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jueves 3, julio 2025

Víctor Guerra, autor de Los caminos a la catedral de Oviedo

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Santiago de Compostela no siempre ha sido el destino principal de los peregrinos. La historia explica, y el historiador Víctor Guerra no los cuenta en una atrevida publicación, que, aunque su relevancia cayó en el olvido, Oviedo fue un destacado centro de la peregrinación.

Los caminos a la catedral de Oviedo, libro de Víctor Guerra

En Los caminos a la catedral de Oviedo, el escritor gijonés interpreta los caminos primigenios que terminaban en la capital asturiana. En esta primera entrega, de la editorial Delallama, desgrana en particular los que se dirigen a ella desde Grandas de Salime y desde León. Pero es solo una primera parte de todos estos itinerarios que el asturiano conoce bien. Amigo de la investigación, a Víctor Guerra también le gusta calzarse las botas y recorrer aquellos caminos sobre los que escribe y que a menudo han sido olvidados o ninguneados. «En este libro quise recuperar una vieja tradición peregrina del siglo VIII, volver la mirada a Oviedo que había sido el destino y el origen de la peregrinación visigoda. Hay que tener en cuenta que los francos venían hasta aquí por curiosidad, se estaba levantando un nuevo Reino (la estirpe de Pedro el Duque de Cantabria y los Astures), y querían saber qué estaba pasando».

-¿Qué nos encontraremos en este trabajo?
-En este primer tomo incluimos el Camino de San Salvador que viene de León. La ruta no la empecé en Pajares sino en León, porque tiene mucho más sentido. En el libro voy dando unas pautas, invito a ver la ciudad, empezar a caminar después de comer y dormir en Salvador de Cabanillas, un pueblecito muy pequeño con un albergue de cuatro o cinco plazas. Y luego ya continuar las etapas dando cabida a las variantes del camino histórico para que los peregrinos no tengan que ir por la carretera de Pajares. En vez de hacer eso se pueden meter por la variante de Llanos de Somerón. De esta forma hablo de las cosas que hay en cada lugar, como la campana de madera del Puente de los Fierros.
El otro camino que se incluye en este primer tomo es lo que llamamos el Camino Primitivo, que lo empiezo en Grandas de Salime, porque ahí sí hay una villa. Es un camino asturgalaico, que se dice que fue idea de Alfonso II, pero yo desmonto esta explicación porque Alfonso era ya muy mayor para hacer este camino.
No es una guía enfocada a dar un kilometraje o unos horarios, porque para esto ya tenemos las digitales y los tracks, lo que me interesaba era dar pautas históricas relacionadas con estos caminos y deshacer algunas mitologías que tenemos en la cabeza.

-¿Por qué consideras esta publicación como una atrevida propuesta?
-Porque en ella recupero el peregrinaje que parece que nunca existió, que se dio durante los siglos VIII y IX. Recupero las advocaciones de San Salvador e indico que los caminos jacobeos tuvieron un padre y una madre, que son los caminos salvadoreños. Eso es ya una propuesta novedosa en sí misma. Es un poco aventura porque no miras a Santiago, lo cual se te hace un poco extraño.

-¿Por qué Oviedo tenía derecho a constituirse como centro de la peregrinación?
-Porque más allá de los relatos políticos que se hacen desde los balcones de Oviedo, hay que contar que la estirpe visigoda asturiana tuvo claro, y Alfonso II tuvo claro, que Oviedo tenía que ser su capital. Y de este modo se levanta en Oviedo una capital al oeste de Carlomagno y a imagen de Aquisgrán, y esos primigenios visigodos se dan cuenta que, al estar al lado de la religión, los reyes son consagrados por los obispos, y eso ya era bastante.
Y si a ello unimos un campo de atracción tan importante como son las Santas Reliquias, lo que hacen es acaparar la atención. Oviedo, de repente, se constituye para los peregrinos como una luz, un faro radiante allá perdido en la Isla Gaélica. Y a pesar de que era un camino duro, y a pesar de la llegada del mundo jacobeo, algunos peregrinos seguían persistiendo en ver lo que había en Oviedo.

La Ruta del Emperador es una recreación de los viajes y emisarios que envió Alfonso II.
La Ruta del Emperador es una recreación de los viajes y emisarios que envió Alfonso II.

-¿Cómo influyó la situación política en el olvido de toda esta zona?
-El olvido viene de la mano del cambio de ubicación del Reino. Cuando este pasa a León, Asturias pasa al ostracismo historiográfico; de alguna manera desaparece, queda marginada, y ya es cuando empieza el fenómeno Jacobeo que arranca con el camino francés y nos quedamos con el primigenio camino de la costa de Irún, que es el que se utilizaba al principio.

-Hablas en tus libros del patrimonio salvadoreño, ¿qué relevancia tenía la advocación a San Salvador?
-Es una de las cosas a recuperar, el patrimonio que tanto defendieron los francos. Hay que pensar que en el siglo VIII se estaba instaurando un nuevo reino. Y lo que se estaba construyendo atraía a muchos artesanos: iglesias, monasterio y otros templos, eran un atractivo importante. En esa época, anterior al fenómeno Jacobeo, se creó toda una corriente de lo que llamamos los caminos salvadoreños, porque vienen jalonados por las advocaciones de San Salvador, que son sesenta y están en distintos lugares de Asturias, entre ellos Oviedo. Es una época de peregrinación y oraciones, de hecho, la Cámara Santa fue todo un referente desde el siglo VIII.

Peregrinos asistidos en el Camino por otras señalizaciones además de la Vieira jacobea.
Peregrinos asistidos en el Camino por otras señalizaciones además de la Vieira jacobea.

-La gestión actual del territorio, la política local, con su necesidad de acaparar rutas ¿le hace un flaco favor a la veracidad de la historia?
-Sí, porque se pierde y vamos dejando de lado aquellas cosas que son las que explican el Camino, como ocurrió al marginar la zona pagana y alinearse a Santiago. Por ejemplo, en el Camino de Santiago, en la etapa oriental Colombres – Buelna – Llanes, ¿qué pasa con Tina Mayor?, porque está a tan solo medio kilómetro de Colombres y allí había un gremio de zapateros que eran los mansoleas y también está la Cueva del Pindal y el Monasterio de Tina Mayor. Y lo mismo ocurrió en el viejo Camino Francés, que se tira hacia Molinaseca y se deja de lado todo lo que es Peñalba de Santiago, con su preciosa iglesia mozárabe que era parte de un monasterio y que tenía su propia representación de la Cruz de los Ángeles.

-¿Nos hemos olvidado de partes fundamentales de la historia?
-Nos hemos fijado mucho en el camino Jacobeo, pero sobre todo en el occidente ¿qué pasaba con aquellos peregrinos que venían por Leitariegos y bajaban a los monasterios de Hermos y Corias? Porque, en realidad, hay tantos caminos como peregrinos porque los peregrinos iban detrás de los arrieros. Y si iban a Santiago, les daba igual ir por el Valledor que por Grandas. La mayoría no sabían leer, no tenían mapa y les interesaba pasar por los pueblos donde podían comer y pedir dinero.
La verdad es que hemos centralizado mucho, por eso en el blog Asturias peregrina y caminera voy trabajando esos aspectos marginales que hemos dejado. Esa otra historia caminera y arriera que hemos ido perdiendo a lo largo de los siglos.

Un peregrino recorre uno de esos Caminos peregrinos olvidados por los territorios de Oscos, Ibias y el Valledor.
Un peregrino recorre uno de esos Caminos peregrinos olvidados por los territorios de Oscos, Ibias y el Valledor.

-¿Estás volcado en rescatar la riqueza de la caminería?
-Sí, por ejemplo, ahora estoy documentando todos los pasos históricos de Asturias que ya estaban recogidos, pero ¿cuál era el problema con los historiadores y los montañeros? Pues que hemos cometido el error de partir los caminos para entenderlos. Pon el caso de la Senda del Arcediano, que empieza en el Puerto Pontón y termina en Amieva, ¿cómo es eso? ¿De dónde venía y hacia dónde iba? En lo que estoy trabajando, la Senda del Arcediano se convierte en el Camino Real del Sella que viene del Esla. Yo intento ampliar esa pequeña visión, ir abriendo, y así me voy encontrando una historia que hemos borrado de nuestra propia identidad, que es el mundo de los arrieros y de las ventas.

-Detrás de este libro imagino que hay muchas horas de estudio e investigación.
-Detrás del libro hay, sobre todo, una pasión. Siempre he trabajado en lo que quise e hice mi trabajo a medida. Al principio lo hacía para las instituciones desarrollando algunos proyectos, me dedicaba a diseñar caminos, señalizaciones, etc., pero en 2018 perdí el trabajo a causa de la crisis de la construcción. Así que llegó un momento que enterré todo eso y pensé en hacer lo que me apetecía. Mi hermano quería hacer un camino, yo ya había hecho seis o siete como peregrino y lo que hice fue empezar a meterme, a ver las incongruencias que había. Fui juntando una pequeña biblioteca que ahora debe estar en 700 u 800 libros, me fui especializando en ir hacia atrás y encontré un filón porque lo Jacobeo lo cuenta todo el mundo, se hacen miles de simposios, pero había otras cosas anteriores que nadie tocaba. Esto me llevó a los arrieros y ahora estoy estudiando el movimiento de los Blendios, los cántabros de la meseta que estaban en la frontera con Asturias y bajaban a Suances. En realidad, está todo escrito, o casi todo, pero hay que volver a leer con más amplitud, abriendo el objetivo.

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