Que en el concejo de Valdés hay una gran afición a la pesca se demuestra viendo los números: más de 400 asociados a la caña y al sedal, que pasan largas jornadas en el río Esva disfrutando del paisaje y de esta actividad deportiva.
En su aniversario este club afincado en la localidad de Trevías se pone un reto: contagiar la afición a los benjamines y rejuvenecer la asociación. Los 25 años de actividad se celebrarán con un programa de actos variado. Ya el pasado mes se organizaron interesantes charlas informativas sobre cuestiones relativas tanto al entorno como a la actividad, a cargo de Jerónimo de la Hoz, biólogo, Eduardo Dopico, profesor de Pedagogía, y Eva García, catedrática de Genética de la Universidad de Oviedo. Se prevé también un encuentro de pescadores de mosca y una sextaferia dedicada a la recogida de basuras en la cuenca del Esva, en un esfuerzo conjunto necesario para mantener las riberas limpias y bien conservadas. Además, se celebrará un campeonato infantil, una actividad especialmente importante para el Club, que busca potenciar la afición entre los más jóvenes.
El club está embarcado en otros proyectos a más largo plazo. Uno de ellos es la creación del Museo de la Pesca, que reunirá materiales relacionados con la actividad, aparejos antiguos, fotografías y curiosidades interesantes para cualquier aficionado. También les ocupa la creación de una revista que refleje la actividad de la asociación durante este cuarto de siglo, con artículos y fotografías que reflejen las vivencias de los socios a lo largo de incontables jornadas de pesca.
Pese a su trabajo en la cría de alevines de trucha y salmón en las plantas de alevinaje, el colectivo está preocupado por lo que considera un evidente descenso de la población de ambas especies en el río, y paralelamente manifiesta su disconformidad con las normas que rigen la temporada de pesca sin muerte. «El rechazo a la norma es patente entre los pescadores. Al ribereño lo que le gusta es pescar la trucha y llevársela a casa», explica Gil Ramón Rico, presidente del Club. Consideran que ambas cuestiones repercuten negativamente en la afición, y por tanto también en el turismo que ésta genera, algo que preocupa también a los hosteleros de la zona. «El Esva es un río vivo. Seguiremos trabajando para su conservación y para relanzar las posibilidades de esta zona», concluye el presidente de La Socala.
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