Nos vamos a centrar en los recintos puramente deportivos o los más relacionados con el deporte, siempre teniendo presente que deporte y religión eran prácticamente inseparables. Más, diría yo, vida y religión eran indisociables a todos los niveles y claro, allí estaba una de las siete maravillas de la antigüedad: el Templo de Zeus con su estatua del dios realizada por Fidias. Este santuario era el principal de todos y en torno a él giraba la vida durante los cinco días de Juegos. Justamente a la entrada del Recinto y nada más pasar el río Kladeos nos encontramos las primeras edificaciones. La corriente del pequeño río, con los años, anegó y contribuyó a conservar gran parte del recinto, aunque también hizo desaparecer parte de las estructuras del gimnasio, como era el pórtico occidental que servía de residencia de atletas.
El Gimnasio se construyó en el siglo II a.C. y tenía una longitud de unos doscientos veinte metros –poco más de un estadio– y una anchura de ciento veinte. Se encuentra medio enterrado y en camino de aflorar, aunque lo tiene difícil pues además de las inundaciones citadas, está debajo de la carretera que une las localidades de Pirgos y Trípoli.
Estaba rodeado de pórticos dóricos a la manera de las antiguas Stoas. Era destino del entrenamiento de los atletas, tanto si llovía como si hacía excesivo calor y se utilizaba para los lanzamientos de disco, de jabalina y la carrera.

La Palestra está datada en el siglo III a.C. y era un monumental edificio cuadrado de unos 66,6 metros de lado. Se caracterizaba por un patio central rodeado de columnas y habitaciones destinadas a usos diferentes: untarse de aceite y arena: oleosterion y konisterion respectivamente. Vestuarios, baños, salas de enseñanza, etc. En su patio central se realizaban los entrenamientos de lucha y pancracio, así como del salto de longitud. Comunicaba con el gimnasio por una pequeña puerta en la pared norte.
Las Termas y Piscina estaban casi anexas a la Palestra. Hubo en Olimpia y a lo largo del tiempo varias construcciones de este tipo, pero las más antiguas eran las de Kladeo, en las inmediaciones del río ya mencionado. Datadas en el siglo V a.C., fueron las primeras piscinas al aire libre de Occidente, con unas dimensiones de 25 x 16 y de más de un metro y medio de profundidad.
Los edificios de las termas ocupaban una superficie de más de cuatrocientos metros cuadrados; tenían baños de agua caliente y fría, letrinas, bañeras, etc., todo ello ricamente decorado con mármoles de diferentes colores.
Por último, y un tanto alejado de estos edificios, nos encontramos con el Estadio donde tenían lugar las competiciones de carrera propiamente dichas y a las que se accedía a través de la Cripta construida en el III a.C., por donde entraban los atletas, sacerdotes, jueces y autoridades.

El estadio que vemos hoy en día es el tercero, construido en el siglo IV a.C, mientras que el “Primero” estaba dentro del Bosque Sagrado, el Altis, lo que demuestra su estrecha relación con la religiosidad. Se construyó prácticamente sobre las laderas del monte y como gradas tenía estas mismas. Allí se instalaban las tiendas de los “eupátridas” y poco más.
Mas tarde y sobre éste mismo vino a construirse el “Segundo” estadio, allá por la 78 Olimpiada, en que se amplió el número de agones de tres a cinco y una afluencia considerable de espectadores, lo que hizo desplazarse hacia el este el estadio primitivo, manteniendo la costumbre de observar las pruebas sin graderíos, en la ladera del Cronio. Pero sí hubo innovaciones técnicas: se cambió la orientación de las salidas y metas, se delimitaron con losas y se convirtieron las abruptas laderas en suaves colinas que hacían más cómoda la visibilidad y contemplación de los atletas. Pero la mejor reforma fue canalizar las laderas para tener agua corriente y evitar los encharcamientos. Año 468 a.C.
Tiene una longitud de 212,54 m y una anchura de 28,50. La distancia entre los mojones de salida y llegada (balbides) es de 192,27 metros: 600 pies. En el talud norte hay un altar dedicado a la diosa Deméter que era ocupado durante las olimpiadas por una sacerdotisa: la única mujer con permiso de estancia y observación. Tenía una capacidad para albergar entre cuarenta y cuarenta y cinco mil espectadores.

El “Tercer” estadio, el llamado Clásico Tardío, apareció unos cien años después, en la época del florecimiento y poco antes de la llegada de los macedonios al poder. Estadio que llega hasta nuestros días con ligeros retoques de la época romana. De esta época datan las graderías y la situación que ocupa en la actualidad, las graderías para jueces (ocho a diez) y personalidades.
Posteriormente los romanos remodelaron el estadio por dos veces. La primera trescientos años más tarde, siglo II, entre los años 168 a.C. y 146 a.C., en que el territorio griego pasa de manos de los macedonios a los romanos para acabar como una provincia romana más a todos los efectos. Consecuentemente hubo de todo, como el saqueo al que fue sometida Olimpia y sus instalaciones en tiempos del cruel Sila, o el buen trato del no menos cruel Tiberio o Nerón.
Por último y a mediados del siglo II d.C. acontecen las últimas y leves reformas a manos de Herodes Ático o Adriano, en lo que se da en llamar pomposamente “segundo” estadio romano.