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martes 19, marzo 2024

Javier Martínez de Orueta. La historia de un cazador de nubes

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“Diario de un nefelibata” es el primer libro de Javier Martínez de Orueta, un educador ambiental y técnico en Medio Ambiente enamorado de las nubes y la observación del cielo. Tal y como él mismo reconoce en su introducción, no es un libro científico al uso, sino más bien una edición divulgativa con un lenguaje sencillo al alcance de cualquier persona que no sea experta en la materia.

Dicen que las personas nefelibatas son aquellas que andan por las nubes. ¿Cuántas broncas aguantamos de pequeños (y alguna que otra de mayor) por tener “la cabeza en las nubes”? ¿Cuántas veces jugamos a buscar formas mirando al cielo? ¿Cuántos refranes escuchamos a nuestros abuelos que justificaban la lluvia o la tormenta? Levantar la cabeza y mirar al cielo ha formado parte de nosotros desde siempre.

Para Javier un día despejado es una maldición. Su paraíso no está en la tierra sino arriba, en el cielo y más concretamente en las nubes. Descubrir sus formas, conocer cómo evolucionan, disfrutar de sus colores… Pueden parecer algo caprichoso, caótico e incluso poético, pero no hay nada más científico que una nube. Esa colección de millones de gotas microscópicas de agua obedece a leyes y principios físicos que merecen horas de observación y estudio. Diario de un nefelibata es el resultado de años de trabajo por parte de Javier, de cientos de horas mirando al cielo y también de la solidaridad de muchos amigos y compañeros de observación que quisieron aportar su granito de arena cuando abrió una cuenta de crowdfunding para poder financiar la edición.

“No nos paramos a disfrutar y contemplar lo que tenemos sobre nuestras cabezas. Muchas veces viene muy bien pararnos y levantar la vista”

-¿Cuándo de das cuenta de que mirar al cielo es para ti algo más que un juego infantil?
-Me gustaba hacerlo desde pequeño. Siempre me llamó la atención, pero hasta que no marché en 2013 a estudiar a León el graduado de Ciencias Ambientales, no entré de lleno en el tema de la climatología. Había una asignatura de meteorología, pero el temario era muy grande y el tema de las nubes es algo que pasa casi desapercibido. Empecé a investigar, vi que poseían una clasificación muy parecida a la que tienen las plantas o los animales y que tenían nombres y apellidos. Soy muy activo en redes sociales y empecé a seguir a gente especializada, me compré una cámara e hice un trabajo de campo muy intenso. Intentaba salir a todas horas, siempre hacía fotos con la cámara o el móvil, cuando llegaba a casa comparaba mis imágenes con las que salían en los libros y también estudiaba por mi cuenta. Soy muy autodidacta, todo lo aprendí de los libros y de otra gente que me ayudó mucho y que son los que ahora escriben el prólogo del libro. Al principio sé que fui un poco pesado porque los freí a preguntas y ellos a su vez me hacían otras para que yo reflexionase.

El arcoíris es el fenómeno óptico por excelencia, el más conocido de todos popularmente. Aparece en día en los que el tiempo cambia de forma repentina. El Sol y las lluvias tienen que convivir en el mismo momento. Eso sí, para poner verlo deberemos de ponernos de espaldas al Sol y que delante nuestro esté lloviendo. En aquellos momentos en los que al atardecer esté lloviendo podremos encontrarnos estampas como la de la otra fotografía. Unas espectaculares tonalidades anaranjadas potenciadas por las gotas del chubasco que se estaba produciendo durante ese atardecer. Incluso parece un atardecer de «oro».


-¿Es una pasión más extendida de lo que se cree?
-Sé que a mucha gente le atrae el tema, pero pasa desapercibido, así que en 2016 me planteé compartir todo lo que conocía con el público general. En aquel momento estaba haciendo un curso de Impacto Medioambiental en Gijón y, el último día de clase, nos dijeron que si queríamos podíamos hablar sobre algo de lo que tuviésemos experiencia. A través de eso empecé a valorar el planteárselo a universidades con grados de ciencias ambientales, centros de interpretación, clubes de prensa, museos, instituciones públicas o privadas donde yo veía que esto podía encajar y luego llegó un punto en el que se despertó la ilusión de publicar el libro. La verdad es que estoy muy agradecido porque casi el 90% de lo que recaudamos fue de la gente que me sigue en redes sociales desde hace años.

-¿Por qué te gusta mirar al cielo?
-Nunca hay un cielo igual a otro. Las nubes están cambiando constantemente y te puedes encontrar todo tipo de formas, aspectos, colores… Puedes disfrutar de cosas diferentes dependiendo si es al amanecer o al atardecer o cuando está lloviendo y al mismo tiempo hace sol y sale el arco iris. Me maravilla ver todos esos colores y todavía me fascina más saber interpretar lo que hay ahí arriba, porque eso me permite disfrutar de la variedad.

“En Asturias somos muy afortunados porque el 95% de los días tenemos nubes y esto no lo pueden decir en otras regiones de España”

-Pues anda que no nos riñeron muchas veces por estar en las nubes. A ver si no va a ser tan malo como dicen…
-Yo vivo por y para las nubes. Siempre tengo un ojo puesto en ellas. Creo que es vital y más en un momento como el actual, en el que siempre vamos mirando hacia abajo con nuestro móvil en la mano. No nos paramos a disfrutar y contemplar lo que tenemos sobre nuestras cabezas. Muchas veces viene muy bien pararnos y levantar la vista.

-¿Podrías decir que las nubes tienen un lenguaje propio?
-Sí, por supuesto. Además de ser un elemento atmosférico y estético para el cielo y el paisaje, no es algo que se cree al azar. Son muy importantes para nosotros y para el clima de la Tierra porque nos ayudan a tener la temperatura que tenemos, sirven como regulador y además nos dan información, por ejemplo, sobre el tiempo que vamos a tener. Es importante que nos paremos, miremos al cielo y sepamos analizar las nubes para sacar nuestras conclusiones y hacer un pequeño pronóstico a corto plazo.

Las nubes se clasifican en base a su forma. Y en estás dos fotografías son un claro ejemplo de ello. En la primera vemos como unas nubes de aspecto fibroso/deshilachado se extienden por todo el cielo a modo de cabellos. Son nubes Cirrus, que en latín significa «rizo de cabello» o «mechón de pelo». Deben este aspecto a que están formadas por diminutos cristalitos de hielo. En la otra fotografía podemos observar unas nubes de aspecto algodonoso con colores grises y blancos. Son nubes Cumulus formadas por gotitas de agua.


-¿Son siempre iguales los cielos en Asturias?
-No. Y la verdad es que somos muy afortunados porque el 95% de los días tenemos nubes y esto no lo pueden decir en otras regiones de España. También dependiendo de la época del año en la que nos encontremos, podemos tener un tipo de nubes u otras. Por ejemplo, unas muy habituales que en invierno podemos ver todos los días, son las nieblas; en invierno sobre todo se dan en las zonas de los valles o en la zona central como Oviedo, Llanera o Siero. Pero, por el contrario, en verano, estas nieblas cambian de sitio, se van a la costa y pueden estar durante todo el día ahí pegadas como ha pasado este año que dijimos que no habíamos tenido verano. Eran unas nubes de tipo bajo, habituales en Asturias, pero si subíamos un poco y llegábamos a los 1200 metros, veíamos toda Asturias bajo ese mar de nubes y encima los cielos totalmente despejados.

-La meteorología ha pasado de ser algo que interesaba al agricultor o al marinero a convertirse en un tema de interés social. ¿Por qué este cambio?
-En el mundo de la meteorología se han ido dando muchos pasos. Al principio podía ser algo exclusivo del mundo del campo, del mar o de los pilotos de avión, pero poco a poco ha evolucionado porque el tiempo nos influye a todos y para todo. Avanzó gracias a los modelos meteorológicos, los matemáticos, los elementos físicos y también con los super ordenadores que son los que interpretan todos esos números y ecuaciones para que se pueda hacer una predicción a un determinado plazo de tiempo. Cada vez interesa más y una prueba clara es que, los espacios del tiempo, que antes duraban un minuto o dos, ahora se han convertido en programas específicos o en secciones que duran diez minutos. También es cierto que se incentiva mucho la participación del espectador a través de la publicación de fotos. Muchas veces la gente comenta que se les hace un poco pesado por la terminología que se emplea, pero también la gente que nos dedicamos a esto intentamos explicar todo de una forma sencilla y didáctica para acercar el tema a todo el mundo.

“La meteorología cada vez interesa más y una prueba clara es que, los espacios del tiempo, que antes duraban un minuto o dos, ahora se han convertido en programas específicos o en secciones que duran diez minutos

-¿Qué le dirías a los que aún creen que el cambio climático es una invención?
-Que existe. También hay que decir que ha habido cambios climáticos naturales a lo largo de la historia de la Tierra. Ahora puede que esté sucediendo uno, pero nosotros lo estamos acelerando y toda la comunidad científica refrenda que es así. Es un tema del que nos tenemos que concienciar y realizar acciones que nos impliquen directamente. Pedimos responsabilidades con el tema de las industrias y las emisiones, pero nosotros también podemos poner nuestro grano de arena reciclando, yendo al trabajo en bicicleta, usando el transporte urbano o coches eléctricos… Estamos viendo cómo el cambio de la temperatura de la Tierra está aumentado de manera exponencial. Concretamente en Asturias, por lo que hemos visto a lo largo de una serie climática bastante larga, vemos que la temperatura va aumentando poco a poco, pero en el tema de las precipitaciones ese patrón todavía está un poco inexacto. Antes llovía de forma más regular o continua y, desde hace unos años, observamos que lo hace en momentos puntuales del año. Pero cuando sucede, en tres días puede llover todo lo que va a llover en el año.

¿Para qué nos deberíamos preparar?
-Sobre todo para el aumento de la temperatura de la Tierra. A determinados grados ya no vamos a poder hacer cosas que hacíamos antes. Actualmente esto también implica que los polos se están descongelando, todo ese hielo se convierte en agua y el aumento del nivel del mar está ocurriendo. En casi todo el mundo, la mayoría de la población vive en zonas pegadas a la costa, por lo que muchas ciudades van a ir viendo cómo pierden terreno poco a poco. En Asturias lo hemos vivido con el tema de los temporales y las olas entrando varios metros en los paseos marítimos. Al aumentar la temperatura vamos perdiendo biodiversidad y también aumentan las plagas y otras enfermedades. En el futuro esto se va a intensificar y no se va a poder revertir el proceso.

“Nuestros abuelos y bisabuelos nos dejaron un mundo que no estaba así, ¿por qué no dejárselo igual o mejor a las próximas generaciones?”

-Hay un compromiso social importante, pero el político siempre se queda por debajo…
-Sí, siempre es así. En este tema habría que coger al toro por los cuernos y dejarse de historias. Hay que ser consciente de lo que tenemos y hacer lo que sea para que no vaya a más. Nuestros abuelos y bisabuelos nos dejaron un mundo que no estaba así, ¿por qué no dejárselo igual o mejor a las próximas generaciones? Tanto los gobiernos como las industrias tienen unos cánones y no deberían emitir por encima de determinadas toneladas, pero no cumplen. Es algo que todos tenemos que asumir, enfrentar, poner las cartas sobre la mesa y cumplir las medidas que van a hacer que el proceso se atenúe porque lo que está claro es que no lo vamos a frenar.

-¿Nos pueden salvar algunas acciones que no sean las nuestras?
-No. También es verdad que la Tierra puede entrar algo en juego porque, al estar formada por diferentes sistemas, ella misma se autorregula, pero no tenemos que esperar a que ella lo haga. Nosotros somos parte del problema, tenemos una serie de medios para poder arreglarlo y tenemos que hacerlo. En los colegios debería haber una asignatura de educación ambiental para formar a las nuevas generaciones, sobre todo inculcarles el tema del reciclaje, el de la movilidad, el plantearse ser sostenibles utilizando productos de proximidad, etc. Es muy importante inculcar todo esto ya desde infantil.

Javier Martínez de Orueta-El otro día leí una frase que me pareció maravillosa: “Estés donde estés, el cielo es el único espacio salvaje a tu alcance”. ¿Estás de acuerdo?
-Totalmente. El cielo es un sitio en el que no hemos podido influir y siempre va a estar cambiando. A menudo, cuando observamos las nubes, jugamos a encontrar formas y desde siempre nos ha gustado hacerlo. Es salvaje porque cambia mil veces a lo largo del día y en ningún momento hay nada que se parezca.

-Mirar al cielo, ¿te hace relativizar lo que pasa en la tierra?
-Sí. En mayor o menor medida, pararnos a mirar al cielo nos puede distraer de todos los problemas que podamos tener. Además, hay que tener en cuenta que el tiempo nos influye en nuestro estado de ánimo. Los días lluviosos o que tienen nubes grises es más fácil que estemos tristes o irascibles. Sin embargo, en los días despejados, solemos estar más contentos. Por supuesto que mirar al cielo y pararnos a observar, aunque solo sea un minuto, nos hace olvidarnos de nuestras cosas.

“El cielo es salvaje porque cambia mil veces a lo largo del día y en ningún momento hay nada que se parezca”

-¿Te sorprende la poca gente que mira al cielo?
-La verdad es que lo hace muy poca gente. Cuando lo digo en la charlas o los talleres es algo que sorprende mucho y reconocen que nunca se habían parado a ver esas cosas. Debido al ritmo de vida al que estamos sometidos es muy difícil pararnos y mirar al cielo. Los días se resumen a trabajar, llegar a casa y preparar todas las cosas, ir al gimnasio… Así que no estaría nada mal pararnos, coger nuestro tiempo de relax y levantar la vista. Sobre todo, al amanecer y al atardecer por todo lo que nos puede transmitir ver cómo va cambiando la gama de colores. Nos puede dar mucha tranquilidad.

-Antiguamente las tribus miraban al cielo y veían en él los presagios, los caminos que debían recorrer… ¿Es algo que está escrito en el ADN humano?
-Está en nuestra genética y lo hacemos desde mucho tiempo atrás. La observación es algo que nos pertenece y no solo del cielo sino de cualquier tipo de elemento que nos rodea: las plantas, los animales… Es algo que se ha ido perdiendo por el tipo de vida y el ritmo de estos tiempos, pero pienso que no es malo volver hacia atrás y retomar todo el tema de la observación, sobre todo para poder entender cómo funciona nuestro entorno.

“La observación es algo que nos pertenece y no solo del cielo sino de cualquier tipo de elemento que nos rodea: las plantas, los animales…”

-¿Cuánto dinero nos ahorraríamos en médicos?
-Mucho. Sobre todo, con el tema de las ansiedades o el estrés que es algo que está a la orden del día y afecta a mucha gente. Si nosotros nos parásemos, nos analizásemos y nos preguntásemos qué estamos sintiendo, podríamos ser nuestros propios psicólogos. Te seguro que mirar al cielo nos puede ayudar bastante.

-¿Tienes una nube favorita?
-Tengo varias, pero sobre todo hay una que en Asturias es muy bonita de ver cuando soplan vientos de sur. Son las Nubes Lenticulares y tienen ese nombre porque se asemejan a una especie de lente e incluso, si son muy grandes, tiempo atrás se llegaban a confundir con ovnis. Se ven sobre todo al amanecer o atardecer y son muy vistosas por los colores que llegan a adquirir en tonos anaranjados, rojizos, rosáceos… Aquí suelen aparecer porque tenemos la cordillera, y somos afortunados porque hay otras zonas de España en la que no aparecen.

-¿Alguna que nunca hayas visto y te gustaría ver?
-Hay unas que son muy especiales que solo se ven en los polos y en zonas de Islandia, Noruega, Finlandia o Suecia. Se llaman Nubes Mesosféricas Polares y se ven en esas latitudes justo media hora antes o después de que salga el sol. Es verdad que este verano, se llegaron a ver en distintas zonas de España y, por estudios que se están haciendo, puede ser un indicador del cambio climático. En Asturias también se llegaron a ver y me han enseñado fotos de este verano. Me encantaría poder fotografiarla por lo excepcional que es.

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