El cambio climático está provocando importantes alteraciones en los ecosistemas: olas de calor, nevadas, inundaciones, sequías o tormentas cada vez más frecuentes e intensas, por poner algunos ejemplos.
En este número hablamos de las plagas que nos visitan y que parece que han venido para quedarse. Avispón asiático, polilla guatemalteca o la avispilla del castaño, un parásito que viene de Asia y que se extiende desde Galicia hacia Asturias, son algunas de las especies originales de países cálidos que llegan, se desarrollan, desplazan a las especies autóctonas y se asientan aquí porque el clima les es propicio.
Esto, que era impensable hace algún tiempo, a la larga puede traer graves consecuencias para la salud, además de provocar importantes pérdidas económicas como ya empezamos a padecer.
Pero en nuestra cabeza tenemos las cosas separadas: origen del problema y consecuencias. No relacionamos una cosa con otra, miramos el mundo a través de un cristal, cada uno de un color según su filosofía de vida. Prima el escepticismo, el restar importancia a las cosas, la búsqueda del placer, la comodidad. Se resta importancia a las consecuencias del cambio climatico: la tierra no tiembla por estas latitudes, los huracanes y las tormentas tropicales tienen lugar en otros sitios del planeta más conflictivos que vemos por la televisión. Pero resulta que la realidad está aquí, a nuestro alrededor, aunque el ser humano prefiera no mirarla y elija vivir en la ilusión.
Se esperan muchos cambios drásticos tanto a nivel climático como energético, lo avanzaba el científico Lovelock y los países ya se están preparando para ello. Sin alarmismos pero con realidad.
Con independencia de lo que hagamos a partir de ahora, los científicos aseguran que seguirá aumentando la temperatura, que hay conexión entre todo lo que está ocurriendo en el planeta y que nos aproximamos a un punto sin retorno que ya ha comenzado.
El ser humano ha sobrevivido a catástrofes, guerras y penurias y siempre ha salido reforzado porque a pesar de esta imagen frívola, en sus genes tiene la fuerza que le ayuda a luchar por la supervivencia. A lo mejor estamos ante un cambio de ciclo donde un buen shock puede ayudar a recobrar la cordura.