La valentía y la osadía hicieron que el periodista David Fernández-Prada dirigiese su mirada a la gastronomía y a los caldos que riegan las buenas comidas. Y acertó de pleno.
Este escritor y periodista gastronómico, especialista en organización y presentación de catas y eventos agroalimentarios, reflexiona sobre el futuro de la sidra.
-Desde el punto de vista social, ¿ocupa un lugar importante la cultura de la sidra?
-Es fundamental y con unas posibilidades tremendas. Por un lado, tenemos a los productores con una cantidad importante de millones de litros de sidra, por otro, una red enorme de sidrerías con muchas opciones, donde tanto se puede comer por quince euros como por setenta. Y aquí tenemos lo que les falta a otras zonas sidreras del mundo, como el país Vasco o Bretaña, una sensibilidad social por la cual sentimos la sidra como nuestra bebida prioritaria, una bebida del día a día. Además, es una bebida que no la solemos beber en solitario sino que la usamos para conversar con nuestros amigos, para estar con nuestra familia. Fomenta el diálogo, la conversación, algo que tristemente está en desuso en otras zonas de España.
-La sidra, como dices, es una bebida para confraternizar. Metafóricamente hablando, ¿somos los asturianos hijos de la sidra?
-No sé bien si somos hijos de ella o ella hija nuestra. Más que una relación paternofilial veo una de tú a tú. A la sidra le debemos cosas, pero también las manzanas asturianas le deben mucho a las gentes del campo. Es muy importante que valoremos el trabajo de las personas que recolectan y procesan esta materia prima para dar un producto muy económico. Que una botella de sidra se venda a un hostelero a un euro, a una persona del mundo del vino le parece una cosa increíble en este siglo XXI. Uno de los trabajos que queda por hacer en el futuro, es poner más en valor a la sidra y que se liberalicen los precios, que alguien se atreva a hacer una sidra que cueste cuatro o cinco euros, que no pasa nada, porque si el producto es excepcional hay gente que está dispuesta a pagarlo.
“Aquí tenemos lo que les falta a otras zonas sidreras del mundo, como el país Vasco o Bretaña: una sensibilidad social por la cual sentimos la sidra como nuestra bebida prioritaria, una bebida del día a día”
-Tenemos sidra natural, de mesa, nueva expresión, achampanada…, ¿hacia dónde cree que camina el futuro de la sidra?
-Creo que vienen buenos años para el sector, porque la crisis hace que consumamos productos más económicos con lo cual hace más difícil que compremos un vino de 30 €, pero puedes tomarte una botella de sidra por dos euros y medio. Estoy ilusionado con las sidras de nueva expresión y sobre todo, con las sidras espumosas. La calidad de las sidras brut que están apareciendo en el mercado es cada vez mayor.
La sidra de nueva expresión descoloca un poco a la gente, porque les recuerda a la sidra natural, pero no hay un referente. No tiene sentido comparar una sidra de nueva expresión con un vino.
-Es decir, ser consciente de que se está tomando sidra y no vino.
-Es que tendemos a comparar. Una bebida que esté envasada en una botella parecida a la del vino blanco y con un color parecido, no tiene porqué compararse. En esto es en lo que tenemos que avanzar, aunque son cosas muy nuevas y hay que ir poco a poco. Sin embargo, la sidra espumosa tiene como referentes al cava y el champán. Lo que tenemos que mejorar es la comercialización, porque tradicionalmente hemos vendido en Asturias, y no nos ha ido mal, pero hay que crear una red de distribuidores para vender fuera de la región porque ahí hay hueco de mercado.
-En Gijón se ha celebrado recientemente el “I Salón Internacional de les Sidres de Gala” ¿Cómo ve esa proyección?
– Ha servido para una cosa muy importante: ver el nivel que tenemos en nuestra región. También ha servido, por lo menos en mi caso, para ver lo que se hace en Canadá, Francia y Alemania, y la sensación que me queda es que el nivel de la sidra asturiana es muy bueno, estamos en primera división. Por tanto, que seamos conscientes de que no estamos haciendo las cosas mal, todo lo contrario.
“El nivel de la sidra asturiana es muy bueno, estamos en primera división. No estamos haciendo las cosas mal, todo lo contrario”
-Hablemos de sus libros: “Dime con quién comes…, y te diré donde ir”, es uno de ellos y además va a darle continuación con otro más actualizado que está preparando.
-El libro salió hace tres años y hace dos está agotado. Para ese primer libro visité 230 restaurantes y seleccioné 100. Actualmente estoy haciendo trabajo de campo del nuevo libro y se va a llamar: “Dime con quién comes… cinco años después”. En Asturias ha habido muchos cambios en los restaurantes, y además, no se consume ni se come de la misma manera que hace cinco años. Estimo que en este nuevo libro habrá 30 o 40 nuevos restaurantes ya que habrán desaparecido, bien porque unos habrán cerrado y otros porque habrán cambiado su estilo de comida o no han sabido estar a la altura. Un nuevo libro ha de aportar novedades a la gente. Saldrá en la Navidad del 2012, con textos nuevos y visitando de nuevo a los establecimientos.
-¿Cuánto tiempo lleva preparar una obra de este calibre?
-Al anterior libro le dedicamos catorce meses y a éste, aunque no somos conscientes, le estamos dedicando más de dos años. El proceso lo empezamos antes del verano y va a concluir en noviembre del 2012. En muchos casos tienes que visitar un restaurante más de una vez, sobretodo los nuevos, porque no están controlados del todo o porque han cambiado desde la última visita. Esto lo hacemos así para tener la información lo más actualizada posible.
-Publicaciones como estas, ¿son un indicador de que la gastronomía es un valor en alza?
-Creo que sí, de hecho además de sacarlo en el formato convencional que no queremos perder, no descartamos más adelante y aplicando las nuevas tecnologías, sacar alguna aplicación de iphone. Estamos encantados de ver como la gente lleva nuestro libro por ahí, y que lo tiene supermanoseado de uso y que en los restaurantes nos comentan cómo la gente sigue yendo con el libro bajo el brazo. Eso es lo que más nos motiva para saber que a la gente le ha gustado, lo ha entendido, que ve que está hecho con honradez. El público ha respondido y ha confiado en nosotros. El lujo del libro es que en él contamos la verdad, es una crónica en donde contamos lo que hemos vivido. Puede gustar más o menos, pero hablando de la realidad tienes menos riesgo de equivocarte.