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martes 19, marzo 2024

Víctor Loira. “No existe ningún problema, hay que buscar siempre las soluciones”

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En septiembre Víctor Loira participó en el Ultra Triatlón Tierra Astur en Ribadesella. 10 kilómetros nadando y 140 km en bici el primer día. 240 km en bici el segundo y 80 km de carrera el tercero. Hasta aquí todo normal. Lo especial llega cuando se conoce su trayectoria.

Este gallego enamorado de Asturias tiene la enfermedad de Crohn, una bolsa de ostomía y doce sedales perianales. Habla con normalidad de su situación. Él no está enfermo, no tiene límites, solo una realidad que le hace tener que organizar su vida de una manera un poco diferente. Y con esta realidad a cuestas, Víctor organiza y participa en retos solidarios, practica bikejoring, dio la vuelta a Galicia en bici y patinete reclamando baños para ostomizados en los hospitales gallegos, hace campañas de visibilización en colegios y geriátricos… No le importan las dificultades, solo la forma de solucionarlas para poder disfrutar de la vida al cien por cien.

-¿Quién es Víctor Loira?
-Pues soy un tío normal y corriente que por desgracia tiene una discapacidad de un 75%. Desde el año 2002 convivo con la enfermedad de Crohn. Me dedicaba a la hostelería, tenía esa dolencia e iba tirando hasta que mi intestino dijo basta y fue cuando la Seguridad Social me jubiló. Tenía cuarenta y pocos años, dos hijos pequeños y se me cayó el mundo encima. Pero lo peor vino a la semana siguiente, cuando también jubilaron a Tita, mi mujer, con la misma edad que yo porque le diagnosticaron ELA. ¡Imagínate la situación! A los tres meses de que se lo diagnosticaran me fui a un congreso a Burgos y ahí me di cuenta realmente de lo que significaba, sobre todo entendí que esta enfermedad tiene fecha de caducidad. En cuanto llegué a Galicia, fui a ver a mi cirujano para decirle que quería que me operasen y ponerme una bolsa. Con esa situación, yo no podía depender de ir veinte veces al baño. Tenía que ser lo más autónomo posible para poder cuidar a mi mujer. Hicimos los trámites y me pusieron una bolsa de ileostomía que es la más fastidiada. Yo no tengo intestino grueso y del delgado tengo el 50%.

“Siempre hago sonreír, en nuestra casa lo hacemos permanentemente y cuidamos de que todo sea positivo”

-¿Cómo reaccionó tu mujer frente a esta decisión?
-Me dijo que hiciese lo que pudiese mientras ella tuviese movilidad. Me dijo: “disfruta de la vida al máximo porque después me vas a cuidar”. La suerte que tenemos es que la evolución de su ELA va muy lenta. En cuanto fui consciente de la realidad de esa enfermedad empecé a hacer retos por ella: Pontevedra-Asturias en cinco días, carreras y otras muchas cosas. Pero llegó un punto en el que se enfadó conmigo porque no estaba de acuerdo en que los retos los hiciese por su enfermedad y no por la mía. Con lo cual cambié el enfoque y empecé a hacerlos por las enfermedades inflamatorias intestinales, además fundé, con otra gente, una asociación que es ASSEII. Lo que pasa es que cada vez que hago un reto, ella siempre me acompaña con lo cual conseguimos visibilidad para las dos cosas. Para mí es importante que sea así porque lo que conseguimos la familia con estas cosas es que ella esté muy activa, a gusto, disfruta viendo lo que yo hago y se siente bien. Mientras pueda seguiremos dando guerra.

Víctor Loira con Tita, su mujer
Víctor Loira con Tita, su mujer / Foto cedida por Víctor Loira

-¿Enamorado de ella como el primer día?
-Yo hablo de Tita y se me ponen los pelos de punta. Son muchos años juntos y, como en todas las familias, lo pasas mal y bien, pero mi puntal fundamental es ella. Nos gusta nuestra manera de vivir, de tomarnos las cosas, es nuestra filosofía y no necesitamos lujos ni nada parecido. Disfrutamos de la vida al 100%. Yo tengo todo a favor. Estuvimos bastantes años trabajando en la hostelería, pasamos muchas horas juntos, vivimos dificultades y tenemos un feeling que no tiene mucha gente. Para mí esto es lo que merece la pena de la vida. No necesito tener más cosas físicas. Yo con la salud que tengo y siendo feliz con mi mujer y mi familia, lo tengo todo. Lo demás es secundario.

-¿Y tus hijos?
-Ellos convivieron conmigo y con mi enfermedad desde siempre y también es cierto que la sufrieron, porque como su padre estaba mal muchas veces, ellos no pudieron tener una infancia normal. Después vino lo de su madre, aunque eso ya los pilló un poco más mayores pero la realidad es que toda esta situación la llevamos siempre entre los cuatro de la mejor manera posible. Actualmente mi hija es enfermera y mi hijo está estudiando biología en Santiago. Ellos veían que colaborábamos, y lo seguimos haciendo, con entidades y, de manera natural, comenzamos a hacer cosas por lo nuestro. Lo que estamos consiguiendo es que la sociedad tenga algo que nosotros no tuvimos en su día. A mí me diagnosticaron la enfermedad de Crohn y no sabía para dónde ir, no había asociaciones y te encontrabas perdido. Me gustaría que la gente que lo vive ahora no se encuentre perdida, que sepan que por lo menos tienen una Asociación en Pontevedra que les puede ayudar. Fíjate que desde que fue lo del Covid hemos tenido unas 690 llamadas telefónicas, eso da el nivel de lo que puede llegar a mover nuestra asociación. Gracias al trabajo que hacemos conseguimos baños adaptados en los hospitales de Galicia, después de participar en el ultra de Ribadesella vino una empresa con una farmacéutica que apostó por nosotros, hicimos una campaña que nos permitió comprar mascarillas por valor de cuatro mil euros que repartimos entre los socios. Poco a poco la gente se va sumando y tú vas encajando los golpes como te van viniendo.

“Yo tengo que acudir a todo lo positivo, buscar alternativas para salir de los baches y no quedarme tirado en el sofá todo el día”

-¿Cuando uno cree en sí mismo es cuando se supera?
-Yo vivo un reto todos los días. El otro día sin ir más lejos, estaba tomándome algo con unos amigos y se me rompió la bolsa. Llegué a casa a las diez de la noche, poco menos que llorando y Tita me preguntó qué me había pasado. En ese momento vi su sonrisa y me dije: “¿y qué? Me rompió la bolsa, pero que todos los males sean esos”. Esas cosas son las que hacen que cambies el chip, es una manera de llevarlo entre los dos y también con los niños. Para mí el reto de todos los días es levantarme por la mañana, sacar a las perras, ver que Tita descansó bien, que su máquina de Deepak para dormir estuvo funcionando las ocho horas… Por supuesto que hay días buenos y malos, pero como todo el mundo. La gente debe pensar que Víctor Loira es un tío duro de cabeza al que no le afectan las cosas, pero no es así. Yo tengo que acudir a todo lo positivo, buscar alternativas para salir de los baches y no quedarme tirado en el sofá todo el día.

-¿El motor principal siempre son los demás?
-Sí, lo son. Para mí lo más importante es la enfermedad de Tita porque tiene fecha de caducidad. Ojalá que siga siendo tan lenta como hasta ahora, pero lo que está pasando ella es lo que más me duele. Todo lo que me pueda pasar a mi es secundario porque si yo no estuviese acostumbrado a sufrir, no participaría en un ultraman o no me iría en bici hasta Guadalajara teniendo que parar a cambiarme la bolsa cada poco tiempo y teniendo doce sedales perianales que son para drenar. En una comida familiar empezaron a criticarme y me decían que estaba loco por hacer estas cosas. Tenías que ver cómo se cabreó mi hija. Lo primero que les dijo fue que no estaban acostumbrados a sufrir, que a ellos les dolía un dedo y ya pensaban que se iban a morir. La verdad es que yo tengo dolor constantemente, lo que pasa es que en este momento lo encajo haciendo deporte. Sé que me va a doler, pero es secundario. Por ejemplo, con los cambios de estación me encuentro peor porque el Crohn da más la lata, entonces empiezo a pensar en las cosas buenas que hice o que estoy haciendo, y ese dolor pasa a un segundo plano. A nivel psicológico es lo que hace que ese sufrimiento sea llevadero. Me duele más que Tita se pase todo el día en la cama porque se encuentra mal, eso sí que es fastidiado.

“Tengo dolor constantemente, lo que pasa es que en este momento lo encajo haciendo deporte. Sé que me va a doler, pero es secundario”

-¿Eres más fuerte física o mentalmente?
-Si hoy hago diez kilómetros y lo llevo bien, tanto física como mentalmente, siempre busco que otro día la cabeza y el cuerpo sufran más porque se tienen que adaptar a esas circunstancias. El año pasado creo que fui el único gallego que hizo el desafío Everesting Challenge y tanto amigos como personas que venían me decían que estaba loco. En el reto había subidas de nueve kilómetros y la gente solo aguantaba conmigo dos o tres porque psicológicamente cascaban. Para mí era una preparación mental porque al mes siguiente sabía que me iba a ir a Guadalajara en bici y tenía que afrontar doscientos kilómetros solo, aunque también me acompañó una parte un chico que igual que yo tiene una bolsa. Estas cosas son las que te dan la fortaleza a nivel mental que es lo realmente importante en todo esto. Si alguien piensa que yo me subo a la bici y todo responde, está equivocado. Tengo que entrenar duramente el cuerpo y la mente porque en mi mochila, además de llevar la enfermedad de Crohn, llevo también una bolsa de ostomía, sedales perianales y el ELA de Tita. Contra todo esto es contra lo que muchas veces lucho. Poco a poco vas intentando hacer las cosas lo más llevaderas posibles y lo más normales. También es cierto que tener el apoyo de los amigos y la familia hace que todo sea más llevadero.

Víctor Loira
Foto cedida por Víctor Loira

-¿Existen los límites?
-Yo no los tengo. Tuve una fase en la que iba veinte o veinticinco veces al baño. Decido por amor ponerme una bolsa, porque si no fuera por mi mujer yo no me la pondría, y de pronto me doy cuenta de que puedo hacer muchas más cosas de las que hacía antes. Cuando hablé con la psicóloga y le comenté lo que quería hacer y por qué, le pregunté lo que podía o no hacer con la bolsa y la respuesta fue: puedes hacer de todo e incluso más y fue cierto. Lo primero que hice después de la operación fue apuntarme a un curso de dornas. Estar cuatro horas y media en el mar, con una embarcación de vela artesanal y poder disfrutarlo me pareció la ostia. A mí la bolsa me da vida. Si llega mi hija y dice que hagamos parapente, montañismo o lo que sea, le digo que sí a todo. Cuando te apuntas a una prueba como la de Asturias, siempre hablas con mucha gente y con muchos clubes y lo normal es que te echen para atrás porque piensan que eres un tío enfermo y con una minusvalía. Siempre digo que una cosa no tiene que ver con la otra y que yo quiero intentarlo. En todas estas cosas te encuentras muchas trabas, pero tuve la suerte de hablar con José Luis Somoano, le comenté el caso y me dijo que para él no era impedimento. Fue un subidón porque él está haciendo deporte de inclusión, no discrimina a nadie. Al final me apunté, hice la prueba y para mí fue un orgullo tanto por el reconocimiento que tuve como por el buen ambiente. La verdad es que me encanta Asturias, además mi mujer lloró y lo disfrutó.

“Cuando hablé con la psicóloga y le comenté que me quería poner la bolsa, le pregunté lo que podía o no hacer y la respuesta fue: ‘puedes hacer de todo e incluso más’ y fue cierto”

-El pensar que siempre puede haber un más y mejor, ¿te motiva?
-En el Ultra Triatlón Tierra Astur, el primer día tienes que nadar diez kilómetros y hacer ciento cuarenta kilómetros de bicicleta. Para alguien normal no es algo demasiado complicado, pero yo tengo que pensar que cada hora se me llena la bolsa y tengo que parar a vaciarla, con lo cual tuve que buscarme un truco para esto. En la natación me fue muy bien y en bicicleta y el primer día pasé el corte. El siguiente día eran doscientos ochenta kilómetros y me quedé en el doscientos cuarenta porque en la última vuelta pinche, me caí, se me despegó la placa de la bolsa y me tuve que cambiar. Ahí ya perdí media hora y eso me desanimó un poco pero tampoco pasó nada, yo fui feliz igual. Salí el tercer día a correr los ochenta y cuatro kilómetros y entre andar y correr fui avanzando. Cuando quedaban cuatro kilómetros para acabar, llamé a mi mujer para que me viniera a buscar porque no quería acabar. Podría haberlo hecho, pero quiero volver el año que viene para hacerlo mejor y superarme que es lo realmente bonito de todo esto. La gente se ha portado muy bien con nosotros y fue una prueba que me enamoró, así que el año que viene volveré bien preparado.

Víctor Loira en la prueba de carrera del Ultra Triatlón Tierra Astur
Víctor Loira en la prueba de carrera del Ultra Triatlón Tierra Astur / Foto cedida por EscobedoHeart

-¿Qué es lo que te hace apostar por la positividad viviendo una realidad como la vuestra?
-Tienes que ser así. Yo siempre hago sonreír, en nuestra casa lo hacemos permanentemente y cuidamos de que todo sea positivo. Cuando mi mujer me dice que tenemos un problema siempre le digo que se pare a pensar que el vaso está por la mitad. ¿Está lleno? No, pues entonces no existen los problemas, hay que buscar siempre las soluciones. Sabes que tienes unas limitaciones de salud, pero solo es eso. Hay gente que está peor. Ella ahora está más cansada de lo habitual, con lo cual yo voy a entrenar en los ratos que tengo y el tiempo restante nos vamos a la playa con las perras a pasear, o al monte para que ella pueda coger fondo físico. Nos vamos compaginando porque cuando yo no tengo ganas de ir a entrenar ella me obliga. Puedo decir que mi pareja me comprende, igual que mis hijos. Cuando fue lo del Covid mi hija me dijo: “Papá tienes que buscar un objetivo porque si no cuando llegue el invierno, no vas a estar en condiciones de aguantar. Búscalo, ponte fuerte, vete a por él, si lo consigues pues muy bien y si no no pasa nada, pero tienes que activarte”. Y eso fue lo que hice. Me planteé ir a Ribadesella por el único motivo de coger fondo físico, porque cuando estoy musculado, en el invierno estoy mejor. Digo muchas veces que todo lo que entreno, es invertir en calidad de vida.

Cuando hice la Vuelta a Galicia, mi médico de digestivo me dijo que estaba loco y que yo no podía hacerlo, pero le propuse un trato. Yo lo hacía en patinete y bicicleta durante diecisiete días con una condición: en aquel momento pesaba cincuenta y cuatro kilos, si llegaba al mes de agosto y pesaba sesenta o sesenta y dos, lo hacía. Empecé a entrenar, a darle duro, llegué a los sesenta kilos y esto contando con que no puedo comer lo que come una persona normal porque tengo una dieta especial. Estas cosas hacen que te involucres más en hacer bien los entrenos y las preparaciones. Estudio todo porque es mi salud y yo no me voy a arriesgar por nada. Antes de ir a Asturias, estudié con mi hija las condiciones de la prueba y la realidad es que la acabé sin ningún calambre, me hice una analítica y estaba mejor que cuando empecé. Esto demuestra que el deporte, a nuestro nivel, es salud.

-¿El deporte es vida sea en el nivel que sea?
-Yo empecé a hacer este tipo de deportes porque buscaba una manera de sobrevivir distinta. Es por necesidad. Cuando salgo al monte tengo que llevar mi kit especial, no me vale lo que usa todo el mundo y esto me obliga a superarme todos los días. Yo cada vez que veo a un enfermo que no tiene casi nada, que se queda parado, engorda un montón en poco tiempo y se abandona, siempre digo lo mismo: haz algo de deporte, que eso es calidad de vida. Con tiempo, la gente que viene y hace caso, te da la razón. Es una alegría cuando después de un tiempo te llaman y dicen que ya hacen caminatas de un montón de kilómetros y que se encuentran mucho mejor y hasta incluso los medicamentos les hacen más efecto. Cuando pones en marcha esta rutina, entras en una dinámica en la que quieres hacer tú las cosas y ya no te acomodas en el sofá cada vez que encuentras mal. Eso puedes hacerlo un día, pero como no estés activo la enfermedad te come.

Víctor Loira en la prueba de ciclismo del Ultra Triatlón Tierra Astur en Ribadesella
Víctor Loira en la prueba de ciclismo del Ultra Triatlón Tierra Astur / Foto cedida por EscobedoHeart

“Cada vez que veo a un enfermo que no tiene casi nada, que se queda parado, engorda un montón en poco tiempo y se abandona, siempre digo lo mismo: haz algo de deporte, que eso es calidad de vida”

-¿Cómo afectan los prejuicios en este tipo de enfermedades?
-Sobre todo el problema de nuestra enfermedad es que estamos hablando de heces y esto es un tabú que tienes que apartar. Yo siempre le digo a la gente que eso es secundario porque es igual que a las mujeres que les viene la regla todos los meses. Si tú un día estás fuera y te cagas, pues te pasó y ya está. No pasa nada, tienes que poner las cosas en una balanza y valorarlas en su justa medida. En nuestra casa la balanza se inclina siempre hacia lo positivo. La gente muchas veces nos critica, pero yo por ejemplo no quiero participar en un sprint porque si me pasa algo con la bolsa tengo que abandonar. Por eso me apunto a pruebas de distancias largas, porque si me pasa algo tengo margen de tiempo para poder solucionarlo. Yo tengo que controlarlo todo, pero esto es así todos los días. Todo el mundo valora un margen, pues el mío es un poco más amplio. También te digo que, si algún día llego tarde a algún lugar por alguno de estos motivos, lo digo con la misma naturalidad que cualquier otra cosa.
Esa positividad debería tenerla todo el mundo y no negarse a nada. Hay que tirar siempre para delante, sobre todo cuando tienes patologías de este tipo que no son fáciles de llevar.

-¿Normalizarlo todo debería ser una obligación?
-Me pasó una experiencia muy bonita cuando participé en el trail de O Caurel. Cuando llegué a buscar mi dorsal, no estaba con los del resto de corredores y me mosqueé un poco. La chica le preguntó al organizador y resulta que lo tenía él reservado para conocerme antes de la carrera porque era la primera persona que participaba con un problema de ese tipo. Estaba encantado de que lo hiciera porque a ellos les gustaba que participasen todo tipo de personas. Son cosas que macan. Siempre informo a la organización de mi situación así que el speaker me conocía a través de las redes sociales y también sabía que mi mujer tiene ELA. Cuando llegamos a la meta había un montón de gente, estaba la Televisión de Galicia y el speaker dice por megafonía: “ahí viene Víctor, el chico que corre con una bolsa de ostomía y también por la ELA. Enseña la bolsa porque la gente no sabe lo que es”. Y yo, ni corto ni perezoso, saco la bolsa, la enseño y entro en meta con la bolsa colgando en mi abdomen. La gente flipaba. No sé si hice bien o mal, pero en ese instante le das visibilidad. Son momentos con los que te quedas y por eso te digo que siempre tienes que sacar algo bonito de todo lo que haces.

“Cada mes muere un afectado de ELA, con lo cual tienes que vivir a tope cada momento, exprimir al máximo los tiempos con tu familia y tus amigos sacando siempre todo lo que puedas”

-¿La vida hay que vivirla siempre disfrutando de lo que tienes?
-El enfoque tiene que ser este porque es la única forma que te permite disfrutar de la vida. Cada mes muere un afectado de ELA, con lo cual tienes que vivir a tope cada momento, exprimir al máximo los tiempos con tu familia y tus amigos sacando siempre todo lo que puedas. Además, tengo la gran suerte de que mi mujer siempre me acompaña y mis hijos siempre que pueden también. ¿Qué más puedes pedir que una compañera que te apoya y te acompaña en todas las cosas que tú quieres hacer? En este sentido lo tengo muy fácil. La gente con la que corrí el ultra en Asturias conocía mi situación, éramos catorce personas compitiendo y ellos me respetaron muchísimo y yo a ellos. Cuando nos fuimos de cena todos juntos me decían que era un tipo curioso porque con un problema criminal y con mi situación, ahí estaba dándoles ánimos y una lección de vida. Yo siempre voy a disfrutar y no a ganar premios.

Víctor Loira
Foto cedida por Víctor Loira

-Tenéis una enfermedad, pero no estáis enfermos…
-Yo no me siento enfermo. Para mí lo que tengo no es un problema. El otro día me llamo una señora diciendo que la iban a operar porque tenía un cáncer y todo su problema era que le iban a poner una bolsa. Ahí ya le di el alto y le pregunté qué edad tenía. Me dijo que sesenta y seis con lo cual la siguiente pregunta ya fue obligada: y, ¿qué pasa? Está claro que a nivel estético no es lo mejor, pero ¿puede ser más preocupante llevar una bolsa que tener cáncer de colon? En este caso, lo importante era que la dejasen bien de la operación, lo de la bolsa es secundario. Cuando hacemos campañas en los colegios, los niños pintan las bolsas y yo después las uso. Creo que soy el único de España que lleva la bolsa dedicada. El año pasado me las pintaron en un centro de tercera edad que hay en Poio –Pontevedra-. Les dimos una charla y esa fue después la actividad que les propusimos. Hay que darles a las cosas la importancia que tienen y normalizar las situaciones.

-¿Te sientes vivo?
-Sí, nos sentimos vivos, activos y útiles. Hay que aprender a vivir, esto es lo que hacemos para lograrlo y lo conseguimos. Aquí estamos.


José Luis Somoano. Organizador del Ultra Triatlón Tierra Astur.

José Luis Somoano. Organizador del Ultra Triatlón Tierra Astur
José Luis Somoano / Foto cedida por EscobedoHeart

“Soy un amante de la gente que se supera todos los días y en esto, tanto Víctor como Tita, no necesitan un dorsal para demostrarlo”.
José Luis Somoano no solo es el organizador del Ultra Triatlón Tierra Astur en Ribadesella, también es el entrenador de Víctor Loira y lo que es más importante: su amigo. El primer año que le planteó participar en su prueba, él le pidió tiempo. Nunca había participado en un triatlón y necesitaba preparación en todos los sentidos. Este año, viendo cómo estaban las cosas por causa del Covid, la respuesta a la invitación fue afirmativa. “Me sentí muy afortunado porque viniera, aunque también fue una responsabilidad asumirlo, porque no deja de ser una persona con una limitación física importante de la que había que estar pendiente toda la prueba, sobre todo el segmento de natación”. Uno de los problemas a los que se enfrentan los triatletas en esta parte de la prueba es que tragan mucha agua, cosa que para Víctor tiene unas consecuencias peores que para el resto de participantes. Comenzó a entrenar técnica de natación en piscina con un tubo de buceo. Pero esto fue otro inconveniente ya que los nadadores de aguas abiertas buscan sus referencias cuando levantan la cabeza para coger aire, así que los entrenamientos supusieron más esfuerzo y dedicación. Sobre la bici también las condiciones fueron diferentes ya que había que medir todo mucho para evitar deshidrataciones o hipotermia. “Aunque son pruebas de largas distancias -comenta Somoano-, no podemos olvidar que el deporte tiene que significar salud y más en un caso como este. Siempre les digo a todos los participantes que tienen que saber hasta dónde pueden llegar y dejarlo cuando tienen que hacerlo. La verdad es que solventamos todo perfectamente porque él tiene una dedicación del cien por cien. Tú le dices cualquier cosa y la hace con una disciplina total”.

Víctor Loira en la prueba de natación del Ultra Triatlón Tierra Astur de Ribadesella
Víctor Loira en la prueba de natación del Ultra Triatlón Tierra Astur / Foto cedida por EscobedoHeart

Una de las particularidades del ultra que organiza Somoano en Ribadesella es que nunca pasa de quince o veinte participantes. El objetivo no solo es realizar la prueba, sino establecer vínculos de amistad, fomentar el compañerismo y sentir que siempre tienes a alguien a tu lado que te está animando porque te entiende. Esto solo se consigue con grupos pequeños. Este año muchos de los participantes traían a sus espaldas muchas pruebas y estudiando los currículos deportivos, Víctor era el que menos pruebas tenía en su cuenta personal, pero esto no fue en ningún momento algo a tener en cuenta. “Lo que valoraron el resto de participantes fue ver cómo se superaba diariamente teniendo la condición física que tiene. Víctor no consiguió acabar por muy poco, porque en la suma de las treinta y seis horas, no consiguió finalizar por una hora, pero te puedo asegurar que para el resto de participantes fue el ganador. Él demuestra que un paisano ostomizado y con una dolencia como la suya, no tiene por qué asumir ninguna limitación y puede enfrentarse a una prueba como esta. Además, dejó bien claro que no quería ningún tipo de favoritismo de la organización. Quiso las mismas normas que todo el mundo, porque lo que quería era mezclarse con la gente y hacerlo igual que todos”. Aquí no hay vencedores ni vencidos, solo gente con mucho afán de superación.

“Víctor demuestra que un paisano ostomizado y con una dolencia como la suya no tiene por qué asumir ninguna limitación y puede enfrentarse a una prueba como esta”

La amistad de Somoano con Víctor trasciende lo deportivo. Cuando habla de él reconoce que cuando está, tanto con Víctor como con Tita, le hacen replantearse cómo valora su vida y el índice de prioridades. Hace unos años trabajaba con una asociación de enfermos de ELA y lo tuvo que dejar porque, cada vez que un paciente moría, lo pasaba muy mal. “Te das cuenta de que eres egoísta porque te alejas para no sufrir mientras ellos siguen ahí. Cuando se te cae el mundo encima, lo mejor es irte a tomar un café con ellos y así te das cuenta de lo que es la realidad y de lo que realmente importa. Lo viven todo con una naturalidad que te da vergüenza quejarte de algo, te llevas una ostia bestial y te hace plantearte de qué narices te estás quejando. Después de hablar con ellos estoy cinco días sonriendo porque es lo que transmiten. Consideran que tienen una limitación y lo que hacen es superarlo. Ellos me dan energía. Yo tengo hijos y para mí, que estén con ellos es más importante que cinco días de escuela. Aprenden lo que es el amor, la superación, lo que es una familia, lo que significa unirse que al final es lo que realmente importa”.

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