“Creo que hay que aprender emprendiendo”, me comentaba en una entrevista Daniel Suárez, emprendedor nato, impulsor de iniciativas como Paraíso Startup y cofundador y CEO de Zapiens, que opera desde el mismo Somiedo y trabaja desde ahí para empresas de todo el mundo. Decía que emprender era el mejor máster que se podía hacer y la verdad es que esta fórmula no solo le ha funcionado bien a él sino también a toda la tribu -como él lo llama- que se ha desplazado a este concejo a emprender y también a vivir.
Durante varios años, Dani se reunía todos los lunes con los chavales del pueblo -entre 12 y 15 años- en un taller de emprendimiento, “si se atreven a soñar desde pequeños luego podrán cambiar las cosas”, me decía. Los chavales montaron un gallinero en la escuela del pueblo, crearon varios equipos para gestionarlo y Dani los animó a que vendieran los huevos a través de una empresa. Así nace Avícola Somiedo, venta de huevos 100% ecológicos. El slogan que pensaron para comercializarlo no tenía desperdicio: ¡Los huevos de Somiedo… están de miedo!
La pasada semana se celebró en La Laboral de Gijón el primer Festival Nacional de Educación y Emprendimiento, organizado por la consejería de Ciencia e Innovación del Principado de Asturias, Valnalón Semillero de Empresas y Genyus School. Al evento asistieron cerca de 800 escolares de distintos centros educativos y se entregaron los Premios Nacionales Future Minds Fest 2024.
El objetivo con el que nace este Festival es, por un lado, fomentar las habilidades emprendedoras desde edades tempranas y, por otro, posicionar al Principado como referente a nivel nacional en la promoción de la cultura emprendedora.
Los Premios Future Minds se crean para reconocer los mejores proyectos educativos que presenten ideas novedosas y creativas que fomenten la capacidad del alumnado para pensar de manera innovadora y desarrollar soluciones originales a retos de la sociedad actual.
Seis proyectos asturianos y dos de Castilla y León fueron los ganadores de los Premios Future Minds. Se trataba de ideas tan innovadoras como un audífono para traducir idiomas; un proyecto Antikamikaces para disminuir los accidentes de tráfico; la iniciativa Slow Generation para concienciar los problemas medioambientales y ecológicos o la propuesta Cambiando días… mejorando vidas, entre otros.
Cada uno de estos proyectos y otros que no llegaron a la final, nacieron porque uno o varios de estos chavales en un momento determinado se atrevieron a soñar, a cuestionarse cosas, a reinventar, a aprender sobre la marcha para poder hacer cambios que sólo estaban en sus cabezas.
El germen de cualquier proyecto innovador parte siempre de una idea y para desarrollarla es necesaria imaginación y creatividad, dos cualidades que están presentes y muy activas en los niños y jóvenes que, además, tienen otra cualidad añadida, y es que no temen al fracaso. Y esto hay que aprovecharlo. ¿Cómo? Potenciando y enseñándoles a sacar partido a sus habilidades, a enfocar las cosas desde distintos puntos de vista, a ser y pensar en grupo, colaborando; a acercarse sin miedo a las nuevas tecnologías.
Estamos en un mundo cambiante y necesitamos a personas con altas dosis de iniciativa, de liderazgo y de valentía para saltar los obstáculos que nos trae la vida. Quien arriesga, tropieza, cae, se levanta y aprende tiene ventaja frente a los que no se atrevieron a dar el primer paso. Y todo eso se entrena y promueve desde la infancia. La edad ha dejado de ser una limitación. Puede que los más jóvenes no busquen la rentabilidad económica con sus proyectos, pero si se atreven y sacan adelante su idea será la mejor preparación que puedan tener para enfrentarse a los retos futuros. Será el mejor máster que puedan hacer.
Y en Asturias tenemos muy buena cantera. Según datos del último informe PISA que acabamos de conocer, los alumnos del Principado superan el promedio de la OCDE en Pensamiento Creativo (buscar soluciones diversas a problemas cotidianos, originalidad, no ceñirse a lo establecido). Han obtenido una puntuación de 34.1 por encima de la media de España que es 32.8 y del promedio de los países de la OCDE que se sitúa en el 32.7.
Las personas emprendedoras mueven el mundo, nos ayudan a avanzar como sociedad. Son los que hacen que suceda aquello que otros tan solo han imaginado o piensan que es imposible. Son los soñadores atrevidos.