Con los precios de gasolina por las nubes, cada vez más ojos se vuelven hacia el coche eléctrico, una tecnología que aún parece estar en pañales. Sin embargo, un instituto público de Laviana lleva años trabajando en este tema y está ganando premios con sus prototipos.
No es un centro de I+D+i, ni de alta tecnología. Son chavales, y estudian mecánica en un módulo de Formación Profesional. Sin embargo, el IES Alto Nalón de Barredos (Laviana) se ha hecho famoso en las competiciones del sector por sus prototipos de coche eléctrico, que fabrican en los talleres del instituto.
Allí se almacenan sus dos últimos trabajos, a los que han llegado tras años de investigación y experimentación: un prototipo con pila de litio y otro con pila de hidrógeno que responde al llamado «urban concept». «Éste se asimila a un vehículo de calle -explica Luis Montero, director del Departamento de Automoción- porque tiene que cumplir determinados requisitos de luces, claxon, espacio de maletero, puerta… en cambio el prototipo se parece más a una nave espacial que a un coche». Con ambos han participado en ferias como la Ecomarathon Europa en Lausitz (Alemania) el año pasado o la Madrid Ecocity en abril, donde tuvieron que enfrentarse a la climatología, además de a los otros concursantes. El coche de hidrógeno no pudo participar debido a las fuertes lluvias, pero aún así, ganaron dos premios con su otro vehículo: específicamente, como Prototipo Eléctrico y en la categoría general de Prototipos de Nuevas Energías Renovables.
El IES «Alto Nalón» de Barredos es un instituto público que ha conseguido lo que grandes empresas, con millones de presupuesto en I+D, no han logrado: un coche sin ruido, sin contaminación y con un gasto de combustible mínimo.
Todo esto compitiendo con institutos y universidades a nivel internacional: un palmarés impresionante que Montero pone en perspectiva: «A todos nos gusta ganar premios, ¿cómo no vamos a presumir de lo bueno que tenemos? Pero lo fundamental es que estamos en un centro educativo. Nuestro trabajo es formar a los alumnos, que conocen lo último que hay en el mercado. Estamos preparando a profesionales yendo incluso por delante de la propia tecnología. Y eso lo hacemos aquí, en la Cuenca».
Pero ¿qué tiene de especial este instituto, para poder competir de tú a tú con universidades y escuelas superiores? «Sobre todo ha tenido profesores muy volcados en el tema. Merece la pena nombrar a Manolo Lobo y a Santiago Viña porque son los que arrancaron a pesar todas las dificultades técnicas y de financiación. Ahora estamos Francisco Díaz Lobo y yo, dando continuidad a estos proyectos, pero nos lo hemos encontrado hecho, no tenemos más que seguir sus pasos».
La tecnología del futuro
Sin ruido, sin contaminación, y con un gasto de combustible mínimo (hasta 1.900 km. con el equivalente a un litro de gasolina). No parece haber pega, así que ¿cómo es posible que grandes empresas, con millones de presupuesto en I+D, no consigan lo que ha logrado un instituto público? «Las tecnologías ya son conocidas -afirma Montero- pero en mi opinión falta gente con arrojo, que tenga la capacidad de tomar decisiones y decida apostar por ellas. Detrás de todo esto están intereses comerciales, evidentemente, así que supongo que cuando paguemos el litro de combustible a cinco euros tendrán que plantearse buscar alternativas, pero no por una cuestión medioambiental, sino porque la empresa automovilística no va a vender coches».
Aunque existe la leyenda negra de que las grandes petroleras bloquean o ralentizan este tipo de investigaciones, Luis Montero no está totalmente de acuerdo: «Sí creo que les interesa que se sigan utilizando combustibles fósiles, pero también que se lleve la tecnología a su extremo de eficiencia, porque eso permitirá que se sigan usando estos combustibles, o al menos que se combinen con otros, como en los coches híbridos. Alguien tiene que investigar eso, y al fin y al cabo les estamos ahorrando trabajo, por eso incluso hay veces que patrocinan determinados eventos».
«Lo fundamental es que estamos en un centro educativo. Nuestros alumnos conocen lo último que hay en el mercado, e incluso van por delante de la propia tecnología. Y eso lo hacemos aquí, en la Cuenca»
De momento, la comercialización de este tipo de coches tiene un problema fundamental: el precio. Se calcula que el coche de hidrógeno cuesta unos 50.000 euros. Es la pescadilla que se muerde la cola: si no se generaliza el consumo, no se bajan los costes de producción. Aún así, hay muchas vías de investigación abiertas, tanto para bajar costes como para solucionar los problemas de autonomía que tienen estos vehículos.
Para ello en el IES «Alto Nalón» siguen trabajando, mejorando sus prototipos curso tras curso. La FAEN (Fundación Asturiana de la Energía), ITVASA y el Consorcio de Transportes de Asturias son tradicionalmente las tres empresas patrocinadoras, aunque la crisis también se hace notar en el presupuesto. «Teníamos un proyecto muy interesante para electrificar un vehículo, que nos propuso la FAEN con apoyo de otras empresas, pero por problemas varios este año no se va a poder llevar a cabo. Los recortes nos afectan, claro, aunque también es cierto que tanto la dirección del Centro como la Consejería nos apoyan en la medida de sus posibilidades. Saben que esto es ir un paso más allá en la educación de estos chicos, y que supone promocionar la Formación Profesional», sentencia Montero.