Con motivo del ciento cincuenta aniversario de la fundación del Colegio de Ingenieros se publicó la obra ‘Ingenios Hidráulicos Históricos’. El autor, Gonzalo Morís, es Catedrático de Expresión Gráfica en la Ingeniería en la Universidad de Oviedo, y su libro fue una de las aportaciones del Colegio de Asturias a los actos de aniversario.
Se repartió entre los colegios y centros de ingeniería, además de estudiosos interesados en temas arqueológicos y de recuperación patrimonial. Agotada la primera edición, el pasado año se publicó la segunda, esta vez accesible al gran público en librerías. El nuevo volumen se completa con las experiencias del autor sobre proyectos concretos.
-¿Es ésta una obra para la reflexión sobre la inventiva y tecnología de nuestros antepasados?
-En cierto modo sí. Para mí este proyecto fue creciendo en el tiempo. Empecé con ello en mi tesis doctoral, y mi idea era ver cómo estos ingenios iban evolucionando en el tiempo. Yo iba representándolos en planos porque no se encontraban dibujos, estos artesanos transmitían el conocimiento de forma oral, nunca de forma gráfica, porque era una manera de protegerse contra la competencia. Al final lo que publiqué era una recopilación de todos estos trabajos, que en realidad era un canto a las gentes que los hicieron posibles.
-¿En qué zona de nuestra geografía podemos encontrar mayor número de estos ingenios?
-Molinos y batanes hay en toda Asturias, aunque la mayoría de los vestigios que han perdurado están en la zona occidental. También las ferrerías se encuentran principalmente en occidente, que era una de las zonas más desarrolladas antes del descubrimiento de las minas y de que se pusieran en marcha las siderurgias.
-¿Se está haciendo lo suficiente para que este patrimonio histórico industrial se conserve?
-Hubo una época en la que se le prestó más atención que ahora. Cuando hicimos estos proyectos todos los ayuntamientos estaban muy interesados en salvar algo de este patrimonio, con la idea de usarlo para promoción. Hoy día se tiende más a hacer un cierto tipo de museo un poco artificial, donde no se presta a los contenidos la atención que merecen. Comparado con otros sitios como Cataluña o el País Vasco, noto que nos estamos quedando atrás.
“Con este libro traté de dar importancia a lo que podríamos llamar la cultura con minúsculas y quise dignificar el medio rural”
-¿Qué ha significado para usted que con una publicación como ésta se conmemorase el ciento cincuenta aniversario de la Fundación del Colegio de Ingenieros?
-Para mí fue un honor y un orgullo personal, sobre todo porque durante años ése fue el libro de regalo en el Colegio de Ingenieros. Además también supone recoger todo lo que yo fui aprendiendo al visitar a mucha gente que, desgraciadamente, ha desaparecido ya en su gran mayoría. Con este libro traté de dar importancia a lo que podríamos llamar la cultura con minúsculas, quise dignificar ese medio rural del que en un momento determinado llegó a dar vergüenza proceder.
-El Museo Etnógrafico de Grandas de Salime ha jugado un papel importante en su trayectoria. ¿De qué manera?
-Yo conocí Grandas y a Pepe el Ferreiro precisamente a través de los ingenios hidráulicos. Pepe y la gente que él me presentó fueron vitales porque se convirtieron en grandes informadores de toda esta cultura que yo iba recogiendo, no solamente ya de los ingenios, porque mi interés se fue extendiendo y terminé estudiando otros temas relacionados con la artesanía. Pepe es un hombre con grandes conocimientos, a pesar de que ahora parece que se los quieren ignorar, pero domina estos temas y los sabe difundir.
-¿Después del éxito de ésta prepara otras publicaciones?
-Tengo previsto publicar un trabajo sobre la Asturias de nuestros abuelos, que recoge costumbres y producciones artesanales: cómo se hacía el pan, el vino, la sidra… tengo mucha información gráfica, así que en algún momento me pondré en serio y lo publicaré. No sé si tendrá interés, pero por lo menos que quede constancia, porque llegará un momento en que toda la gente que me explicó estas cosas haya desaparecido.