(Finalizamos la entrevista a Joaquín Pajarón con esta segunda parte).
El abismo que hay entre la persona y el personaje se convirtió muchas veces en su salvación, aunque, ahora mismo, cada uno de los dos es protagonista cuando le toca. Todo en su debido momento.
El pasado día 26 de agosto pareció, por un instante, que la meteorología iba a hacer de las suyas, pero, al final, dio tregua y Joaquín Pajarón pudo subirse al escenario en Corvera y celebrar, junto a casi 1.500 personas, su particular fiesta de prau. Hubo risas, reflexiones, más risas y, sobre todo, agradecimiento.
Más allá del humor, el cachondeo o la broma, reconoce que maduró tarde y que “fue un cafre toda la vida”, pero que cambió por una razón muy sencilla y a la vez poderosa: porque quiso. Le hubiese gustado ser futbolista, pero lo dejó cuando se dio cuenta de que no tenía vida más allá de los entrenamientos y los vestuarios. Encontró en su acento una vía de entendimiento con la gente y comprendió que no hay que renunciar a lo que uno es para conectar con las personas y hacerlas reír.
Es feliz con poco. Orgulloso de ser asturianu y de pueblo.
-¿Qué queda del Joaquín Pajarón que quería ser futbolista?
-Nunca me pude imaginar que podría estar tan desligado del él como estoy. Yo era una persona que vivía las veinticuatro horas para el fútbol. De niño estaba pegado a una pelota constantemente, me compraba todos los Don Balón, tenía los cromos, me sabía los jugadores de primera, de segunda, veía cualquier tipo de partido… Cuando lo dejé, que fue a los veintiocho años, mis amigos ya habían ido a Londres, París, habían pasado fuera veranos y yo llegaba finales de julio y ya estaba entrenando y tenía la pretemporada. Todos los fines de semana tenía que jugar y no era un futbolista profesional. Me gustaba, lo quería, fui muy feliz en los vestuarios y con los compañeros, pero no tenía vida. Tengo recuerdos maravillosos, muy buenos amigos y mucho aprendizaje de sacrificio, esfuerzo, compañerismo y valores de los que, al final, te empapas. Estoy muy agradecido de todo lo que hice, pero hasta ahí. Estaba jugando en tercera, ganando un dinero, pero ya empezaba a trabajar en la tele porque de aquella estaba en la TPA y estuve un tiempo compaginándolo, pero no podía ver a mis amigos ni viajar, así que fue dejarlo y empezar a vivir. El primer viaje que hice fue a Europa con treinta años, no tenía mundo. Acabó esa etapa y no quise quedar vinculado ni siendo entrenador, tampoco juego pachangas con los amigos. Ya no programo mi vida en base a un partido de fútbol. Hago surf, corro, practico otros deportes… Ahora, quiero vivir.
-¿Trabajar para vivir o hacerlo por encima de tus posibilidades?
-No quiero trabajar todos los días o ser de esos que dicen que tienen que levantar el país. Yo aporto muchísimo dinero y pago encantado mis impuestos. Estoy generando puestos de trabajo, la gente coge el coche y gasta gasolina para ir a ver el espectáculo, come o cena fuera de casa. Todo eso es dinero que se mueve. Después, la realidad es que yo consumo muy poco de las arcas públicas. No sé ni quién es mi médico de cabecera, jamás he pedido una subvención y por eso soy muy exigente con la zona rural. Pago todo lo que me exigen, pero no disfruto de ningún privilegio. Por ejemplo, mis hijas, no tienen columpios, no tenemos una biblioteca, ni polideportivo o un cajero cerca de casa.
Yo nunca actúo por caché. Voy a taquilla y, por ejemplo, cuando actué en Oviedo, les dejé un 10% de la recaudación. No gastaron un euro en mí. Yo no vivo del Estado. Muchos me dicen: “vives del cuento”. No, vivo de mi trabajo y ahora mismo puedo organizarme para no tener que hacerlo todos los días e, incluso, me puedo permitir decir que no a alguna cosa. ¿Podría tener más dinero? Sí, pero sería más infeliz. Quiero poder estar con mis hijas, con la familia, los amigos, ser feliz, tener tiempo para leer y trabajar para ganar el dinero justo. Necesito muy poco para vivir.
“Muchos me dicen: ‘vives del cuento’. No, vivo de mi trabajo y ahora mismo puedo organizarme para no tener que hacerlo todos los días e, incluso, me puedo permitir decir que no a alguna cosa”
-¿Cómo se gestionan las críticas o las opiniones, sean de la índole que sean?
-Mira, yo me llevo muy bien con Melendi. Para mí es uno de los artistas más grandes que hay en España y que actualmente está llenando en sitios como Nueva York. Y aquí siempre se dice que qué hace este cantando rumbas siendo asturiano. Vamos a ver, ¿cuándo fuiste tú a un concierto de música celta? Pues seguramente en tu puta vida y estás escuchando a Estopa y te parecen maravillosos. ¿Cómo no podemos admirar a una figura como él o como Fernando Alonso? A mí me parecen de lo más grande que tenemos y deberíamos, como poco, respetarlos. En Asturias parece que molesta que a alguien le vaya bien. En este sentido envidio un poco a los andaluces que se apoyan muchísimo. Si hay uno que sale en La Voz tocando las palmas, toda Andalucía está votando. Si va alguien de aquí, ya sale uno diciendo: “este fue conmigo a clase y es mongol”. ¡Joder! tenemos que empatizar un poco, ver qué está haciendo la gente, cómo están luchando y si les va bien pues ¡olé por ellos! Muchas veces me doy cuenta de que las críticas que puedan hacerme, no tienen fundamento. El único fin es hacer daño o molestar. Todos damos lecciones de vida y me parece muy bien, pero hagámoslo con empatía.
-Tus palabras, ¿van a la velocidad de tu cabeza o hay un filtro que retoca lo que piensas?
-No. Se me va. Sí que es verdad que con los años aprendí a no meterme en algunas cosas, a no hacer ciertas bromas ofensivas o meterme mucho en religión, política o fútbol. Pero sí que se me escapan cosas, me meto en jardines yo solo, pero es algo que me lleva acompañando toda mi vida.
“¿Cómo no podemos admirar a figuras como Melendi o Fernando Alonso? A mí me parecen de lo más grande que tenemos y deberíamos, como poco, respetarlos. En Asturias parece que molesta que a alguien le vaya bien”
-Después, ¿te arrepientes?
-No, porque no lo hago con maldad. La gente que me está escuchando ya está viendo que no voy por ahí. Hay veces que, sobre la marcha, yo mismo digo que acabo de soltar algo que tal vez no debería haber comentado. Explico siempre que mi cabeza va más rápida que mis palabras y que puedo meter la pata en cualquier momento. Me río mucho de mis fracasos. Me acuerdo cuando actuaba en bares en los que había quince personas y doce hablaban alto, metían mucho ruido y pasaban de mí. Cuando llegaba con mis amigos, hacía bromas de la situación y nos partíamos de risa. De mis fracasos en la vida procuro aprender, intento no repetirlos, pedir perdón a las personas y también ser bueno con la gente que me lo pide.
-¿Eres feliz con lo que haces?
-Estoy en un momento de mi vida en el que quiero que la gente esté bien, contenta y yo quiero disfrutar de ello. Los problemas vienen solos así que ¿por qué buscarlos donde no los hay? Yo estoy aprendiendo a perdonarme mucho porque me exijo demasiado. Quiero controlarlo todo, que todo el mundo esté y piense bien, y es imposible. No puedo, más en un sitio pequeño como Asturias que, de cualquier problema que tengas en tu vida, todo el mundo va a opinar y hablar. Por encima de todo quiero que la gente disfrute de mis espectáculos y darles mucha felicidad.
“Me río mucho de mis fracasos. Procuro aprender, intento no repetirlos, pedir perdón a las personas y también ser bueno con la gente que me lo pide”
-Has reconocido que eres más de inteligencia artesanal que de inteligencia artificial. ¿Qué encuentras en la una que no te da la otra?
-Yo a la inteligencia artificial no le pillo el rollo. Que evolucionemos y tengamos una segadora que vaya sola me parece maravilloso, pero que le tenga que decir a una máquina que me escriba un discurso o me haga un guion no lo llevo. Hay determinadas cosas que las tenemos que hacer nosotros. Me parece bien que haya gente a la que no le guste la cocina y lo meta todo en un robot. Quien lo quiera que lo haga, pero yo soy más de cocinar como siempre, por no tener, no tengo ni olla exprés. A lo mejor, en vez de usar el robot, puedes echar una tarde con tu madre, haciendo unas fabes y que te cuente cómo era güelito porque no lo conociste. Soy más de lo emocional, de que hagamos lo que nos salga de dentro y que aprovechemos las tecnologías para hacer la vida mejor. Es maravilloso tener microondas para calentar el café, pero me parece más necesario que me des los buenos días. Me presta lo artesanal. Me parece más interesante un paisano que hace unas madreñas a mano que una máquina que me escribe una canción. Perdemos cosas, pero podrían ir de la mano. Yo tengo Alexa en casa, pero al lado están los libros y los vinilos y hay veces que necesito ese sonido con la chimenea prendida y una copa de vino. Hay cosas que nunca se podrán reemplazar.
“Me presta lo artesanal. Me parece más interesante un paisano que hace unas madreñas a mano que una máquina que me escribe una canción. Perdemos cosas, pero podrían ir de la mano”
-Reivindicas el rural y todo lo que sucede en él. ¿Ser de pueblo como seña de identidad?
-A mí dame pueblo, lo natural, gente pura, de la de verdad, que te ven segando y te echan un cable. Quizá en la zona rural no podamos hablar de ciertas cosas porque la gente es más ruda, pero hay veces que no hace falta decirlo. Lo ves y ellos lo saben. Si uno está montando la carpa, otro lleva filetes empanados, otro tortillas, otro chorizos y acaban montando la fiesta. Nadie te juzga por la apariencia y todos nos ayudamos. Tú eso en una ciudad no lo vas a encontrar. Vas a ver a una señora fregando las escaleras en un portal de la calle Uría y vas a pasar por encima hablando por el móvil y no le vas a decir ni buenos días. Yo eso no lo quiero, yo quiero ver a alguien fregando decirle que vuelvo luego para no pisarle lo mojao. Y que me diga: “No fío. Pasa, que ya vuelvo yo a darle con la fregona”. Me gusta eso de que te sobren limones y los repartas. Hay una cosa que tengo muy clara: sé de dónde vengo. Soy de pueblo, mis abuelos y mis tíos son ganaderos y agricultores, crecí en un barrio y soy de una familia muy humilde. De eso no me olvido.
-Nunca te vi tan enfadado como cuando hiciste la publicación en los días que estaba ardiendo Asturias. Ese día se acabaron las bromas…
-Todavía estoy esperando a que me digan quién fue el culpable o qué paso. A ver si alguien dice qué va a ser de esos terrenos. Sé que están poniendo energía eólica en sitios donde se quemó… La película de As Bestas parece que se está haciendo realidad. Y, cuando haya una ola de calor y un poco de viento, se va a volver a quemar todo. Pero, ¿qué es lo que quema? Por ejemplo, en Villaviciosa, y sé que hablo en contra del sitio en el que vivo y al que quiero mucho, gran parte del dinero que se mueve es a través de los eucaliptos. Yo no los quiero en Asturias, tampoco pinos. Quiero un texu, un roble, un castaño, un avellano. A mí me duele un poco menos cuando se queman los eucaliptos que cuando lo hacen los bosques autóctonos. Sé que es injusto y me jode por los animales. También sé que hay familias que viven de eso, pero puede que sea así porque no se les da otra opción. Hay un negocio terrible y, en la zona del occidente asturiano donde hay mucho eucalipto, es donde más incendios hubo. ¡No plantéis más esos árboles! ¡No hagáis negocio con las papeleras! No me gusta que esto pase en mi tierra.
“Yo no quiero eucaliptos en Asturias, tampoco pinos. Quiero un texu, un roble, un castaño, un avellano. (…) ¡No plantéis más esos árboles! ¡No hagáis negocio con las papeleras!”
-¿Cómo ves eso de culpar a los mismos siempre que algo sucede?
-Lo fácil es echarle la culpa al ganadero de todo lo que pase. Que si los incendios, que si el lobo; si hay contaminación, hay estudios que refrendan que son los pedos de las vacas y, por mucho que me digan, yo sé que no es así. Que hagan estudios de lo que contaminan los aviones, los cruceros y te digo que, si quitamos todo esto y aumentamos las cabezas de ganado, todo estará mejor y más equilibrado. Donde hay vacas no hay escayus, hay pación y ahí no se quema. Lo que arde son los montes sin limpiar. Ahora no puedes hacer una sextaferia y limpiar el monte, no puedes desbrozar el borde de la carretera para que se vean las señales. Si me ven, me multan. Los herederos de los terrenos en los pueblos no van por allí, no limpian y todo eso es un riesgo. ¿Que un ganadero prende el monte para una quema controlada y se le va de las manos? Sí, lo hay. Pero ellos no crean cinco focos de incendio.
-Ganaderos y agricultores, ¿de los sectores más necesarios pero los más maltratados?
-El sector primario en general es el más abandonado, pero, como su propio nombre indica, es primario y sin él no podríamos vivir. Entonces, todo mi respeto a esas personas que se levantan por la mañana y tienen que llevar las ovejas al monte u ordeñar las vacas a las seis de la mañana. Donde hay agricultura y ganadería estamos cuidando el terreno. Yo no hablo de macroexplotaciones ganaderas, hablo de vacas que están por el monte libres todo el verano y que, cuando llega el invierno, las meten en la cuadra, las cuidan, las tienen limpias y cada una tiene nombre. Tampoco es cierto que gasten tanta agua como dicen. Un día una chavala me contradecía y me enseñaba una vaca que estaba agonizando. Vale, hay ganaderos que maltratan a los animales, que aprovechan y hacen trampas con el lobo o con determinadas cosas. Hijos de puta los hay en todos los lados, pero también hay gente que no hace nada de todo esto. Por lo tanto, no podemos demonizar y decir que el 80% es culpa de los ganaderos. Yo quemo en mi casa porque, si no lo hago y un día pasa algo más gordo, arde todo porque el de al lado no limpia y yo no lo puedo segar. Cuando lo haces intentas tener la inteligencia de que no haya viento o que no sean los días peores de calor. La realidad es que es el ganadero el que cuida del monte.
“Lo fácil es echarle la culpa al ganadero de todo lo que pase (…) ¿Que un ganadero prende el monte para una quema controlada y se le va de las manos? Sí, lo hay. Pero ellos no crean cinco focos de incendio”
-¿Habría que replantearse la gestión del territorio?
-Es una maravilla ir a Redes, Somiedo, Picos de Europa, a Muniellos, donde tienes el robledal mayor de Europa. Eso es impresionante la flora y la fauna que da. Lo que hay aquí no da nada, aunque me digan los ecologistas que vienen los pájaros a dormir. ¡Coño! Pero si pones un roble también van a ir. Es horrible lo de los eucaliptos en esta tierra y algo deberían de hacer. Yo quiero que haya praos, flora, fauna y en esos bosques no hay nada. Es igual que lo de la avispa asiática o el plumón de la Pampa. Son cosas que pasamos de ellas mientras no nos afecten directamente. Ahora están diciendo que quieren matar jabalís porque están llegando a la ciudad ¿y los del pueblo?
Yo no quiero que se mate el lobo. No creo que ningún ganadero quiera que se acaben. Félix Rodríguez de la Fuente tiene un vídeo que está en YouTube que me gustaría que lo escuchasen todos estos animalistas de Nike y New Balance. En él dice que el problema que tiene el lobo es que no tiene al resto de animales para comer. Si no hay corzos, raposus o determinadas especies, él acaba bajando. El único motivo por el que deberíamos matar a un lobo es porque coma ganado. Yo no quiero que se le mate como deporte ni porque sí. Pero si baja es porque hay más población de la que debería de haber y esto sucede porque el Gobierno del Principado de Asturias hizo una mala gestión a la hora de afrontar el tema. Si tú vives en una ciudad no te enteras de que, por la noche, se oye al lobo y eso tampoco es vida para quien vive en los pueblos. He visto a gente que se ha ido con sus hijos al pueblo y que han invertido todo su dinero en unas cabezas de ganado que les aparecieron muertas. Y el paisano lloraba desesperado y aún encima tiene que justificar que fue el lobo y aguantar las miradas dudosas de gente que piensa si estará o no haciendo trampas. El ganadero tiene prioridad frente al lobo.
-¿Volver a lo de antes como un camino directo para ganar calidad de vida?
-Me preocupa mucho la gente del medio rural porque están olvidados. Pagan los impuestos como todos, tienen las mismas obligaciones que todo el mundo, pero no los mismos derechos. Obligamos a un paisano mayor a que vaya de tal a tal hora a actualizar su cartilla a un banco. ¿Por qué no puede hacerlo todos los putos días? Él es el que hace que se mantenga tu puesto de trabajo. No le puedes poner un QR para que vaya a comer porque ese señor no tiene ni idea de cómo usarlo, pero sí sabe cuándo tiene que plantar las cosas. Si cierran el Mercadona, tú no tienes ni idea de cómo darle de comer a tu familia y ese señor sí. Entonces no lo menosprecies porque no sepa utilizar la tecnología. Él sabe lo más importante en esta vida que es vivir y dar de comer. Somos muy egoístas con esta gente y no les ayudamos. Ni los políticos que prometen mucho y se van a hacer fotos con ganado cuando son las elecciones, ni tampoco los ciudadanos. No somos respetuosos con ellos cuando vamos al pueblo, o hacemos una senda y molestamos a su ganado, pasamos dando voces por delante de casa de la paisana cuando duerme la siesta o hacemos ladrar a su perro. Pensamos que vamos a esos sitios y dejamos dinero, como los turistas, pero lo que hay que querer es que esa gente pueda vivir bien. A lo mejor se les hace un polideportivo que está muy bien, pero lo único que necesitan es un autobús para poder ir al ambulatorio.
“Si cierran el Mercadona, tú no tienes ni idea de cómo darle de comer a tu familia y ese señor del pueblo sí. Entonces no lo menosprecies porque no sepa utilizar la tecnología”
-Tu compromiso con el medio rural es más que evidente…
-Para todo lo que necesiten, yo voy a estar ahí a muerte. Son los grandes olvidados, la España vaciada, pero nos da igual. Lo que se quiere es recalificar y poner chalets. Pero lo que tiene que pasar es que el Gobierno ayude a una chica a poner una tienda de ropa en un pueblo y no en la Calle Uría, donde la va a cerrar a los dos días porque tiene Zara al lado. Puedes abrir una panadería en Oviedo, pero todo el mundo va a ir a comprar el pan al Alimerka. Móntala en un pueblo, que ahora mismo en Asturias todo está muy bien comunicado y eso no quiere decir que tengas que llevar boina. En un pueblo puede que te vaya bien porque hacen falta determinadas cosas; tiene que haber ayudas para repoblar los pueblos porque hay lugares, en los alrededores de las ciudades, en los que podrían vivir familias con hijos si tuviesen servicios a su alrededor.
El Estado o el Principado deberían ayudar en este sentido. Hay mucha gente que podría ser autónoma en el mundo rural si tuviesen una serie de ayudas como, por ejemplo, no tener que pagar su cuota. Yo aquí no tengo Internet, lo que me llega es de una sextaferia en la que pusimos una antena. El Estado me dice que yo tengo derecho a ciertas cosas, pero la realidad es que no las tengo. A mí me patrocina Caja Rural y estoy a muerte con ellos. Acaban de abrir en Cabrales una oficina, no ganan dinero con ello, pero dan un servicio a la gente.
-¿La ciudad vive sin el pueblo?
-¡Qué va! Pensamos que todo va a ser Mercadona y grandes superficies, pero ni de coña. Siempre le digo a mis amigos que, moviéndose un poco, tienes una calidad de producto impresionante. No es lo mismo comprar unos tomates a una paisana en el mercado, que comprarlos en el supermercado. ¿Es más caro? Pues sí, pero muchas veces estamos gastando dinero en cacharros y en comer en sitios cuando puedes optar a cosas de calidad en casa. Con el tiempo echaremos de menos comprarle huevos a las paisanas de toda la vida, pero cuando queramos rectificar, ya no habrá pites y dejará de haber paisanas que los vendan. No digo que te vayas a vivir al pueblo, pero por lo menos vete a conocerlo. Y, en caso de que te esté yendo mal, te diría que ahí tienes una oportunidad.
También hay mucho trabajo que se puede hacer desde casa. Yo vivo en una zona rural y trabajo casi todo desde casa. Tampoco quiero que estas zonas se masifiquen, aunque no creo que eso sucediese. Queramos o no, Asturias es rural, es de pueblo.
“Con el tiempo echaremos de menos comprarle huevos a las paisanas de toda la vida, pero cuando queramos rectificar, ya no habrá ‘pites’ y dejará de haber paisanas que los vendan”
“Dar el pregón en Piragües sería el sueño de mi vida, aunque me costaría mucho hacerlo porque sé que voy a llorar y no me va a salir la voz”
-¿De dónde surge esa emoción del corto que publicaste en redes sobre Piragües?
-Siempre lo viví mucho porque Piloña lo vive de esa manera tan intensa. Ya desde pequeño veía a mi tío marchar a Piragües con la Osa, que era una moto de aquella época e iba con Belisario padre, con Jacobo, mi tío Sebastián, con Falo… Mi padre me llevaba a caballito en el desfile. Me emociono con el primer Descenso con Dionisio de la Huerta, la importancia de los Tritones, el color amarillo de la bandera. Y después llega El Sella. Me sé el pregón de memoria y lloro cada vez que lo escucho. Hubo dos años que no se celebró por la pandemia y yo estuve igualmente en el río. Dije el pregón con un buen amigo con el que voy todos los años, lloramos y marchamos. Para mí El Sella es lo máximo. La salida es lo que más me gusta y me encanta juntarme con toda la gente que viene a disfrutarlo. Ese momento de estar metido en el río, tomando tu botella de sidra, los Tritones te echan, escuchas el pregón y, aunque todos los años es el mismo, te emocionas igual. Gritas los vivas, escuchas a toda esa gente cantando el himno de Asturias y, cuando se abren los cepos y ves salir a todos los piragüistas, es impresionante. Yo acabo metido en el río ayudando a todas las piraguas que vuelcan. Y después empiezas a gritar y animar a cada una de las personas que pasan a tu alrededor como si fuesen Messi. Cuando todo aquello para y te sientas en el río, estás impresionado. Y luego es sidra, amigos y bocadillo. No se trata de pillar la moña, yo pillo el puntín, pero es la consecuencia de la fiesta.
-¿Pregonero en Piragües?
-Es el sueño de mi vida. Me llamaron para dar el pregón de Piloña hace dos años y les dije que no me lo merecía, aparte de que me iba de gira. Todavía no soy nadie para poder hacerlo y sé que es muy egocéntrico decir que va a llegar un momento en el que lo merezca. Hubo gente como Saúl Craviotto que dio el pregón del Sella y el de Piloña, y él es un claro merecedor de ello. Pero la verdad es que nadie dio los dos el mismo año y me gustaría ser yo quien lo hiciera. Sería el sueño de mi vida, aunque me costaría mucho hacerlo porque sé que voy a llorar y no me va a salir la voz. Y tendré un sentimiento dual porque estaré dándolo, pero no voy a estar en el río escuchándolo y también pienso que, una vez que lo dé, ya no lo voy a volver a dar…. ¡No sé! Todo es una contradicción, pero sería algo muy grande. ¡Fíjate que sólo pensarlo ya me emociona! Si me lo piden por supuesto que voy a ir, pero creo que antes lo tendría que dar gente como Belisario que ahora ya está jubilado y forma parte de la historia del Descenso.