Son apenas siete las personas voluntarias que gestionan el Ropero de Castropol, pero suficientes para sostener un recurso solidario que impulsa el Ayuntamiento y del que se benefician muchas familias.
A Mery García es fácil encontrarla doblando ropa y colocándola en las estanterías del ropero en base al tipo de prenda que es. Es una de las labores que realizan habitualmente las voluntarias –y digo en femenino porque solo hay un hombre en el equipo-. Son Matilde, Celi, Esperanza, Ana, Nuria y Mery, y junto con Mario sostienen un servicio que crece en número de usuarios. Julio Martínez, concejal de Bienestar Social en Castropol, también apoya firmemente esta iniciativa que se inició en la primavera de 2013 y es otro de los habituales que frecuenta las instalaciones para echar una mano. Todas son bienvenidas, ya que el ropero está creciendo en actividad y en demanda.
El recurso solidario está ubicado en una sala de las antiguas escuelas de Piñera, un equipamiento que comparte con el Telecentro municipal, y en él es posible encontrar gran variedad de artículos. «Hay de todo –explica Mery– mantas, almohadas, cobertores, ropa de cama y de todo tipo. También tenemos juguetes, libros, calzado e incluso cunas de viaje y sillas para bebés, que en estos días están muy solicitadas. Viene mucha gente de fuera a buscar cosas, pero también gente de la zona, algunos desde lugares como Mondoñedo. Y no siempre son personas o familias con dificultades económicas, aquí vienen gente muy diferente».
Mery, que reside en una aldea cercana, explica que también vienen muchas personas a traer ropa, luego el equipo se encarga de seleccionar y colocar el material en las estanterías en base a edades y tipos de prendas. «Siempre hay algo que hacer, porque además miramos si hay que coser o arreglar algo para que todo esté en buen estado –añade–. En invierno, sobre todo, utilizamos mucho la máquina de café y de chocolate, el local no tiene calefacción y nos ayuda a tener muy buen ambiente, además es cuando más gente viene. A veces llevamos alguna cosa para pinchar. Nosotros no tenemos ordenadores, pero somos como una red social».
«La gente nos agradece mucho todo lo que hacemos, pero la verdad es que nosotras recibimos muchísimo de todas ellas, es una gran satisfacción poder ayudar y dar salida a tantas cosas»
(Mery García)
Agosto es un mes de descanso en el ropero, pero en septiembre recuperan la actividad y saben que al llegar estas fechas ya hay mucha expectativa creada en torno a su reapertura. “La gente nos agradece mucho todo lo que hacemos, pero la verdad es que nosotras recibimos muchísimo de todas ellas, es una gran satisfacción poder ayudar y dar salida a tantas cosas. Y aunque hay personas que vienen solo una vez, gran parte repite”. Las voluntarias, por su parte, intentan facilitar al máximo la gestión de los artículos, y por eso no exigen hacer una inscripción previa a la hora de utilizar este recurso y si se necesita más información, puede obtenerse en el teléfono: 985 63 54 72. Aunque lo más sencillo es acercarse hasta Piñera y explicar al equipo allí presente qué tipo de artículo se quiere para que este pueda orientarles y cubrir sus necesidades.
Si todo sale según lo previsto, el ropero podría cambiar su ubicación en futuras fechas, ya que el Ayuntamiento pondrá en marcha la construcción de un Centro de Innovación en el Polígono Industrial de Barres, y el recurso se trasladaría a la zona dedicada a los servicios municipales. «Estaría muy bien porque el local ya se nos queda pequeño para todo lo que tenemos, también se agradecería que viniesen más voluntarios a ayudarnos», –añade Mery–, que no duda en que seguirá brindando su apoyo a esta iniciativa municipal.