La Primera Olimpiada se instauró en la Historia al mismo tiempo que apareció el alfabeto y la Ilíada: año 776 antes de Cristo ¿casualidad? Más bien no, pero constituyeron los cimientos culturales, sociales y políticos de Occidente. No seríamos como somos si en aquella época no hubieran inventado el alfabeto y las Olimpiadas, el primero como medio transmisor de cultura y religión y las segundas como ente cohesionante y pacificador.
Había que poner reglas y, sobre todo, freno a las continuas peleas veraniegas que arrasaban campos, haciendas e incluso vidas, las famosas “polis”, ciudades autónomas con un campo alrededor, que peleaban entre sí por la causa que fuera y que se llevaba por delante las mejores vidas.
Unos años atrás se había descubierto la salida a la presión social mediante la creación de “colonias” donde enviaban a los más problemáticos de sus habitantes. Un par de barcos o tres, un jefe de filas, algún elemento religioso o de adoración, unos acuerdos comerciales con los indígenas y ya estaba montada la “colonia”.
Entonces –para no alargarnos demasiado e innecesariamente– vino Heracles (Hércules) a solucionarles la vida y a fundar un lugar o recinto religioso: Olimpia, que como tal no era una ciudad con instalaciones deportivas, al contrario, era un Recinto sagrado dedicado desde la antigüedad a dioses tan distintos como Deméter, Cronos o Rea (1500 a.C) y posteriormente a Zeus, el padre de los dioses y los hombres. Poseía un Templo grandioso y otros menores, altares, murallas, un Bosque Sagrado, al que posteriormente se añadieron: gimnasio, palestra, vivienda para los sacerdotes y el estadio olímpico.
Se encuentra en el occidente del Peloponeso, en las cercanías de la ciudad de Elis donde un mes antes se concentraban todos los deportistas (llamarles atletas en aquella época es un tanto aventurado) que iban a participar y donde previamente “sufrían” la selección por parte de los “helanodikes” o jueces, que serían también los encargados de hacer cumplir las normas, vara en mano, a los reincidentes en las “trampas”, las salidas falsas, marrullerías o cualquier otro tipo de tomarse la ventaja por su cuenta. Su dictamen era asumido por todo el mundo sin rechistar y previamente a ser jueces –elegidos por sorteo entre los ciudadanos de Elis– eran instruidos durante diez meses para que su cometido fuera el más justo e irrebatible.
Los deportistas procedían de toda la Hélade y de ahí el nombre de Juegos Panhelénicos. Las mujeres tenían prohibido presenciar las competiciones y solamente se les permitía ser dueñas de una cuadra caballar que participase. ¿La pena por saltarse la norma? La muerte despeñándolas en el monte Tipeo, al lado de Olimpia. Con el paso del tiempo esta norma se relajó un poco y solo se prohibió la asistencia de las mujeres casadas. Las competiciones eran gimnásticas (gimnos: desnudo) así que los atletas debían competir despojados de cualquier atavío. Pero este no era el motivo de la prohibición.
Plano de Olimpia: 1: Propileo noreste; 2: Pritaneo; 3: Filipeo; 4: Templo de Hera; 5: Pelopio; 6: Ninfeo de Herodes Ático; 7: Metroo; 8: Zanes; 9: Paso subterráneo de acceso al estadio; 10: Estadio; 11: Pórtico del Eco; 12: Monumento de Ptolomeo II y Arsínoe; 13: Estoa de Hestia; 14: Edificio helenístico; 15: Templo de Zeus; 16: Altar de Zeus; 17: Exvoto de los aqueos; 18: Exvoto de Micito; 19: Pedestal de la Victoria de Peonio; 20: Gimnasio; 21: Palestra; 22: Teecoleón; 23: Heroon; 24: Taller de Fidias y basílica paleocristiana; 25: Baños del Cládeo; 26: Baños griegos; 27: Hostal; 28: Hostal; 29: Leonideo; 30: Baños del sur; 31: Buleuterio; 32: Estoa Sur; 33: Villa de Nerón.