Es la primera vez en la historia de la Federación Asturiana de Concejos (FACC) que una mujer ostenta la presidencia. Y desde el mes de septiembre lo hace Cecilia Pérez, regidora en el concejo de El Franco. Su larga experiencia como alcaldesa en el occidente le ha servido para conocer de primera mano la política municipal, algo que sencillamente le apasiona.
-¿Qué supuso para usted asumir esta responsabilidad?
-Me hizo mucha ilusión sobre todo por ser mujer, porque era una asignatura pendiente que tenía la Federación de Concejos desde que empezó a funcionar hace veinticinco años y ya tocaba.
-También ocupa la vicepresidencia en el Consejo Territorial de la Federación Nacional.
-Sí, es algo simbólico que agradecí mucho porque es importante que Asturias esté representada en las vicepresidencias que tiene la Federación Nacional de Municipios.
-¿A qué retos se ha enfrentado el municipalismo?
-Pasamos unos momentos muy difíciles. La crisis se cebó también con los ayuntamientos y eso significó una serie de recortes muy duros. Por otra parte, la forma en cómo se estaban gestionando los ayuntamientos no era la más correcta y aunque la Ley de Sostenibilidad nos hizo mucho daño, también contribuyó a que hiciéramos borrón y cuenta nueva. Ahora en los municipios asturianos tenemos el doble de superávit que de deuda. Alrededor de treinta y cinco municipios no debemos nada y tenemos casi 500 millones de remanente de tesorería congelados en los bancos por las restricciones de la Ley de Sostenibilidad. La situación cambió muchísimo y yo creo que eso formó parte de la madurez municipal.
“Los ayuntamientos necesitamos al Principado y la Administración central nos necesita a nosotros”
Después llegó la Ley de Contratos del Sector Público, una ley que plantea bastantes exigencias y a las que a veces no podemos llegar. Lo más terrible son los plazos, que son muy largos y en muchos casos nos cuesta trabajo poder gastar ese dinero. Además, la restricción de la regla de gasto nos está paralizando e impide tener un presupuesto superior al gasto del ejercicio anterior. Dentro de un presupuesto público, tan malo es gastar poco como gastar mucho. Tenemos que ahorrar, pero lo justo.
-¿Hace falta más flexibilidad?
-Sí, porque el control presupuestario trimestral no va a faltar, lo cual me parece bien, pero de ahí a que se nos limite de tal forma la inversión o el gasto del superávit… En todo esto hay una parte interesada porque las otras administraciones, estatal y regional, tienen déficit y gracias a nuestro superávit se maquillan las cuentas que pasamos a Europa.
-¿La FACC demuestra que es posible entenderse a pesar de tener siglas diferentes?
-Una de las señas de identidad de la FACC es que siempre primó la unanimidad de los acuerdos. Aquí cada municipio tiene su forma de gestionar su política municipal y en la Federación lo único que hacemos es tratar de resolver los problemas que les afectan con independencia de su color. Somos muy respetuosos con la autonomía municipal.
-¿Qué otros temas están en su agenda?
-Por ejemplo, la digitalización de nuestros pueblos, el problema de televisión e Internet que tenemos -esto de forma especial en la zona rural-; también el presente y el futuro de las escuelas de 0 a 3 años que las gestionan los ayuntamientos y que, como no tenemos competencia para su gestión, lo hacemos a través de un convenio con la Consejería de Educación.
-Al final, ¿es todo una gran mesa de diálogo?
-Sí, en mi actividad siempre primó el diálogo por encima de todo y puede haber cosas que no tengan solución porque no lo permita la ley, pero hay muchas otras que sí. Con buena voluntad siempre se puede llegar a acuerdos.
-¿Las necesidades de las personas son las que determinan la vida municipal?
-Por supuesto, la municipal es la política más bonita y edificante porque tienes a los ciudadanos a pie de calle. Ellos no entienden de competencias y te trasladan sus problemas y peticiones para que los soluciones. A veces puedes y otras no, pero en cualquier caso pones los medios. Somos los que detectamos las necesidades, de ahí nacen servicios que no siendo de nuestra competencia propia los prestamos igualmente, como la escuela de 0 a 3 años, la Ayuda a Domicilio, la Oficina de Información Juvenil… pero esta cesión de competencias o encomienda tiene que tener una suficiente financiación económica. Y es una de las cuestiones que pone la FACC encima de la mesa.
-¿Es dura la política municipal?
-Al ser la política más cercana también es la más dura y frustrante porque no siempre tienes soluciones a los problemas. Y a veces es ingrata, porque el trabajo que se hace no se ve. Te exige una labor que no está retribuida, porque tenemos una limitación en número de personas con liberación parcial o total y tampoco contamos con presupuestos tan amplios. Hay una parte importantísima de dedicación, de ganas de hacer cosas por tu pueblo. Eso que conocemos por voluntariado existe dentro de los municipios desde hace muchísimo tiempo y lo ejercen los concejales. Hoy tenemos la suerte -y esto ocurre, por ejemplo, en El Franco- que tenemos mucha colaboración social a través de colectivos y asociaciones. Esto contribuye muchísimo a mejorar la calidad de vida de nuestros pueblos.
“Eso que conocemos por voluntariado existe dentro de los municipios desde hace muchísimo tiempo y lo ejercen los concejales”
-Acaba de llegar al cargo, pero ¿qué le gustaría dejar como legado?
-Suelo focalizar mi esfuerzo en el camino. Las necesidades que tiene ahora la FACC no difieren en nada de las que había con Ignacio García Palacios, el anterior presidente. Yo formé parte de su equipo y simplemente tomé el relevo del legado que dejó, tanto de las cosas excelentes que hizo como de las que quedaron pendientes.
Hay cuestiones que sí nos gustaría dejar encaminadas como la escuela de 0 a 3 años, la financiación municipal… lo que pasa es que a veces no dependen tanto de nosotros como de la Federación Española de Municipios y Provincias. Pero creo que el alcalde de Vigo está haciendo una gran labor. Ha mantenido ya algunas reuniones con Pedro Sánchez y confiamos en que puedan resolverse temas como la Regla del Gasto, el techo de gasto o la financiación municipal.
-¿Pinta bien la situación política autonómica para el municipalismo?
-Tengo esperanza en el Gobierno de Adrián Barbón. Al haber sido alcalde, tiene una sensibilidad especial con los municipios. Sabe que los ayuntamientos necesitamos al Principado y la Administración central nos necesita a nosotros. De hecho, la primera reunión que tuvo fue con todos los alcaldes, algo muy significativo. Creo que todo aquel que se quiera meter en política y asumir una responsabilidad superior debería tener en su currículum el haber pasado por un municipio, algo imprescindible.
-Después de muchos años gobernando en El Franco sigue consiguiendo una mayoría absoluta. ¿Cuál es su clave?
-Trabajo mucho porque me encanta, pero mi clave es mi equipo. Me gusta delegar y dejar que los concejales hagan su trabajo. Y sin desmerecer para nada los anteriores, tengo un equipo excelente en este momento.
Bajo mi punto de vista, ser conciliador es importante. Por encima de todo evito las guerras porque lo que recibo encima de mi mesa normalmente son conflictos. Creo que soy firme y justa en las decisiones en el sentido de que procuro que no existan agravios comparativos dentro de mi municipio. Soy clara y sincera con lo que se puede o no se puede hacer, porque cuando hay una norma hay que acatarla y todos tenemos que hacerlo.
«Hay una gran diferencia entre que la política la haga un hombre a una mujer, y creo que esa impronta la marcamos en todos los espacios que ocupamos. Gobernamos diferente porque somos diferentes. Somos iguales en derechos, pero no iguales como personas»
-Después de diecisiete años como alcaldesa de forma ininterrumpida, ¿cómo ejerce la conciliación?
-No es fácil, fue un precio que tuve que pagar. Tengo familia y ella ha sido y es la gran sufridora de mi trabajo. Este trabajo me exige una dedicación podría decirte que total, pero a pesar de lo que me supuso, lo doy por bueno porque creo que hice lo que quería.
-¿Es un ejercicio de resistencia?
-Bueno, pero hay que entender que yo vengo de la empresa privada y siempre fui autónoma. Empecé en el 86 a trabajar con una empresa propia de asesoramiento de empresas que compartía con otra persona. Mis bajas maternales eran de quince días, mis gripes fueron muy rápidas, trabajaba en vacaciones y había épocas en las que estaba hasta las 2 o las 3 de la mañana porque había que sacar el trabajo adelante. El trabajo que tengo ahora me encanta, pero esto tiene que tener fecha de fin porque es muy duro. Reconozco que el día que lo deje tendré que hacer terapia.
-Siempre se ha dicho que las mujeres somos más “multitarea” que los hombres. ¿Esto puede favorecer a la hora de regir un municipio?
-Gobernamos diferente porque somos diferentes. Somos iguales en derechos, pero no iguales como personas. Hay una gran diferencia entre que la política la haga un hombre a una mujer, y creo que esa impronta la marcamos en todos los espacios que ocupamos. No voy a decir que vaya a ser mejor ni peor, eso lo dirán los ciudadanos y los hechos, pero tenemos una forma diferente de ver y afrontar las cosas.
Bajo mi punto de vista ellos son más peleones y nosotras más conciliadoras, más empáticas. Somos más propensas a ponernos en el sitio de los demás.