El Grupo D’Cano lleva su apellido por toda Asturias y es que Iván vive un idilio con la música. Por eso, cuando muchas formaciones musicales decidieron colgar sus instrumentos y esperar tiempos mejores post-pandemia, a ellos era posible verles tocar en diferentes lugares de Asturias. Su objetivo siempre es el mismo: llegar directamente al corazón y emocionar, sin reparar en exceso en otras cuestiones.
El término adaptación es fundamental para el fundador y alma del grupo. Él lo lleva practicando desde hace tiempo; imprescindible cuando eres padre de familia que combina un trabajo de ocho horas en el Ayuntamiento de Salas con tener tu propia orquesta. Y no solo es un incondicional de la música, también de su tierra de la que pasea con orgullo su nombre allá a dónde va.
El Grupo D’Cano está formado por las voces de Iván Cano y Lucía Revuelta; el teclado de Jony Llera, la veteranía de Abelardo Balbona en la guitarra y la frescura de las jóvenes bailarinas Alexandra Jeanette y Selena Johana. Detrás, haciendo posible cada día la verbena, está Kike Castro.
-¿Desde cuándo y de dónde te viene el interés por la música?
-No tengo conocimiento desde cuando, pero con dos o tres años ya andaba detrás de las bandas de gaitas con mi abuelo. Hay una imagen, que en Salas la recuerda mucha gente, y es la de él paseando conmigo mientras yo llevaba una gaita de juguete. También tuve un tío que vivía en la zona de Valdés, en El Pontigón, y que se dedicaba a tocar la trompeta y la gaita, no tuve una familia con más músicos.
-¿Cómo fueron tus primeros pasos en esto?
-Primero, orientados a la gaita, en la Escuela de Música de la Mancomunidad Cinco Villas que era como se llamaba antes la que ahora es la Escuela Municipal. Fui el primer alumno de la Escuela.
Luego ya me incliné por el piano; empecé a tocarlo y con trece años ya salía en solitario a tocar a alguna verbena por los alrededores. También cantaba, pero a esto no le daba protagonismo yo siempre estaba con el teclado. Fue más tarde, con 15 o 16 años, cuando me enfoqué hacia al canto, me fui a Oviedo a estudiar y ya me dirigí en esa línea.
“Si estás tocando un instrumento y cantando a la vez, no la dominas como si solo estuvieras cantando, así que me enfoqué y eduqué la voz con Isidoro León en Oviedo, un tenor muy famoso”
-¿Por qué este cambio hacia tu instrumento vocal?
-Vi que tenía condiciones para cantar y que a la gente le gustaba mi voz. Si estás tocando un instrumento y cantando a la vez, no la dominas como si solo estuvieras cantando, así que me enfoqué y eduqué la voz con Isidoro León en Oviedo, un tenor muy famoso. La voz es un instrumento muy complejo, si lo haces correctamente. Estudié nueve años de canto y ya di el giro de lleno. Luego algunas formaciones me vinieron a buscar como cantante y ahí ya decidí retomar mi camino en esa línea.
-Parece que eres profeta en tu tierra, eres conocido por muchos como “El ruiseñor de Salas”.
-Eso fue por un artículo que me hicieron en La Nueva España, y ya me quedó la frase. La gente aquí siempre me apoya y me quiere, y es lo mejor para mí. Yo también me vuelco mucho con el pueblo. Estuve en orquestas de las más importantes de Asturias y siempre quería que en mi presentación nombrasen a Salas. Era mi ilusión y mis compañeros lo entendían.
-¿Intentaste presentarte a programas televisivos como La Voz y Operación Triunfo?
-Sí, siempre buscas la manera de hacerte un hueco en la música, intentar subir el nivel y tener esa suerte de que te patrocinen un disco a nivel nacional, que siempre es la ilusión de los que cantamos.
En 2001 me presenté a OT, pasé todos los castings de Asturias, en Barcelona pasé otros dos y quedé entre los treinta últimos, quedé a las puertas de entrar. Pero ahí también buscan otras cosas aparte de la voz que encajen en el programa que van a hacer.
“Recientemente estrenamos una canción en apoyo a las princesas guerreras de la Asociación Todos Somos Jarrio, estamos apoyándolas mucho”
-¿Tu sueño era poder vivir de la música?
-Bueno, es un sueño hecho realidad. Es verdad que vivir de la música es complicado pero sí que podría; desde 2002 estoy trabajando con orquestas y sí que da para vivir. Es verdad que, ahora, con lo que causó la pandemia ni yo ni nadie puede hacerlo porque está todo muy mal, pero para mí lo importante es dejar tu sello. A los que nos gusta la música siempre queremos que nos recuerden por una canción o por algo que dejemos ahí. Es como el poeta que quiere que sus poemas calen hondo.
-Además de cantante ¿eres compositor?
-Sí, compongo habitualmente. Algunas canciones las saqué a la luz, otras no, y están ahí para sacarlas en un momento dado. Recientemente estrenamos una en apoyo a las princesas guerreras de la Asociación Todos Somos Jarrio, estamos apoyándolas mucho.
Para componer me guío en lo personal y según el momento en el que esté en mi vida. He compuesto una a mi padre, Soy fíu de un mineru, y otra, un pasodoble, dedicado a Salas.
-Al final el hijo de un minero se dedica a la música.
-Sí, mi padre, Mario Cano, fue minero en mina de caolín y aparte combinó esto con trabajar en el bar, porque mi madre tenía el Bar Luciana, en Salas. También me acompañaba a mí cuando tenía alguna cosa, así que en los últimos tiempos, antes de retirarse de la mina, trabajaba de sol a sol.
“El secreto y la base de que una cosa funcione es que sepas que el que está al lado te va a apoyar en todo lo que haces”
-Tú tampoco te quedas atrás, combinas el grupo de música con tu trabajo en el Ayuntamiento de Salas y tus responsabilidades familiares.
-Sí, pero lo de él era más duro, sobre todo físicamente. A veces ni dormía el hombre; una vez que se retiró ya estaba más libre para venir conmigo.
-¿Cuándo fue el momento de crear D’Cano?
-Pues fue en un mal momento porque empezamos en Nochevieja de 2019. La última actuación fue en el carnaval de Salas, luego ya nos cerraron a todos. De aquella el grupo estaba yendo muy bien. El proyecto salió porque llevaba años en distintas formaciones y siempre tenía en mente tener algo mío para poder tener un poco el control. Quería poder escoger, en la medida de lo posible, dónde trabajar y las fechas, más que nada por combinarlo con la vida familiar y laboral. Y además hacer lo que a mí me gusta y mostrar mi esencia.
-En cuanto pudisteis, volvisteis a retomar la actividad.
-En julio y agosto de 2020 salí yo solo a hacer alguna fecha y este año ya retomamos la actividad del grupo, evidentemente de una forma más light y adaptándonos a la situación que hay. Ahora no puedes pedir el caché de una fiesta a un bar, a lo mejor ganas la mitad, pero sigues estando en el candelero, es una forma de no olvidarse del grupo.
“Tras el cierre por la pandemia, fue sobre todo un cambio en lo personal, pasé a rodearme de personas que sabes que no te van a dejar colgado. Ahora tengo a dos de mis hijas que bailan en el grupo, esto fue provocado por la situación y es cuando mejor está funcionando”
-¿Qué cambios os ha traído la pandemia?
-A veces tienes que pasar por algo así para darte cuenta de muchas cosas. Cuando empecé a montar D’Cano pensaba en llamar a la gente con más experiencia, escoger a la que piensas que es más virtuosa y en realidad, no es el concepto. Tras el cierre, fue sobre todo un cambio en lo personal, pasé a rodearme de personas que sabes que no te van a dejar colgado y que van a ir todos a una. Ahora tengo a dos de mis hijas que bailan en el grupo, esto fue provocado por la situación y es cuando mejor está funcionando. También por las circunstancias entró Lucía Revuelta, así que se renovó el grupo.
-Precisamente ella, que entró en el grupo en febrero, me comentó que se sentía muy a gusto en el grupo D’Cano.
-Sí, es que es una pequeña familia. Yo creo que es el secreto y la base de que una cosa funcione, que tengas una pena en un momento dado y que sepas que el que está al lado te va a apoyar en todo lo que haces. Es una confianza plena en lo que estás haciendo, y no lo ves como un trabajo al uso.
Con esto no quiero decir que anteriormente tuviera malos compañeros, ni mucho menos, pero ahora sentimos que vamos todos al mismo palo y todos nos involucramos al máximo. Jamás me dan un no por respuesta y esto vale más que el oro. Aquí los sentimientos juegan mucho, hay muchas horas de viaje, muchas horas de convivencia y tienes que apoyarte en los compañeros.
-¿El hecho de tener a dos hijas en el grupo también marca una relación diferente?
-Es complicado, porque ellas siempre te van a ver como padre, es difícil no separarlo; aun así yo intento que lo diferencien. Ellas están aprendiendo a pasos agigantados, aprenden a ver las cosas de otra manera, que no son como en casa.
-¿Cómo es la vida de un cantante o un músico de orquesta?
-Si te dedicas solo a ello, es maravillosa: el que diga lo contrario miente. Desde 2002 siempre estuve en orquestas punteras en Asturias y puedo ponerme en esa tesitura de juzgarlo. Yo siempre lo combiné, pero dedicarme solamente a una orquesta lo veo chupado, y lo digo de corazón. En realidad son seis meses duros, mejor dicho tres en los que viajas más: julio, agosto y septiembre.
Cuando estuve en Nueva Banda bajábamos mucho a Ávila, Burgos, Segovia…, te acostabas a las 5 de la mañana, pero no hay un trabajo que sea fácil. Sí es cierto que esto te tiene que gustar. Si vienes solo por el dinero o si lo ves como un trabajo normal, no va a funcionar porque sobre todo vives de noche y es un tipo de vida en el que no puedes hacer lo mismo que el resto de la gente, eso está claro. En casa tienes que tener al lado a una persona que sepa lo que es, que no te ponga condiciones ni peros, porque cuando empiezas la vida con una persona que está dedicada a esto tienes que ser consciente de lo que significa. Sabes que te vas a perder miles de cosas, que en verano no te puedes ir de vacaciones y si te quieres casar tienes que hacerlo en otoño o invierno. Mi mujer nunca jamás me puso entre la espada y la pared, nunca me hizo escoger, y yo creo que es lo más importante.
“Cuando empiezas la vida con una persona que está dedicada a esto tienes que ser consciente de lo que significa. Sabes que te vas a perder miles de cosas”
-¿Qué da a cambio?
-Mucha satisfacción. Llegar a una fiesta y hacer sonreír a dos abuelos, estar cantando y que alguien llore de emoción, eso es lo mejor que te puede pasar, es lo más grande. Eso compensa todo lo demás, porque el sentido de la música y de la cultura es que la gente se emocione con ella. Lo principal es llegar al corazón de las personas y es lo que te tiene que mover. Eso es maravilloso, y más ahora en estos momentos.
-Próximamente se van a levantar las restricciones impuestas por cuestión de la Covid ¿cómo habéis vivido las limitaciones impuestas?
-Yo creo que la Administración en esto ha metido la pata hasta el fondo, porque han criminalizado un sector que nada tiene que ver en esto. Nosotros fuimos los primeros que paramos y no se comprobó nunca si salía un brote o no, el problema es que aquí en Asturias somos cuatro, no somos como el sector de la hostelería que tiene mucha fuerza.
En los últimos tiempos se ha metido mucho miedo a la población, evidentemente es una pandemia y se ha muerto gente, pero se ha metido demasiado miedo. Se han visto muchas incongruencias, porque no puedes cerrar un bar a la 1 de la noche y que no haya un toque de queda.
“Yo creo que la Administración en el tema de las orquestas ha metido la pata hasta el fondo, porque han criminalizado un sector que nada tiene que ver en esto”
-¿Vuestro público es de mediana edad?
-Es curioso, nuestro público suele ser veterano por el tipo de repertorio que hacemos pero, al entrar las nenas, el grupo cogió un poco más de savia nueva y metimos algo de repertorio más actual y ahora se está mezclando un poco. Hay más veteranía, más matrimonios, pero también cada vez se ve más juventud. Y también hay juventud a la que le gusta el repertorio de antes, gracias a Dios hay mucha gente a la que no le gusta el reguetón y está deseando escuchar la cumbia o la salsa.
-¿Qué panorama laboral tenéis por delante?
-Dentro de lo que hay, este año trabajamos mucho. Nos supimos adaptar muy bien a una situación excepcional. Como muchos somos autónomos podemos bajar el precio para que los bares y los merenderos puedan contar con nosotros. Ganaremos menos pero vamos saliendo y muchos ayuntamientos contaron con nosotros. Siendo un grupo pequeño estuvimos en fiestas muy grandes, en El Carmen en Cangas, en los Esconxuraos, en El Cristo en Candás, en la Semana Grande de Gijón, en San Roque en Tineo… esto era impensable porque a esas fiestas siempre venían orquestones pero como somos los que estamos dando la cara se han volcado con nosotros.
La voz femenina de D’Cano
Cuando la gijonesa Lucía Revuelta decidió formar parte de D’Cano ya era una voz de sobra conocida en el sector de las orquestas. Desde los dieciséis años que empezó en su primera formación musical, su vida ha girado en torno a este mundo. “En realidad, yo iba a acompañar a una prima a una prueba para una orquesta de Noreña, y al final nos quedamos las dos. Mi madre casi me mata cuando llegué a casa. Al principio, con la inexperiencia pasas muchos apuros, olvidaba letras todos los días”.
En febrero de 2020 entró a formar parte de D’Cano, donde ya se siente como en casa. “Lo mejor del grupo es que vivimos de lo que nos gusta y que estamos todos juntos en esto: somos familia y somos amigos”.