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martes 27, mayo 2025

Código Olímpico

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Existían unas condiciones indispensables para poder participar en los Juegos de Olimpia, eran el escaparate de la Hélade y la “coiné” del entonces: Ciudades Jónicas y del Ponto, Sur de Italia y Sicilia, etc. Como requisitos principales estaban ser hombre y libre, prohibido mujeres hasta de espectadoras, no haber cometido sacrilegio ni estar perseguido por la justicia, al tiempo que acreditar la ciudad de procedencia y linaje. Ser ciudadano, en definitiva; de allí derivan los derechos de ciudadanía que tenemos en la actualidad.

A pesar de no incluir unas reglas escritas –recordemos el origen mítico de los Juegos– y que se iban añadiendo pruebas a medida que se iban recordando, eran de común aceptación varios preceptos que recopila Ramón Teja en su ensayo Las Olimpiadas Griegas, Ed. Santillana, Madrid 1997:
No llevar armas ni transgredir la Tregua Olímpica, entrenarse varios meses antes en su ciudad de origen (formaba parte de la educación) y en Elis el último mes. Así se podía ejercer cierto control antes de los juegos y después en la selección que hacía más justa la competencia. Como ciudadanos podríamos entender que eran los “hijos de papá” de la época y aún así no todos tenían acceso a los gimnasios e instalaciones educativo-deportivas.

El Hoplitódromo consistía en una carrera de larga distancia con casco, armadura y escudo. Ilustración de Tom Lovell.
El Hoplitódromo consistía en una carrera de larga distancia con casco, armadura y escudo. Ilustración de Tom Lovell.

La ciudad de procedencia debía inscribir al participante al menos un mes antes de las competiciones. Luego acudía una representación ostentosa de cada ciudad y, a mayor ostentación, más relevancia se les daba. Acudían poetas trágicos a presentar sus obras, políticos, oradores, buhoneros y comerciantes; se hacían negocios y se pactaban todo tipo de alianzas entre “polis” o entre ciudadanos particulares. No todo era deporte, por ejemplo, allí presentó Heródoto sus Libros de la Historia y también allí murió Tales de Mileto a causa de una insolación.

Matar al rival se pagaba con la misma pena y se sancionaba duramente todo intento de hacer daño o matar, siendo el deporte más duro el “pancracio” que tenía prohibido no ya matar al contrincante, sino morder o sacar los ojos. Tampoco se las gastaban flojas cuando descubrían sobornos de ida o vuelta. De la misma forma, se castigaba la cobardía, pero no el dopaje que, aunque parezca increíble, ya existía. Los atletas podían recurrir al Consejo Olímpico si se sentían maltratados o perjudicados en alguna decisión.

Luchadores griegos en los primeros Juegos Olímpicos de la Antigüedad. 776 a.C. Olimpia. Ilustración de Tom Lovell.
Luchadores griegos en los primeros Juegos Olímpicos de la Antigüedad. 776 a.C., Olimpia. Ilustración de Tom Lovell.

Llegar tarde a la competición significaba la descalificación automática. Se debía competir desnudo –excepto en la hoplitodromía– y los entrenadores también tenían que ir desnudos para que no se colasen mujeres. Era una sociedad misógina absolutamente. Las mujeres tenían prohibida la entrada y la competición –excepto las propietarias de un tiro de caballos en las carreras de carros– en los Juegos, pero como siempre que hay una regla hay así mismo una excepción, ésta sucedió con Calipatira de Rodas, hija del luchador Diágoras –que tiene un aeropuerto en Rodas con su nombre – y hermana de varios luchadores más, madre a su vez de un chico, Posídoro, que siguiendo la tradición familiar llegó a ser campeón.

La madre, y esto ya forma parte de la leyenda, presintiendo la gesta, se disfraza de entrenador y asiste a la prueba, pero llevada de la emoción y al ir a felicitar a su hijo se le cae el disfraz quedando desnuda. En consecuencia, se la condena a muerte, pero se salva por ser quien había sido su padre, sus hermanos y ahora su hijo. No obstante, sirvió para que en adelante tanto los atletas como los entrenadores tuviesen que ir desnudos a la competición. Más tarde hablaremos de ella nuevamente en mujeres y deporte.
Los helanodikes no podían participar en las competiciones y sus decisiones jamás se anulaban.

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