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sábado 14, diciembre 2024

Eduardo Castejón: “La vida es incertidumbre pura y dura”

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Actor de cine, teatro y televisión, director y guionista, modelo, abogado… A Eduardo Castejón es difícil encasillarlo. Pero si hay algo que le apasiona por encima de todo eso es la interpretación. Empezó con clases de teatro en el colegio y le enganchó de tal manera que, aunque lo intentó, ya no pudo dejarlo.

Si hablamos de cine habría que mencionar ciertas películas como Las guerras del narcotráfico, El extranjero o Los 7 de Lucifer. Si pasamos a series hay algunas vitales en su carrera como LJ Detective, Cuéntame cómo pasó, Servir y Proteger u Hospital Central. ¿Teatro? Pues La Princesa prometida, Don Juan Tenorio o El español más desgraciado amante, Mazías (La poesía mata), pueden ser tres buenos ejemplos. Imposible enumerar todo su currículum sin dejarse algo atrás.

A Eduardo Castejón la vida lo ha tratado bien y mal. Bien porque le ha permitido estudiar y trabajar como abogado, ser Míster Universo en 2006, presentar concursos de belleza y, sobre todo, dedicarse a la interpretación que es lo que realmente le da la vida. Mal porque tuvo que aprender demasiado pronto el significado del verbo perder, aunque lo hizo con nota. Sorprende la fortaleza, la claridad de ideas y la sinceridad con la que cuenta cómo un cáncer le arrebató primero a un hermano, después a su padre y, más tarde, a su otro hermano. Dice que la auténtica heroína de la historia es su madre, que sobrevivió a todo con una fuerza sobrenatural, pero él ha sido digno heredero de su resiliencia. La vida le enseñó que los planes se hacen al día y que, si puedes disfrutar hoy de estar con los tuyos, mejor no lo dejes para mañana. Asegura que se lleva bien con el paso del tiempo y que, ojalá, siga pasando y tenga el privilegio de hacerse viejo. Se declara amante incondicional de los animales y no hay nada que lo cabree más que la superioridad con la que los trata el ser humano. Por el contrario, el cabreo desaparece en cuanto puede disfrutar de ellos.

Hables de lo que hables con él, destila pasión y ganas de vivir. Actualmente está inmerso en la preparación del rodaje de su próxima película Tras los pasos de la rubia platino que comenzará en el mes de abril. Dirigida y protagonizada por él junto con David V. Muro, cuenta con actores de la talla de Pepe Ruiz, Zorion Eguileor, María Luisa Merlo, Teo García, Nuria Gallardo, Daria Krauzo, Alberto Vázquez o Carlos Urrutia entre otros.

-¿Qué querías ser de mayor?
-Desde crío, siempre quise ser actor. Bueno, cuando era muy pequeño quería meter un gol en la final del mundial de fútbol (el gol que hiciera que ganásemos el partido). Toda mi vida hice deporte, pero me empecé a aficionar al arte dramático y además me encantaba el cine. Devoraba películas y tuve la suerte de que uno de mis profesores era dramaturgo y daba clases de teatro en el colegio. Teníamos horario partido y, a la hora de comer, tres días a la semana, este señor ensayaba alguna obra con los alumnos. Ahí empecé a hacer teatro y me gustó mucho.

“Cuando acabé la carrera me retiré de todo. Estuve un par de años intentando ser sólo abogado por eso de que ‘ser actor era un sueño de niño’, había que madurar y, de alguna manera, intentar seguir el guion y las líneas marcadas. Pero me faltaba algo”

Eduardo Castejón, actor de cine, teatro y televisión, director y guionista, modelo, abogado -¿Y cómo acaba un niño que quería ser actor, siendo abogado y Míster Universo?
-Cuando empecé a estudiar Derecho era licenciatura así que no hacía falta ir a clase. El primer año lo estudié en Oviedo, pero los siguientes me marché a Madrid, seguí estudiando y, en paralelo, hice Arte dramático en la Escuela de Cristina Rota. Cuando acabé la carrera me retiré de todo. Estuve un par de años intentando ser sólo abogado por eso de que “ser actor era un sueño de niño”, había que madurar y, de alguna manera, intentar seguir las líneas marcadas… pero me faltaba algo.
Empezaron a llamarme de Madrid, me ofrecieron pequeños papeles en series y obras de teatro, pero como estaba trabajando en Oviedo no podía hacer nada. Notaba cómo me iba reconcomiendo por dentro, así que empecé montando y dirigiendo aquí una obra de teatro: La princesa prometida (es mi peli favorita e hice una adaptación y fue muy bonito, con unos duelos de esgrima chulísimos y muy divertida). Después ya no pude parar. Aguanté unos años más combinando lo de actuar con trabajar de abogado, pero era prácticamente imposible.
Por el medio me vinieron todos los concursos de belleza, que lo que yo quería era presentarlos, no participar, pero siempre es lo mismo: si lo ganas, lo presentas. Y así fue. Acabé presentando más de cien galas de certámenes diferentes. Esto te da muchas tablas porque eres el centro de atención y siempre hay algo que falla o no sale como estaba previsto y esto te aporta mucha seguridad. Después de estos dos años ya me salieron muchas cosas. Empecé a viajar, me movía para los castings, conseguí un representante bastante potente y fue cuando empecé a hacer series, entré en Hospital Central y cosas así. Evidentemente dejé de currar como abogado porque era imposible combinar las horas.

-¿Qué dirías que te aporta la interpretación?
-Me llena muchísimo. Cuando veo cine, teatro o lo que sea, me gusta esa sensación de alivio y diversión que aporta y me gusta saber que cuando yo lo hago, puedo hacer que la gente sienta lo mismo. A todos los artistas les llena poder ejecutar su arte. Hay quien piensa que es una cuestión de egocentrismo y otra que es generosidad.
La vida es complicada y pasan cosas buenas y malas, pero yo siempre tuve una vida maravillosa con una familia increíble, soy de esa pequeña parte del mundo en el que la gente es una privilegiada. Los que vivimos en el primer mundo y estamos bien pensamos que todo es jauja y que la gente se queja porque sí, pero si echas un ojo a cómo están las otras tres cuartas partes del planeta en donde la gente no tiene ni para comer se te parte el alma, o si ves cómo tratamos a los animales, me avergüenzo mucho del ser humano.
Yo pasé por una época en la que se murió un hermano de leucemia, al poco mi padre de cáncer de pulmón, y cuando mi padre estaba muriendo, prácticamente a la par operaban a mi otro hermano de un cáncer de hígado que ya sabíamos que era terminal. Fue una etapa jodida en ese aspecto. Primero piensas: lo mío es una tragedia, pero después me di cuenta de que peor tuvo que ser para mi madre que ha visto morir a dos hijos y ha perdido al amor de su vida. Así que la realidad es que hay gente que lo ha tenido mucho peor. Con lo cual, aunque sea un ratito, la interpretación te alivia y te ayuda. No solucionas nada y no te va a quitar los problemas, pero es una manera de distanciarte. Lo que es bueno para el alma, es bueno para todo.

“Aunque sea un ratito, la interpretación te alivia y te ayuda. No solucionas nada y no te va a quitar los problemas, pero es una manera de distanciarte”

-En tu caso ¿el arte se ejecuta por generosidad o por egocentrismo?
-Yo creo que es por generosidad, pero esto es lo que pensaría un egocéntrico… Es la pescadilla que se muerde la cola. Siempre me ha gustado ayudar y cuando lo puedo hacer, lo hago. Mi padre era así, mis hermanos también y mi madre lo es. En mi casa nos educaron de esa manera y siempre fuimos de echar una mano a todo el mundo en lo que fuese. Con la gente que quiero sé que lo hago y con los demás ya es discutible porque cada uno tendrá su opinión. De por sí la vida ya es muy dura, y si entre todos no hacemos que sea todo más llevadero, mal vamos.

-Perdiste a dos hermanos y a tu padre por culpa del cáncer. ¿Cómo se afronta la vida después de esto?
-Con mucha pena, pero, si te soy sincero, todas las veces con mucha calma. Fue muy duro, pero siempre lo viví con la sensación de que ellos están bien, que descansan. Tengo una sensación innata de saber que, antes o después, nos vamos a volver a reunir todos otra vez. Les echo de menos todos los días, hay veces que estoy viendo una película y me caen las lágrimas porque algo me emociona y activa los recuerdos; te vuelves mucho más sensible, pero, al final, entiendes que es el ciclo de la vida. Mi hermano Esteban, que fue el primero en marcharse, murió de leucemia y aunque todos los días estás escuchando cosas sobre el cáncer, hay una parte de ti que piensa que a ti no te va a pasar, que está lejos. Cuando murió mi padre fue duro, pero empiezas a entenderlo y cuando se murió mi otro hermano ya lo ves como una parte de la vida. Y ¡ojo! que verlo así no implica que no te duela o duela menos, sólo significa que lo llevas mejor. Asimilas el funcionamiento de la vida y la muerte que es algo que no nos enseñan y sobre lo que tenemos un concepto bastante equivocado. Instintivamente sabemos que va a pasar, pero, desde críos, esta sociedad nos educa en la mentalidad de que vamos a vivir eternamente con lo cual todos, o la mayoría, tenemos el problema de no saber afrontar la muerte. Hay culturas como la oriental en la que ya, desde que naces, te preparan para saber entenderla y vivirla. Lógicamente, por muy preparado que estés, cuando se te muere alguien a quien quieres, lo pasas mal, pero sabes encajarlo mejor.

Eduardo Castejón con su madre y con su perro Lucky
Eduardo Castejón con su madre y con Lucky

“Parece una tontería, pero Lucky es quien sostiene esta familia. Con las desgracias que hubo, fue y es la alegría de la casa”

-Por otra parte, tienes otros dos hermanos con los que no compartes lazo sanguíneo pero que son igualmente familia…
-Tengo un Westie que se llama Lucky y, para mí, es como mi hermano. Cuando me preguntan si es mi perro, siempre digo que no, que es mi hermano. Y lo digo totalmente consciente, perdí a dos y sé el valor de lo que significan. La gente que tiene animales te lo dice y quien no los tiene, no puede entender que formen parte de la familia.
Por otro lado, Rosana es mi mejor amiga desde que éramos críos, no recuerdo el momento en el que empezamos a decir que éramos hermanos. Como siempre estábamos juntos la gente empezó a decir que lo éramos y nosotros nunca lo desmentimos. De hecho, mi madre, la considera como una hija.
Te voy a poner un ejemplo para que veas hasta qué punto ser familia no siempre implica sangre: cuando mi padre estuvo ingresado una semana en el hospital, mi hermana Rous se quedaba allí para que yo no durmiera solo y que mi padre se sintiese acompañado. Podía haberse ido a su casa, pero no lo hizo.

-Y ¿qué me cuentas de Lucky?
-Sin ninguna duda, les salvó la vida a mis padres. Llegó a casa cuando murió mi hermano Esteban y Lucky sacó de la depresión a mi padre. Si llegas a verlo, con setenta y tantos años, llevárselo a la cama y cantarle nanas todas las noches, alucinas. ¡Que yo recuerde, a mí en la vida me cantó una nana! Era muy simpático verlos. Parece una tontería, pero es él quien sostiene esta familia. Con las desgracias que hubo, fue y es la alegría de la casa. Estas cosas te las da un perro, un gato o cualquier otro animal. Es muy difícil que lo haga una persona porque hace falta un amor muy puro y desinteresado como el que te dan los animales. Ellos te dan otro tipo de energía y de vibraciones.

“Me encanta la frase de que “los amigos son la familia que eliges”. Ellos son una parte fundamental de mi vida”

-¿Con los amigos estableces también ese vínculo?
-Me encanta la frase de que “los amigos son la familia que eliges”. Ellos son una parte fundamental de mi vida. Creo que lo que importa en esta vida, en general, son las personas. Nunca he sido materialista, también es cierto que, por suerte, siempre hemos podido vivir bien, sin pasar necesidades. Pero yo no cambiaría tiempo por cosas. La gente que dedica todos sus días a trabajar para conseguir dinero y comprarse un coche o una casa mejor, acaba vacía. Para mí, lo más importante, sobre todo, es estar ahí cuando te necesitan.

-Situaciones como la que estamos hablando ¿te hacen replantearte tu escala de valores?
-En mi caso no porque siempre lo tuve muy claro. Lo que desde mi punto de vista debería estar en la cúspide de la pirámide es la familia; la gente con la que estás lo es todo y ellos son lo que de verdad importa. La fama, viajar, trabajar, conocer gente, hacer deporte… todo está bien, es bonito, pero es circunstancial, no es real.

-¿Eras uno antes de estas experiencias y otro ahora o no?
-¡Qué va! para nada. Lo único que podría decir es que antes era más feliz porque, cuando alguien se te va, notas que te falta algo y esa sensación la vas a tener siempre. Por lo demás no me ha cambiado ni la forma de ver la vida ni absolutamente nada.

“Lo que hablen, bueno o malo, no depende de ti y no es algo que puedas controlar. Lo que sí puedes gestionar es cómo te afecta”

-De todos los aprendizajes que has tenido en la vida, ¿cuál dirías que es el que más te ha gustado aprender?
-Siempre he sido muy de instintos… Creo que lo que más me ha gustado aprender ha sido el proceso de adaptación a la interpretación, a lo que es este mundo, al compañerismo que existe, a todas las sensaciones que experimentas y a todo lo que puedes llegar a compartir con un grupo de desconocidos a los que les une un objetivo común. Ese compañerismo que a veces se crea en un año y a veces en una tarde. Somos entretenimiento, que es muy bueno para el alma, pero no operamos a corazón abierto para salvarle la vida a alguien. Tampoco hay que darle una importancia excesiva a lo que hacemos, solo somos actores.

-La presión mediática a la que estás sometido por tu profesión ¿te condiciona?
-No, para nada. Por naturaleza queremos que hablen bien de nosotros y nos gusta caerle bien a todo el mundo, es la base del ser humano porque somos seres sociales. Lo que hablen, bueno o malo, no depende de ti y no es algo que puedas controlar, pero lo que sí puedes gestionar es cómo te afecta. Las cosas buenas está bien saberlas porque, al final, es energía positiva; cuando son malas, si te puedes aislar, mejor. Todo el mundo tiene una opinión y hay que respetarla. Yo intento darle la menor importancia posible y lo que hago es centrarme en mis amigos, en mi familia y pedirle su opinión de las cosas porque, desde siempre, son los más críticos conmigo. Si algo está bien, lo está, pero si está mal no se andan con paños calientes y lo dicen a las claras. Cuando necesito a alguien que me ponga los pies en la tierra o necesito refugio siempre recurro a ellos.

Los actores Edu Castejón y Pepe Ruiz durante el rodaje de El Hijo
Edu Castejón y Pepe Ruiz durante el rodaje de El Hijo / Foto: Guillermo Santos Fotografía

“Somos entretenimiento que es muy bueno para el alma, pero no operamos a corazón abierto para salvarle la vida a alguien. Tampoco hay que darle una importancia excesiva a lo que hacemos, solo somos actores”

-¿Y cómo se gestionan los egos en un mundo de Miss y Míster, modelos, actores y demás?
-No te voy a engañar y te diré que, por ejemplo, en el mundo de los Miss/Míster sí había más ego que en el de los actores. Aunque eso estaba más centrado en la gente que ganaba los títulos porque, en el resto, existían inseguridades. Al final, te están juzgando por tu físico, tu inteligencia o por lo que dices y todo eso te genera inseguridad. Lo más jodido para el ser humano es saber enfrentarse a alguien que le juzga sea un amigo, un padre, un profesor o una simple entrevista de trabajo.
En cuanto al mundo de la interpretación, he conocido a mucha gente en España y son los más humanos y humildes que te puedas echar a la cara. No he visto ningún divo ni diva y seguramente los habrá, pero si trazas la media salen perdiendo. Para mí el ejemplo más grande es Pepe Ruíz, puede que sea el tipo más querido que hay en España. Para mí es como un padre postizo y te voy con él por la calle y la gente le sigue parando, le tiene un cariño que alucinas. Es un ser humano excepcional y su mujer, Amelia Muñoz, lo mismo. Podía tener un ego súper grande y es todo lo contrario y, como este, te puedo dar cientos de ejemplos. Es cierto que gilipollas hay en todas partes, pero hasta ahora yo no me he topado con ninguno, al revés. Después está todo lo que dicen en la prensa, aunque yo de eso no me creo prácticamente nada.

-¿Dirías que tienes más certezas que incertidumbres?
-¡Ni de coña! La vida es incertidumbre pura y dura, absolutamente nada está asegurado. No sabemos dónde vamos a estar mañana y no sólo me refiero a saber si vamos a estar vivos o muertos. Damos las cosas por hecho y suponemos que todo va a seguir igual porque es una forma de seguir adelante. Hacemos planes de futuro, organizamos nuestra vida como si fuésemos a vivir un mañana en el que todo siempre está igual, pero es mentira. Las cosas pueden cambiar en cualquier momento.

“La vida es así, creemos que lo sabemos todo, pero hay veces que la vida gira y te trastoca. Yo he aprendido a disfrutar al máximo de las cosas y de mi gente cuando puedo hacerlo”

-¿Vives cómodo en esa incertidumbre?
-Sí, totalmente. Precisamente se trata de aprender a vivir el momento, a disfrutar de los tuyos todos los días. Hay gente que por trabajo sacrifica a su familia o a los amigos, no disfrutan de tiempo de calidad pensando que ya lo harán mañana, o el año que viene. Pero se olvidan de añadir una coletilla: “si puedo”. A saber dónde estarán ellos, cómo estará la persona con la que tienen pensado hacer esos planes o cómo estará el país. ¿Quién nos iba a decir, cuatro días antes de empezar la pandemia, que nos iban a encerrar en casa? La vida es así, creemos que lo sabemos todo, pero hay veces que la vida gira y te trastoca. Yo he aprendido a disfrutar al máximo de las cosas y de mi gente cuando puedo hacerlo.

-¿La persona que eres hoy en día es fruto de los aciertos, de los errores o de ambos?
-De ambos. Creo que las personas nos formamos principalmente a base de nuestros errores porque, al final, es de lo que aprendes. Cuando aciertas reconoces que las cosas funcionan y no te planteas cambiar nada, pero cuando metes la pata en algo, si eres un poco inteligente, es cuando dices: “vale, esto lo hice mal, ¿qué tengo que cambiar?” A base de ensayo error se avanzó en todos los ámbitos como en el de la medicina y creo que, a nivel personal, es lo mismo. Soy de los que piensa que si algo funciona, no tienes por qué cambiarlo. Pero si algo va mal es de necios no hacerlo.

-Dime algo que te cabree muchísimo.
-Sin ninguna duda y a años luz de cualquier otra cosa, el maltrato animal. No soporto la esclavitud a la que sometemos a los animales, el sentimiento de superioridad que tenemos los seres humanos y el creernos que tenemos un derecho divino sobre ellos. Hay una mosca molestándote, la matas y te quedas tan ancho y ¿si te molesta la persona que tienes al lado?, ¿la matas también? Me cabrea cómo se les ningunea y, sobre todo, el creer que están ahí para servirnos.

“No soporto la esclavitud a la que sometemos a los animales, el sentimiento de superioridad que tenemos los seres humanos y el creernos que tenemos un derecho divino sobre ellos”

-¿Algo que te la alegre?
-Lo mismo: los animales. Puedo tener un mal día o estar de muy mala leche que me cruzo con un animal y se me pasa, me alegran la vida. Me pasa lo mismo cuando estoy con los míos. Es como si tuviese un interruptor que me hace cambiar al momento.

-Si diriges tu mirada hacia delante, ¿qué te encuentras?
-¿Te quieres creer que nunca miro hacia delante? Aprendí tanto a vivir el día a día con la situación que vivió mi padre (el cáncer que tenía le tocaba la arteria aorta así que, podía ser que se pusiese a toser y morirse en el momento) que es raro que lo haga, pero te puedo decir que me veo actuando, con una familia y rodeado de animales, eso seguro.

-¿Y hacia atrás ves o tampoco?
-En esa dirección es más fácil. Veo a mi familia, a mis amigos. Veo a los que ya no están, les echo de menos y me doy cuenta de todo lo que he pasado hasta llegar aquí, tanto lo bueno como lo malo, y me alegro de estar donde estoy. Preferiría estar rodando películas en Hollywood, pero regresando siempre a mi casa, con los míos. Yo sería como Harrison Ford que vive en un rancho, rueda una película al año y después vuelve a su vida. Eso sería perfecto. Pero, la verdad, estoy contento como estoy. No me quejo. Soy feliz y no cambiaría mi vida por otra.

“Escribir me libera y me llena. Necesito crear. Mi mente lo necesita, sino se estanca y pierdo la alegría”

Foto de equipo tras el estreno en el Festival de Almagro de la obra “El español más desgraciado amante, Mazías, la poesía mata”
Foto de equipo tras el estreno en el Festival de Almagro de la obra “El español más desgraciado amante, Mazías, la poesía mata”

-Además de la interpretación, te apasiona escribir y practicar deporte. ¿Qué te aportan ambas cosas?
-Nunca me la han diagnosticado, pero creo que tengo hiperactividad cerebral. Escribir es una necesidad igual que el deporte. Necesito crear personajes, historias y, si luego puedo llevarlas al cine o al teatro, genial. He escrito para revistas, entrevistas, libros con mi amigo Ramón de Canga, de hecho, ahora estamos escribiendo otro. Lo necesito porque mi cabeza está todo el día pensando, creando, dándole vuelta a las cosas y no sé parar. Solo dejo de pensar cuando duermo y también el cine y la televisión son cosas que consiguen que desconecte y por eso me gustan tanto. Escribir me libera y me llena. Necesito crear. Mi mente lo necesita, sino se estanca y pierdo la alegría. Es como que dejo de estar activo. Con el deporte me pasa lo mismo. Lo llevo haciendo desde que tengo uso de razón. Empecé con judo a los tres años y he practicado artes marciales toda mi vida: kárate, full contact, boxeo, krav magá … También practicaba fútbol, baloncesto, equitación o esgrima. No he parado nunca y a los diecisiete años empecé con las pesas que me servían como complemento para muchos deportes. Según van pasando los años vas dejando de practicar alguno porque ya no es lo mismo juntarte con los amigos para jugar un partido cuando tienes dieciocho que cuando tienes treinta. Hay que asumir que se va perdiendo y la edad es muy cabrona.

“Siempre pensé que envejecer es maravilloso y tras todo lo que he vivido, pienso que es un milagro”

-¿Te llevas bien con el paso del tiempo?
-Muy bien y ¡ojalá siga pasando! Siempre pensé que envejecer es maravilloso y tras todo lo que he vivido, pienso que es un milagro. Que suceda no es algo tan sencillo como parece así que, en vez de darlo por hecho, hay que agradecerlo. La gente te dice que no quiere hacerse vieja y yo estoy encantado de la vida. Además, no sé de qué se preocupan si tampoco lo tienen garantizado. Igual no llegas.

-¿Qué importancia tiene para ti el cuidado del cuerpo y la alimentación?
-Un montón. No tanto por estética, que, por supuesto es importante, sino por salud. Tengo intolerancia a la lactosa y a la fructosa. Sería mejor una alergia porque tiene un diagnóstico más directo, pero con una intolerancia simplemente te encuentras mal, cansado, no te sientan bien las comidas. Me he tirado así media vida hasta que descubrimos qué era. Probé de todo, toda la vida con dietas que me venían bien por mi trabajo, pero que me condicionaban mucho. También es verdad que, por mi genética, nunca he sido una persona de engordar, además siempre hice mucho deporte y mi cuerpo ha sido muy agradecido. Hay miles de problemas en relación con el físico y por mucho que digan que lo que importa es lo de dentro que, por supuesto es una verdad absoluta, el aspecto físico es algo a lo que la gente le da mucho valor y que estropea muchas vidas. Cuando un niño o una niña tienen anorexia o bulimia no es sólo su vida la que se jode. Es la suya y la de todos los que le rodean. Por algo tan estúpido como la apariencia física. A la gente se le está yendo mucho la olla con este tema y ahora mucho más potenciado con las redes sociales. Es un tema problemático con el que hay que tener mucho cuidado.

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