Como con zapatos nuevos. Así hay que encarar el año que comienza, con ilusión, con proyectos, con objetivos, con ideas. Es cierto que lo económico acapara la atención y las preocupaciones de todos, que las previsiones no son optimistas y que se espera que vengan momentos de dificultad. Pero también es cierto que los encaramos en una posición ventajosa con respecto a otras comunidades, con la experiencia reciente de haber superado con la cabeza alta la profunda crisis minerometalúrgica; y lo hicimos, por qué no decirlo, con la ayuda valiosa de nuestro carácter, abierto, positivo y conciliador.
Asturias debe encarar la nueva situación con realismo y con propuestas concretas, renovando planteamientos para ajustarnos a un momento global de desaceleración económica que, ya parece claro, desembocará en recesión. Hay que ser prudentes y actuar con mesura, pero por encima de todas las cosas hay que buscar la unidad de criterios, las posiciones comunes, los puntos donde confluyen todas las opiniones por diversas que sean. Y lo que nos une a todos es la búsqueda de lo mejor para Asturias. Ese ha de ser el norte a la hora de tomar decisiones, al margen de ideologías y partidos. El entendimiento es posible en todas las ocasiones, pero yendo aún más allá, tratándose de los intereses de Asturias el consenso debe ser una obligación, un compromiso de la clase política asturiana. Lo contrario se entiende como una traición a los intereses generales, y al ánimo de los que cada cuatro años acudimos a elegir a nuestros representantes.
Por tanto, no es tolerable que se produzcan desencuentros como los que durante el pasado ejercicio llevaron a la paralización de los presupuestos, del dinero necesario para el desarrollo normalizado de nuestra comunidad. Y no es tolerable porque responde a la prevalencia de intereses que no son los de todos. Esa conclusión debe sacarse de lo sucedido, y ésa es también la lección que hay que aprender. A partir de ahí, y una vez que nuestro gobierno parece haberse encarrilado por fin, sólo resta caminar hacia delante.
De cara a este año que comienza lo que cabe es trabajar por lo común. Cierto que el panorama no es alentador. Nos aguardan temas como la reducción del empleo, el deterioro de la actividad económica del sector industrial, el estancamiento inmobiliario, las dificultades del apartado agrícola-ganadero, la caída del consumo y finalmente la evidencia de la recesión. Asturias, dicen, dejará de crecer por primera vez en quince años. Son malas noticias.
Todo eso no quiere decir que vayamos a dejarnos contagiar de la pesadumbre generalizada, ni que nos refugiemos en el derrotismo. Hemos aprendido. Sabemos que la iniciativa es importante, que hacen falta ideas y gente que las ponga en marcha con ilusión y con el apoyo de las instituciones. El escenario ha cambiado. Las reglas del juego son otras. Hay nuevas estrategias que habrá que definir. Estudiemos la situación y la manera de afrontarla, buscando las vías para continuar caminando.
Porque de eso sí sabemos, de luchas y salidas hacia delante. Y de algo estamos seguros: que Asturias se crece cuando sopla viento en contra. Lo sabemos, por historia y por espíritu, por tradición y por raza. Pero además, tenemos a favor algo que es nuestro sello particular, nuestra característica: el carácter afable y tolerante que nos define y que hace que quien viene aquí se enamore de Asturias.
No puede ser de otra manera: venga lo que venga, Asturias no va a perder la sonrisa. §