La televisión ha hecho famosa una actividad, la de adiestrador canino, que tiene una parte de vocación y otra de técnica. Lo fundamental, establecer una correcta comunicación entre los perros y sus dueños.
Para ser adiestrador canino tienen que gustarte mucho los perros, o al menos eso es lo que piensa Javier Rodríguez Batallé, un especialista en Etología y Educación Canina que ha echado raíces en el concejo pixueto.
-¿Cómo decide uno hacerse adiestrador canino?
-Personalmente estaba cansado del trabajo que tenía y empecé a buscar otras posibilidades. En principio no me atraía ser adiestrador porque pensaba que se trataba mal a los animales, pero vi que se podía hacer de manera distinta, educarlos y a la vez tratar sus problemas. Empecé a prepararme y ahora trabajo en algo que me encanta.
-¿Cuál es el problema más común?
-La mayoría de las veces los problemas entre perros y personas son de comunicación y entendimiento. La mayoría de la gente no se da cuenta de algo básico: que es una especie distinta y que actúa de forma diferente. Les otorgan características humanas que no les corresponden.
-¿Habría que cambiar de mentalidad a la hora de decidirse a tener un perro?
-En España la cultura canina, si podemos llamarla así, está en niveles muy bajos. En otros países -Inglaterra, Francia, Holanda, Suiza, etc.- los perros pueden entrar en los lugares públicos. Pero allí la gente sabe que cuando tiene un perro, debe educarlo, de la misma manera que cuando tienen un niño saben que tiene que llevarlo a la escuela. En España la mayoría de las veces que se adquiere un perro es por necesidad de compañía, no se contempla qué es lo que quiere el perro y cuáles son sus necesidades, con las que tendremos que cumplir. Exige una responsabilidad muy grande en la que no se piensa demasiado.
“Un perro siempre va a querer agradar a sus dueños, el problema es que no sabe cómo hacerlo porque recibe mensajes contradictorios”
-Un perro adiestrado ¿gana en calidad de vida?
-Sí, por supuesto. La mayoría de problemas que me encuentro vienen de que los perros no están a gusto. En las ciudades no tienen lugar para desfogarse físicamente como deberían. Siempre vamos con prisas y sacarlo es una obligación. No se oye “voy a dar un paseo con el perro” sino “tengo que pasear al perro”. Tampoco es agradable sacar a pasear a un perro que tira de la correa continuamente, que ladra, que no obedece. Un perro bien educado garantiza un paseo tranquilo. Así que, efectivamente, se gana en calidad de vida.
-También los dueños tienen que aprender ¿no?
-Casi cualquier problema –agresividad, destrucción del hogar, ansiedad, etc.- tiene su origen en la mala comunicación. Si el perro no te entiende es difícil que le puedas enseñar nada. Así que muchas veces los dueños me dicen que hago el papel de psicólogo entre ellos y su perro. Si queremos que el perro se siente, hemos de conseguir que quiera sentarse, no hay que obligarle a hacerlo. Tengamos en cuenta que siempre un perro va a querer agradar a sus dueños, el problema es que no sabe cómo hacerlo porque recibe mensajes contradictorios.
-¿Cómo ha influido la televisión a la hora de valorar esta actividad?
– Los programas del “encantador de perros” han ayudado mucho a los adiestradores para que la gente sepa que existimos, pero también nos han hecho un poco de daño porque la gente piensa que esto es como la tele y que su problema se va a arreglar en media hora. Y no, algunos problemas pueden tardar incluso meses en solucionarse.
“No creo en la lista de diez o quince razas de perros peligrosos”
-¿Cuáles son los casos más difíciles que has solucionado?
-Después de casi 20 años dedicándome a esto, los casos más difíciles que me he encontrado suelen tener más que ver con el dueño, porque no sabe hacer lo que yo le estoy pidiendo o no está de acuerdo en hacerlo. Son casos en los que yo sólo puedo intervenir de forma limitada porque quien debe hacerlo es el dueño. Por lo demás, todo se puede conseguir. Quizá nunca vas a lograr que un perro miedoso se convierta en Indiana Jones, pero sí va a poder salir a la calle con normalidad y sin fobias.
-Algunas razas tienen fama de muy agresivas: rottweiler, doberman, pittbull, ¿Cuánto hay de verdad en ello?
-Muy poco. Es cierto que son perros potencialmente peligrosos, porque son grandes, tienen una boca llena de dientes y son muy fuertes. Lo que no es cierto es que sean perros que tiendan a agredir a la gente. He trabajado con muchos de ellos y son un encanto. Igual que me he encontrado perros pequeños, como los Yorkshire, que me han atacado. Lo que ocurre es que un mordisco de una raza pequeña se cura con una pomada y el de una raza grande es evidentemente más grave. Pero no creo en esa lista de diez o quince razas de perros peligrosos. Si nos ponemos, como potencialmente peligrosos habría que nombrar más de cien.