gente en el pueblo, reconoce que donde más a gusto está es en el comercio porque todavía hay muchos paisanos que van a visitarlo, charlan y arreglan el país, como se hizo toda la vida. Como siempre la incertidumbre llega cuando se habla del futuro: de los dos sobrinos que tiene, Fonso no sabe si uno querrá hacerse cargo del negocio familiar pero viendo el bajón que pegó todo últimamente, tiene sus dudas. «Si no fuera por lo que vendemos de material de construcción teníamos que cerrar -asegura-. Fíjate que de comestibles ya no vendemos casi nada porque ahora vienen esos furgones que andan por los pueblos y a la gente le es mucho más cómodo porque te lo llevan a la puerta de casa».
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