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lunes 2, diciembre 2024

Carlos Paniceres. “Hay que ganar la guerra y esto solo se hace desde la unidad”

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Carlos Paniceres es el consejero delegado de Transinsa (Ambulancias de Asturias) y también el presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo. Hace unos meses la salud le dijo basta y tuvo que dejar su cargo temporalmente, pero cuando en octubre vio la dimensión que cogía la pandemia él ya estaba recuperado y no dudó en ponerse el uniforme y trabajar con su gente.

Carlos Paniceres
Carlos Paniceres / Foto: Transinsa

Reconoce que están cansados y no solo físicamente. Llevan casi un año al pie del cañón, trabajando codo con codo con el virus, esquivándolo en cada servicio y sobre todo siendo la cara amable para muchas personas afectadas por el Covid.

Carlos Paniceres no es un jefe al uso. Cuando hablamos acaba de llegar de hacer un traslado a Santander, su voz transmite la convicción de quien sabe que está haciendo lo que tiene y quiere hacer, pero también un cierto agotamiento. Su compromiso humano con este trabajo le viene de familia, aprendió de sus padres a no decir que no, a responsabilizarse de su gente y a estar al pie del cañón sea la hora y el día que sea. ‘Las personas por encima de todo’, y esto se resume en su actitud. “Entiendo que el ánimo y el empuje se hace mejor desde la trinchera y el campo de batalla que desde un despacho”.

-Transinsa está siendo un ejemplo en cuanto a logística y funcionamiento. ¿Cómo estáis realizando esta gestión?
-Llevamos unos 18.500 traslados Covid desde que comenzó la pandemia. Hace un año, cuando se empezaba a hablar de los primeros casos en Canarias, nosotros hicimos una cosa fundamental que fue formar a la gente. Nuestra antigua directora, Begoña Martínez, que además era experta en temas de salud pública, gestionó todo el tema y comenzamos a enseñarle a la gente cómo quitar y poner los EPIS, las medidas higiénicas necesarias, limpieza de manos, distancia, mascarilla, aireación… Empezamos también a buscar fórmulas para desinfectar los vehículos y aunque en un inicio usamos ozono, después conseguimos un producto especial para pulverizar y ganar tiempo.

Pactado con el Servicio de Salud, se hizo una cosa que ha dado muy buen resultado que es tener una especie de mini red paralela a la habitual. No se podían mezclar los vehículos que estaban haciendo traslados Covid con el resto de las urgencias. Creamos la Red Covid que ha ido incrementándose y disminuyéndose en la medida de la demanda de servicios. Es un engranaje que tenemos que coordinar en todo momento con el SAMU 112 y, en el momento el que el sistema se satura, hay que mandar algún coche de refuerzo, pero intentamos que esa Red Covid asuma la mayor parte de estos traslados. Normalmente suele hacerlo en un 90%. Somos conscientes de que cada momento es una pelea, y todos los días tenemos a primera hora una reunión de trabajo entre los distintos departamentos para evaluar el día anterior y ver cómo se presenta el día.

“Hace un año, cuando se empezaba a hablar de los primeros casos en Canarias, nosotros hicimos una cosa fundamental que fue formar a la gente”

-¿Cómo se consigue que ningún miembro de la plantilla se haya contagiado trabajando estando en un contacto tan directo con el virus?
-Así como en la primera ola no tuvimos ningún contagio de Covid, y no me refiero solo al ámbito laboral sino también al familiar, en la segunda y tercera ola sí tuvimos mucha gente. Se contagian por algún familiar y alguno que sin saberlo vino a trabajar y contagió a algún compañero. Pero en lo que es el desempeño con los pacientes, no nos consta que haya habido ninguno. Me parece que ahora tenemos cerca de unas diecisiete personas entre aisladas y contagiadas. Esto nos provoca mucha tensión porque tenemos que mantener la actividad normal y hay que reforzar. Mandos intermedios, dirección y demás, están permanentemente movilizados con el uniforme dispuesto para cubrir los huecos que van surgiendo porque hay momentos en los que ni con esos diez vehículos. En la segunda ola hubo días de doscientos traslados diarios y estuvimos trabajamos con más de veinte vehículos solo destinados al tema Covid. Lo que está claro es que el nuestro tiene que ser un modelo flexible que nos permita movilidad. Llevamos casi un año, e igual que pasa en la sociedad, hay cansancio sobre todo a nivel psicológico. Piensa que la vida se reduce a que vienes a trabajar, te vas para casa, enciendes los telediarios y lo único que hay es Covid, restricciones horarias y casi no distingues entre fin de semana y semana. Yo por lo menos sí noto mucho agotamiento mental porque esto está empezando a ser muy largo.

-En medio de tanto esfuerzo, ¿se encuentran cosas positivas?
-Tenemos una muy buena noticia que hay que pone en valor. Hay que agradecer al Gobierno de Asturias y al SESPA que hayan tenido sensibilidad hacia nuestro sector y que a todos los técnicos de transporte sanitario los vacunasen de la primera dosis. Esta semana quedarán todos vacunados de la segunda. La verdad es que se agradece mucho que se les haya considerado como debe ser, como personal de primera línea. En otras comunidades autónomas no lo están haciendo y están teniendo muchas polémicas.

Equipo de ambulancias de Transinsa
Foto: Transinsa

“En nuestra organización, más que una empresa somos una familia. Yo creo que hay un tema de responsabilidad y compromiso por parte de todos con la función que estamos haciendo”

-Hay una parte asumida que es el cansancio físico, pero ¿cómo se gestiona el agotamiento emocional?
-En nuestra organización, más que una empresa somos una familia. Yo creo que hay un tema de responsabilidad y compromiso por parte de todos con la función que estamos haciendo. Hemos tenido reconocimientos importantes como que un técnico formase parte de las personas que recogieron el Premio Princesa de Asturias, pero por nuestra parte nos preocupamos de transmitir mucho ánimo y toda la dirección estamos al pie del cañón haciendo servicios. Creando equipo, empujando todos en la misma dirección, y la verdad es que no puedo decir más que alabanzas y dar las gracias. Hasta se presentaron voluntarios cuando hubo que reforzar el servicio. Cuando estás en una guerra, y esto lo es solo que contra un virus, la tropa tiene que estar a la altura y tengo que decir que la gente lo está.

Estos días nuestra directora general, igual que yo en su día lo hice, está recorriendo todas las bases de Asturias y los sitios donde tenemos ambulancias para escuchar los problemas que están teniendo, ver cosas que están pasando y transmitir ánimos. Cuando la gente se siente comprometida con su profesión, saben lo que hacen y la importancia que tiene, trabajan mucho mejor y más a gusto. También es cierto que hay días que todos estamos más animados que otros, pero la responsabilidad es permanente. Hemos tenido también un gran golpe emocional negativo que fue la muerte de Pablo, que fue una desgracia añadida. Él estaba en primera línea en un coche Covid y la verdad es que supuso un gran palo, empezar el año así no ha ayudado mucho. Nos dejó a todos en shock, pero también es verdad que el Covid no entiende de desgracias y no hay que bajar la guardia. Todos los días insistimos en reforzar las medidas porque sabemos que sigue ahí, está presente.

-¿Qué piensas cuándo ves esas macro fiestas de gente sin mascarilla?
-No quiero criminalizar a los jóvenes porque además tengo dos hijas de 22 y 19 años y entiendo que para la gente de esta edad está siendo muy duro. Cuando tienes diecinueve años lo que piensas es que no hay verano, no hay fiestas y no puedes estar con tus amigos. Esto es duro para todos y hay veces que hay que ponerse en su lugar. Evidentemente, esto en ningún caso justifica que no se tome en serio esta situación y que no adopten las medidas preventivas que tienen que tomar como el resto de la población. El problema es que, en muchas ocasiones, ellos son asintomáticos, pero son transmisores a sus propios padres o a los abuelos que tal vez son los más vulnerables. Entiendo que está siendo muy duro, pero una vez más pediría a todos responsabilidad y que piensen que hay que intentar evitar por todos los medios los contagios. Comprendo el agotamiento que tiene la sociedad y sé que es una de las consecuencias del Covid. La gente de las residencias está sin poder salir ni a pasear, los jóvenes no pueden hacer lo que le gusta y ahora hay una lacra terrible que se nos viene encima que va a ser la económica. El Covid no solo está destrozando muchísimas vidas, está afectando a la salud de mucha gente dejando secuelas físicas y mentales y las consecuencias económicas son muy preocupantes.

“Yo por lo menos sí noto mucho agotamiento mental porque esto está empezando a ser muy largo”

-¿Cómo se establece la prioridad entre salud y economía?
-Es una gestión complicadísima, no me gustaría estar en la piel de ningún político ahora mismo. Yo creo que aquí no hay colores, en todas las comunidades autónomas hay gobiernos de diferentes partidos y las polémicas existen en todos los lados. La gente lo está pasando muy mal, tienen créditos que pagar, a veces las ayudas no llegan como deberían y entiendo que para muchas familias esto es un drama porque pierden su forma de vida. Creo que hay que intentar, dentro de lo posible, compaginar y compatibilizar ambas realidades y evidentemente, quien las incumpla, que tenga las consecuentes sanciones. No debemos olvidar que la salud es prioritaria pero también es verdad que una economía destruida, miles de personas en paro, etc. también afecta a la salud y al bienestar de mucha gente. Es muy complicado buscar ese punto de equilibrio, pero hay que seguir peleando por él, tomando medidas quirúrgicas, de sentido común y sobre todo concienciar mucho a la sociedad.

-¿Por ejemplo?
-Hay cosas que no acabo de entender como por ejemplo lo de las mascarillas. Se está hablando de las FFP2 y FFP3 en vez de usar la quirúrgica, a la que además se le bajó el precio. Muchas de las que se usan de tela son más estéticas que sanitarias y lo que estamos sufriendo es una pandemia sanitaria. Las primeras están casi pensadas para industria de alta contaminación, cuando las mascarillas quirúrgicas tienen un alto grado de protección, pero vas por la calle y las que más se ven son las de tela. A veces me da la sensación de que en la televisión o los medios de comunicación salen responsables hablando de FFP2, ahora la FFP3, e incluso de las 4, cuando realmente las que no se están usando son las higiénicas y en todo caso las quirúrgicas. Yo crearía otro tipo de medidas educativas que no sean exclusivamente las de los cierres. Pero sigo diciendo que es muy complicado y las cifras ahora mismo son terribles.

“Cuando la gente se siente comprometida con su profesión, saben lo que hacen y la importancia que tiene, trabajan mucho mejor y más a gusto”

Carlos Paniceres con su compañera Lorena en la ambulancia de Transinsa
Foto: Transinsa

-Sumar en vez de restar, unir en lugar de dividir. Después de casi un año de pandemia, ¿todavía no hemos aprendido?
-En este país llevamos muchos años en los que hemos perdido ese consenso. Necesitamos acuerdos grandes de una gran mayoría y por desgracia llevamos demasiado tiempo sin llegar a ellos. Y es absurdo porque fueron fundamentales para construir el país que tenemos ahora y afrontar los grandes retos de España, como fue la integración en la Unión Europea o la transición modélica que se hizo. En muchas ocasiones, sí echo de menos esa generosidad y altura de miras más allá del regate en corto y de la crítica fácil. La verdad es que necesitamos más políticos de estado, que sepan que estamos en guerra y que en una situación así, incluso las diferencias que puede haber son nimiedades. Si tú analizas las medidas que toman las comunidades donde gobiernan distintos partidos políticos, son pocas las diferencias y esto se suma a que muchas veces se basan en prueba-error porque tampoco hay un manual. Ves cómo en algunos sitios sufrieron más en la primera ola, otros en la segunda y los que habían estado mejor ahora en la tercera están siendo muy golpeados como es el caso de Andalucía o Valencia. Claro que hacía falta un gran acuerdo de estado más allá de los populismos. El país lo necesita para salir de esto, sobre todo un gran acuerdo de reconstrucción nacional porque Europa nos va a exigir una serie de medidas muy fuertes y duras, no va a ser el maná en forma de dinero sin ningún tipo de sacrificio.

-¿Unidad por encima de todo?
-Primero hay que ganar la guerra y esto solo se hace desde la unidad y después hay que ser conscientes de que no ha habido ninguna posguerra que no haya sido muy difícil. Esto implica sacrificios, mucho trabajo y compromiso y ya empieza a haber datos que hablan de recuperación de cara al 2024. Se debería recuperar esa cultura que se perdió y que en su momento hubo de generosidad, altura de miras, y poner por delante lo que nos une y no lo que nos diferencia. Es una manera de hacer las cosas distinta y la necesitamos mucho en el país.

“La verdad es que necesitamos más políticos de estado que sepan que estamos en guerra y que en una situación así, incluso las diferencias que puede haber son nimiedades”

-¿Qué es lo que nos une?
-Evidentemente un proyecto de país y el haber hecho cosas muy buenas en base a una forma de ser y de entender. Es curioso porque España es un proyecto común de éxito, en el que hemos tenido grandes retos, el progreso en los años de democracia ha sido fantástico y hay veces que eso no lo ponemos en valor. Siempre pensamos que la gente de fuera lo hace mejor, cuando aquí las cosas se hicieron muy bien con distintos gobiernos. Creo que hay más cosas que nos unen que las que nos separan, lo que pasa es que cuando el foco de los políticos, que luego al final lo reflejan los medios de comunicación, se pone sobre lo malo, lo que consiguen es distanciarnos. La mayor parte de mi vida la viví en democracia y creo que somos un país de éxito donde habría que valorar mucho más la transición modélica y el avance social y económico. El país, sin ninguna duda, tiene cosas a mejorar, pero a veces somos muy cainitas.

-¿Tienes la sensación de que vamos constantemente por detrás del virus?
-Creo que vamos todos. Desde los americanos que son la primera potencia mundial hasta el resto. Fíjate que casi un año después, todavía no está claro dónde está el origen y ahora tenemos toda esta situación con las distintas cepas. Todavía hay muchas cosas que analizar y a veces se toman medidas para tapar hemorragias sobre la marcha.
Creo que también ha habido muchas voces, todo el mundo lee cosas contradictorias, se opina…, en los propios mensajes que nos mandaban desde la OMS hace un año, los expertos vaticinaban un escenario y luego ya ves cómo fueron las cosas. Esto es como las crisis económicas, que se analizan a posteriori. Todos vamos por detrás, no veo a nadie que se adelante, incluso los que sacaron pecho han tenido que vivir los cierres y sufrir el impacto. A lo mejor en algún momento determinado alguien acertó más que otro, pero nadie tiene la receta mágica para hacer las cosas mejor. El mundo va por detrás.

Paciente de Covid en una ambulancia de Transinsa
Foto: Transinsa

-Supongo que habrás vivido cientos de situaciones desde que comenzó todo esto, pero ¿qué has aprendido o estás aprendiendo tú con esta pandemia?
-He vivido muchas situaciones duras, pero si tuviese que decir algo me inclinaría por la vulnerabilidad del ser humano. Muchas veces nos creíamos dioses y con estas cosas nos hemos dado cuenta de que somos mucho más débiles de lo que nos parecía. Algo como un virus ha puesto al mundo patas arriba.

Se venía diciendo, hubo distintos avisos, y lo que está claro es que los países tendrán que hacer una reflexión y a través de los organismos internacionales tendrán que ponerlas en común y tomar medidas. Esta pandemia ha sacado lo mejor y lo peor de las personas. Recuerdo los primeros momentos, en los que vi a gente dar un paso al frente y asumir su profesión como tiene que ser y eso no es ser un héroe sino hacer lo que te toca en el momento apropiado. Y he visto a gente que no ha estado a la altura y deberían reflexionar porque deben tener la vocación equivocada. Esto es una enfermedad y los pacientes, tanto de Covid como del resto de cosas, se merecen todo.

Aquellas primeras semanas fueron terribles. Hoy se vive de otra manera, pero en aquel momento sí había silencio en el ámbito general y algunos seguían buscando fórmulas, inventando respiradores… faltaba de todo y mucha gente tiró de ingenio. Supongo que después de todo esto, se harán muchas películas y novelas relatando cómo fueron las cosas.

“Muchas veces nos creíamos dioses y con estas cosas nos hemos dado cuenta de que somos mucho más débiles de lo que nos parecía. Algo como un virus ha puesto al mundo patas arriba”

-¿Pasamos muy rápido del aplauso a la queja?
-A todo se le saca punta y está claro que cuando algo no se conoce es normal que se cometan errores. Hay algo que no podemos olvidar y es que el resto de las enfermedades siguen existiendo y tienen que seguir siendo atendidas. El paciente de Covid es tan héroe como el que tiene un cáncer.

-Tu padre compró una ambulancia y fue tu madre la que se puso al volante, algo nada habitual en aquella época. ¿Heredaste de ellos tu compromiso?
-Evidentemente tengo dos padres que han sido unos currantes natos y esas cosas se maman de pequeño. La responsabilidad y la forma de ser de tirar para adelante la aprendí de ellos. Son gente de primera línea, nunca se les ha puesto nada por delante, trabajaban las horas que hiciera falta, en las condiciones que fueran y como eso lo ves en casa, lo heredas. Yo no entiendo esto de otra manera y cuando hago lo que hago, no tiene que ver con el postureo sino porque soy consciente de que estoy donde tengo que estar por compromiso. Sabía que tenía que asumir los mismos riesgos que está asumiendo mi gente, estar con ellos en primera línea porque entiendo que esa parte de ánimo y de empuje se hace mejor desde la trinchera y el campo de batalla que desde un despacho. Además, hoy las nuevas tecnologías te permiten tomar decisiones desde cualquier punto en el que estés y no es incompatible una cosa con otra. Sé que ahora mismo tengo que estar aquí y concentrar todos los esfuerzos.

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