Su amor por los animales es el eje principal que guía su vida, el mismo que le ha hecho girar el rumbo cuando era necesario. Y precisamente por eso, Claudia Cantón no es una veterinaria al uso. La quiropráctica asturiana solo necesita sus manos para impartir una medicina que entiende la salud como un conjunto.
Es ovetense de nacimiento pero confiesa que su esencia es rural y se siente piloñesa. Si además fuera un personaje de Juego de Tronos tal vez acumularía varios títulos nobiliarios. Podría ser la mujer liberadora de tensiones, la exploradora de mundos o la guerrera empedernida, pero sin duda, un alma libre que no entiende de ceñirse a conceptos conservadores, por antiguos que fueren, que no mejoren la calidad de vida de los caballos y otros animales.
Ella misma se define como “un bicho de aire libre”, por eso, a esta veterinaria licenciada en la Universidad de Cardenal-Herrera de Valencia y especializada en quiropráctica, lo más frecuente es encontrarla sonriente, en algún punto de la cornisa cantábrica, enfundada en su mono de trabajo y manipulando el cuerpo de algún caballo.
-Al inicio de tu carrera profesional estabas muy involucrada en proyectos con fauna salvaje. ¿Por qué el giro hacia el mundo equino?
-En realidad empecé la carrera pensando en dedicarme a los caballos, con los que siempre tuve un vínculo deportivo y emocional, pero el mundo de los equinos es como es, y a veces, se les trata como herramientas de trabajo. En segundo de carrera descubrí el concepto de Medicina de la conservación que trata de trabajar todo en vínculo y unificación, busca la salud unitaria tanto para el ecosistema como para los animales y las personas. Me pareció súper bonito y la manera de vincularme con ello era trabajar con fauna salvaje, donde podías rehabilitar animales para luego liberarlos. Estuve varios años con esto, los primeros en prácticas con la Universidad. Estuve en Doñana en el proyecto del lince, en Cáceres con el águila imperial, en Ciudad Real en un centro de especies cinegéticas, en Asturias con el ICAD en proyectos de aves alpinas, en Redes haciendo descastes debido al tema de la sarna y también en otros proyectos fuera de España. Pero luego vino la crisis, empezaron a cerrar muchos centros de recuperación de fauna y para acceder a este tipo de proyectos estaba muy complicado y lo que se daba estaba adjudicado a dedo. Las circunstancias eran las que eran, así que tuve que irme a un plan B con los caballos porque no iba a estar dándome cabezazos contra la pared.
-¿Por qué elegiste medicina quiropráctica en tu planteamiento profesional?
-Un amigo veterinario que estaba en el mundo del raid fue quien me informó de lo que se estaba moviendo en ese momento, una terapia complementaria a la medicina convencional, que ya sabemos que tira siempre de antibiótico y antiinflamatorio. Además yo había adoptado a Hrast, un perro politraumatizado que venía de una protectora de Valencia. Lo habían atropellado y se había roto el cúbito, el radio y las dos caderas, era un cuadro. Había que probar otras herramientas porque lo que no quería era tenerlo a antiinflamatorios eternamente y acabar con sus riñones, así que buscando alternativas para sus problemas locomotores probé con la quiropraxia y tuve buenos resultados. Más tarde también tuve ocasión de probarlo en mí misma. Así fue un poco el comienzo, algo circunstancial y también consecuencia de adaptarme, de no obcecarme con algo, porque al final somos lo que comemos y lo que practicamos.
“Siempre me sentí más a gusto teniendo enfrente a un animal que a una persona, me resultaba más fácil comunicarme con ellos. Luego con los años aprendes a comunicarte, vas perdiendo esas timideces y esas cosas que te suponían apuro forman parte de tus herramientas de supervivencia”
-¿Cómo comprobaste los efectos de la quiro en tu cuerpo?
-Yo hacía acrobacias en tela pero tuve una fractura vertebral y dos costillas rotas, y claro, en el médico te hacen una placa, ven la fisura y te mandan estar inmovilizada completamente durante un mes y que cuando te levantes te pongas un corsé para hacerlo y luego a esperar a que consolide. Y luego la vía de rehabilitación era ir, te hacían una placa y te decían, “va bien, vete para casa”, ni siquiera te tocaban para ver el rango de movimientos, algo alucinante. Era una visita de médico de cinco minutos muy protocolaria, así que me tenía que buscar la vida para curarme lo antes posible. Busqué rehabilitarme haciendo cosas que me beneficiasen: acupuntura, quiro y masaje para activar circulación, herramientas y terapias manuales que están activando los tejidos directamente, a diferencia de la pastilla que va a nivel sistémico. Las pautas que daban antes en terapias de rehabilitación de moverse lo menos posible y tomarse el antiinflamatorio están completamente obsoletas porque, a no ser que haya una rotura, cuanto antes empieces a activar los tejidos mucho mejor. Y una semana de inmovilización ya supone unos procesos degenerativos en tu cuerpo que no vas a poder recuperar jamás.
-¿En qué consiste tu trabajo? ¿Cómo se lleva a cabo un ajuste quiropráctico?
-Como quiropráctica trabajo sobre todo a nivel óseo, lo que hago es manipular la columna, desde el occipital al sacro. Por la columna vertebral pasa la médula espinal y entre vertebra y vértebra van saliendo ramas nerviosas que a su vez van inervando diferentes partes del cuerpo: manos, corazón, extremidades posteriores… Cuando hay un bloqueo en vértebras hago el ajuste, lo que llaman el crack, el golpe. Lo que consigues es desbloquear esa zona y que la información que a lo mejor con un pinzamiento nervioso estaba llegando a un 60 o a un 80% pueda hacerlo al 100%. De esta forma, estimulando el sistema nervioso y liberando al mismo tiempo, estás tratando todo el cuerpo hasta el casco, el pie del caballo.
A veces las restricciones de movimiento vienen por una cuestión muscular porque el animal esté muy contracturado, y aunque tú hagas la manipulación quiropráctica sigue habiendo una cierta limitación. En estos casos, como complemento, utilizo la herramienta de radio frecuencia. Con ella llego mejor a tejidos blandos, suelto más el músculo, los ligamentos, tendones y cuando hay un problema de una lesión me ayuda a regenerar todos esos tejidos con más facilidad porque es un bioestimulador.
“Los caballos funcionan completamente desde la confianza. Si confían en ti, haces de ellos lo que quieres porque se dejan, porque quieren hacerlo y participan”
-Antes de empezar la entrevista mencionaste que no eras veterinaria vocacional, ¿hacia dónde apuntaba tu vocación?
-Soy y seré una forestal frustrada, tengo un gran vínculo con la naturaleza, me gusta estar en contacto con ella y también tengo una vena muy romántica, quizás de ahí venga lo de la fauna salvaje. De niña dormía con un libro de árboles en la mesita de noche, aunque al mismo tiempo, cuando estaba en casa de mis abuelos de Infiesto, prefería estar con los perros, gatos, y gallinas. Siempre me sentí más a gusto teniendo enfrente a un animal que a una persona, me resultaba más fácil comunicarme con ellos. Luego con los años aprendes a comunicarte, vas perdiendo esas timideces y esas cosas que te suponían apuro las tienes más que superadas y forman parte de tus herramientas de supervivencia.
-¿Sigues conservando esa facilidad para comunicarte con los animales?
-Desde luego, creo que es una de mis cualidades innatas como veterinaria. A veces, cuando voy a tratar caballos, los dueños me advierten de que son ariscos pero luego, ellos mismos se sorprenden cuando, de repente, los caballos bajan su nivel de energía, se sienten super relajados y acaban bostezando y los propietarios también al verlos a ellos. Es algo que me ayuda en mi carrera profesional. Creo que les transmito calma y seguridad, sobre todo con herbívoros como los caballos que se sienten presa. Como nosotros somos depredadores hay que hacerles comprender que estás a su nivel, que no vienes como alguien invasivo o alguien que les va a hacer algo malo.
“Es alucinante como un caballo hecho polvo es capaz de no mostrar ningún síntoma de dolor. La naturaleza es muy sabia y un animal débil sería el primero en ser entregado a los lobos en caso de ataque”
-¿Cómo consigues transmitirles esto?
-Respetando sus tiempos y las distancias. Antes de empezar a tocar a un caballo, dejo un tiempo para que me huela, a lo mejor me acerco y luego retrocedo dos pasos para observarlo, para que me acepte y no me vea como depredador. Voy poco a poco, gasto cinco minutos en esto, pero es un tiempo que lo gano luego, porque sino sería estar batallando con el animal que no sabe qué le vienes a hacer. Los caballos funcionan completamente desde la confianza. Si confían en ti, haces de ellos lo que quieres porque se dejan, porque quieren hacerlo y participan. En cuanto veo síntomas de que me están comprendiendo sé que va bien la cosa, porque se van a soltar más fácilmente y el tratamiento, a la larga, será más eficaz. Hay que enseñarles y esto me gusta transmitirlo también a los propietarios para que se den cuenta que hay otras maneras de comunicarse con ellos. Desde la cultura de la que venimos, un poco machista, se trabaja con estos animales tan sensibles desde la dominancia y, al final, ves caballos super tensos, que aunque los manipules no aflojan ni queriendo.
-¿Y los casos en los que es especialmente difícil?
-Esto puede ser por naturaleza, en la manada también hay animales que están seleccionados biológicamente para dar la voz de alarma, están siempre alerta. Luego también influye el carácter de cada animal.
-¿El carácter complicado de un caballo puede estar originado por alguna dolencia imperceptible a los ojos del observador?
-Los caballos, al ser seres de manada, gregarios y a la vez presa, son animales super estoicos. No muestran signos de debilidad porque si lo hicieran serían vulnerables. La naturaleza es muy sabia y un animal débil sería el primero en ser entregado a los lobos en caso de ataque, por así decirlo. Es alucinante cómo un caballo hecho polvo es capaz de no mostrar ningún síntoma de dolor. En ocasiones no muestra ninguno pero solo viendo cómo le ponen la montura, viendo los roces y las marcas que esta genera ya piensas: ¡dios mío de mi vida, qué amorín de caballo! ¡Qué capacidad de estoicidad! Es como el perro que lleva toda su vida atado a una cadena, como no conoce otra cosa es capaz de vivir así; no puedes decir que sea feliz pero tampoco que no lo sea.
En los casos en los que hay mucha molestia, lleva mucho tiempo y está cronificada, el caballo tarda en mostrar los síntomas de liberación. A base de una comunicación inicial, tienes que seguir ahondando para que sepa que vienes a ayudarle, y hay diferentes herramientas para ello. Al final del tratamiento, cuando realmente el caballo se expresa, ves que un animal que a lo mejor lleva años sin poder liberar esa tensión llega a bostezar veinte veces seguidas.
-¿Se puede decir que el bostezo es la máxima expresión de liberación?
-Sí, el primer síntoma puede ser el pestañeo o masticar y mover los dientes, porque cuando hay tensión, tanto en personas como en animales, se traba la mandíbula, se queda bloqueada. Luego está el suspiro, y después el bostezo, aunque lo máximo es el bostezo con prolapso del tercer párpado, cuando sacan el tercer parpado entonces ya lo tengo todo.
“Tenemos una carencia educacional de noción postural y eso a nivel de equitación influye mucho. A nivel biomécanico tengo una visión del caballo, pero sin quererlo entras en la biomecánica del jinete”
-¿En qué medida es fundamental mejorar la relación caballo – jinete?
-Tenemos una carencia educacional de noción postural y eso a nivel de equitación influye mucho. Muchas veces le pregunto a los jinetes cómo colocan la montura y les mando subir porque la postura repercute mucho en el caballo y sus lesiones se ven reflejadas en el animal. Es muy importante el reparto del peso en la montura a nivel del dorso. Yo no me meto en problemas más viscerales, pero sí hay una tendencia a intentar valorar el conjunto de todo, es una visión muy holística. A nivel biomécanico tengo una visión del caballo, pero sin quererlo entras en la biomecánica del jinete.
Me gusta trabajar con caballos de deporte, pero todavía más con caballos de deporte de gente que no tiene muchos conceptos de equitación porque es más fácil llegar a estas personas. Hay jinetes que montan a otros niveles que se sienten ofendidos si les corriges en cómo colocan la montura; creen que tienen los conceptos de equitación, aunque no es así. Yo siempre lo hago desde la humildad y dependiendo del carácter de las personas cuesta más o menos pero, al final, los conceptos no caen en saco roto porque cuando acuden a un tratamiento quiropráctico es porque quieren ayudar al rendimiento deportivo de los caballos o a que su caballo tenga una mayor calidad de vida.
-Siendo mujer e iniciándose en la quiropraxia, una disciplina diferente a la convencional, no lo tendrías fácil. ¿Tuviste dudas, fueron difíciles los comienzos?
-Sí fueron difíciles, y es cierto que a mí misma me hizo dudar, porque en España no había todavía nada fidedigno y homologado en quiropráctica y para formarme tuve que ir a Alemania. Además, la fisura vertebral la tuve cuando estaba haciendo la formación y no sabía cómo iba a responder mi cuerpo porque el ajuste quiropráctico es un trabajo muy físico. Después de pasarme un mes inmovilizada no sabía si realmente iba a poder ser capaz de seguir desarrollando este embolado en el que había invertido tiempo y dinero. Me preguntaba ¿y si luego no valgo?, ¿y si no consigo eficacia en los tratamientos? Entonces me di cuenta que mi manera de seguir era continuar trabajando con mi cuerpo. Tenía formación y ya había hecho yoga antes de empezar a hacer la quiro, pero vi que iba a necesitarlo mucho más para tener una condición física capaz de desarrollar esta terapia.
-Llevas ya seis años ejerciendo como veterinaria quiropráctica. ¿Es un mundo sin límite para seguir aprendiendo?
-Claro, completamente. Yo si no trabajo con el corazón soy incapaz de trabajar; mi finalidad es ayudar a los caballos y dar herramientas a los jinetes para que tengan mejores métodos. Por eso en mis terapias no solo ayudo a los caballos, también ayudo a los jinetes a que tengan una mejor comunicación. Y claro que me queda por aprender, ahora para agosto, hice la solicitud para un curso de ajuste de monturas en Alemania y más adelante quiero también hacer una formación muy interesante sobre Métodos de entrenamiento en diferentes disciplinas. Me interesa porque yo trabajo tanto en caballos de doma como de salto, de hipódromo o raid, de TREC y de reining, una disciplina que desconocía y que aborda los típicos ejercicios que hacen los cowboys para dirigir a las vacas por el monte. La cuestión es que todo esto cuesta una pasta, así que para poder seguir invirtiendo en material y formación, además de los tratamientos de quiro que hago por el norte de España, también trabajo en cosas que no tienen nada que ver con mi especialidad. Por ejemplo, una asociación que trabaja con el caballo de montaña en Asturias me contrató para tomar medidas en caballos percheros de carne, y voy por los pueblecitos de Asturias haciendo valoraciones.
-¿También es posible encontrarte en una clínica veterinaria ovetense, no?
-Sí, cuando empecé fui a ofrecer mis servicios a todas las clínicas veterinarias de Gijón y al 80% de las de Oviedo, y de todas ellas solo conseguí trabajar con una, es algo alucinante. Y hay que ver cómo me miraban algunos…, a lo mejor tendría que haber ido una segunda vez pero me daba mucha pereza. Que me busquen ellos, si les interesa.
A la clínica llega gente con casos a la desesperada, es lo que ocurre con la quiropraxia. Llega gente que ha tratado de solucionar un problema con la medicina convencional y que si no le da resultado buscan un ajuste quiropráctico. Y de repente ven que sin necesidad de medicación, ni de nada, sus animales se ven muy beneficiados.
“La equitación conserva cosas que están obsoletas, como lo de montar el caballo siempre por el lado izquierdo, algo que viene del Medievo, de cuando llevábamos la espada puesta”
-¿Tu amor por los animales ha ido dirigiendo los pasos de tu vida?
-Pues sí, totalmente, al final se resume en eso. Al principio, cuando cambié la visión de veterinaria del caballo por la de fauna salvaje, fue porque no quería regirme por pautas estandarizadas y protocolarias de anestesiar e infiltrar. Los caballos de doma y salto vienen regidos por una medicina muy conservadora en la que lo que se hace es infiltrar a los animales con corticoides, que es pan para hoy y hambre para mañana. En realidad se trata de anestesiarlos para que tengan una mayor vida deportiva para el beneficio del interés del jinete. Por eso, cuando descubrí que hay otras maneras de hacer las cosas pude volver a los caballos con un plan B, eficaz y complementario. Hay compañeros veterinarios que todavía nos juzgan, gente que nos ve como si fuéramos chamanes porque trabajamos con las manos, y nos estandarizan, pero yo no soy una radical en ningún sentido. Trabajo con la quiro en el sistema locomotor y biomecánico, pero si en un momento determinado hay que dar un antiinflamatorio o un antibiótico, también lo hago.
-¿Existe el miedo a lo diferente en el mundo de la equitación?
-Por supuesto, por mi experiencia veo que vivir en una península, separados por una cordillera, nos hace a los españoles ser un poco conservadores. Francia, que es un país centro europeo con influencias de Suiza, Alemania, Bélgica, Italia… tiene otra mentalidad más abierta. Es una cuestión de mentalidad, de herencia genética y herencia histórica que nos hace cerrarnos a un montón de cosas.
Y la equitación conserva cosas que están obsoletas, como lo de montar el caballo siempre por el lado izquierdo, algo que viene del Medievo, de cuando llevábamos la espada puesta. Esto se sigue conservando, y si tú siempre estás subiendo por el lado izquierdo, elevando siempre la pierna derecha por encima del caballo, vas a hacer que esa cadera la tengas más abierta que la izquierda.
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“Hay compañeros veterinarios que todavía nos juzgan, gente que nos ve como si fuéramos chamanes porque trabajamos con las manos, y nos estandarizan, pero yo no soy una radical en ningún sentido”
-¿Cuál ha sido el momento más difícil de tu vida en lo personal y profesional?
-El más difícil fue cuando estando en Latinoamérica, donde había conseguido trabajar en un proyecto del oso hormiguero y me había aceptado también para otro del jaguar, me ocurrió una situación personal que me hizo volver a Europa. Después de haber estado tanto tiempo intentando desarrollarme con fauna salvaje, primero estuve en Italia con una beca postgrado en la Universidad de Torino y luego me fui a Argentina, mi plan se truncó y tuve que volver a España donde inicialmente me puse a trabajar de camarera. Fue sin duda el momento más complicado porque después de la experiencia vivida me veía aquí y era como haber tirado por la borda las prácticas de ocho o diez años. Y como en este país eran cuatro los que podían seguir con fauna salvaje y yo no valgo para hacer la pelota, soy demasiado rebelde para eso, me planteé un plan diferente y especializarme en medicina quiropráctica.
-Visto que además eres un espíritu libre ¿esta podría ser una etapa más de tu vida, pero no la última?
-Yo creo que a estas alturas los caballos ya no los voy a dejar en la vida, de hecho, tengo proyectos de futuro con algunos potros y caballos jubilados. Además, la hija de mi compañero tiene mucha afición, me acompaña a trabajar y yo se lo estoy transmitiendo, así que no creo que vaya a abandonarlos. Todo lo que estoy invirtiendo es para seguir creciendo en esta línea y seguir formándome en temas como punción seca, pautas de entrenamiento, etc. Los caballos me transmiten mucho al ponerme delante de ellos, me dan mucha paz, pero también es verdad que nunca digas nunca jamás, la vida da muchas vueltas.
Gracias Belén!! Va a ser, que es un placer compartirnos!!!! ; )
Maravillosa entrevista .Claudia es una gran profesional y lo más importante ,es una maravillosa persona con un corazón muy grande y nos lo demuestra cada día 🥰.No dejes tus sueños y sigue siendo un espíritu libre😘❤️