Dicen que una mujer inteligente siempre es peligrosa, pero que una mujer humorista, que parodia, que ironiza y que se ríe de su propia sombra, es más peligrosa todavía. Ella es la Lady Gaga asturiana, Lady Llagar para más señas. Un personaje que da total libertad a MariaJo Baudot para hacer lo que quiera encima de un escenario. Divertida, inteligente, sin miedo a cortarse, dispuesta a meternos en su particular torbellino de humor Made in Asturies y arrancarnos unas sonrisas. ¡Ah, por cierto!, no conoce la vergüenza.
La vis cómica es un don en ella, lleva el humor en los genes. Pero también ama la música y eso le lleva a estudiar solfeo y coral en el Conservatorio y cinco años de piano. No obstante, sus primeras experiencias sobre un escenario son de la mano del teatro con sus personales monólogos. A partir de ahí descubre que el humor, bajo la apariencia inofensiva de la risa, puede ser la mejor manera de ver y vivir la vida. Y decide contagiarlo.
–¿Quién es María José Baudot?
-Mejor MariaJo porque María José se llama mi madre. Recuerdo en el colegio o en casa cuando me reñían me llamaban ‘María José’, así que a ese nombre le fui cogiendo un poco de pavor. Me llaman de muchas maneras: MariaJo, Mery Jo, Jojo, Jojina, Ajo…
Contestando a tu pregunta, soy enfermera vocacional, mi madre también lo fue. Desde pequeña cogía los peluches y me ponía a darles clase o a curarlos, y sobre los 15 años ya tenía claro que quería ser enfermera. La parte musical la desarrollé mucho después. Sabía que podía cantar, me gustaba, pero lo hacía ‘pa dentro’, ‘pa mí… en la ducha’. Cuando veía a alguien cantando sentía que yo también podía hacerlo, pero lo tenía ahí como un sueño.
“Sabía que podía cantar, me gustaba, pero lo hacía ‘pa dentro’, ‘pa mí… en la ducha’. Lo tenía ahí como un sueño”
-¿Cuándo decidiste dar el salto, dejar la ducha y cantar para los demás?
-Mi vocación fue un poco tardía. Empecé haciendo monólogos, el primero cuando ya tenía 27 años. Mi pareja en aquel momento, Juanchi, tenía una cafetería restaurante por la zona de la facultad de Humanidades, un lugar con mucho movimiento de profesores y estudiantes. Y los fines de semana, hacíamos cenas temáticas. Por ejemplo, por San Valentín yo preparaba monólogos para la ocasión. O si la dedicábamos a Argentina -se hacían platos de cocina del mundo- me disfrazaba de Evita Perón y cantaba “No llores por mí Felechosa” y hacía monólogos. Poco a poco con micrófono en mano fui haciendo shows más completos y descubrí que lo mío era la canción. Me disfrazaba y hacía imitaciones de Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Amy Winehouse, Raphael, Tina Turner o Nino Bravo, que al final acabó siendo Nina Brava. En veinte años sobre los escenarios me he hecho un ajuar en los chinos que ni te imaginas.
-¿Recuerdas esa primera vez?
-No se me olvidará nunca. Iba cagadísima de miedo. Era un certamen de monólogos en Oviedo. El chico que iba delante de mí hizo uno de la Paramount y la gente estaba bastante seca. Para prepararlo había hablado con La Gata Loca, -Merce Pitipun- que me dejó un monólogo sobre los dioses griegos para que me lo estudiara. Vi que aquel tema podía dar para mucho, así que me puse a indagar por Internet y lo llevé a mi terreno. Al final la cosa salió superbién. Me enganché con aquello y como siempre tuve vis cómica empecé a hacer shows incorporando de todo un poco. En una ocasión hice de Eugenio, el humorista catalán, con el pitu -que en aquel momento ya era electrónico porque estaba prohibido fumar-, y llegué a contar 103 chistes. Tenía una amiga enfrente que me decía una palabra clave y a partir de ahí yo me acordaba del chiste. Fue toda una experiencia.
“Lady Llagar es una mujer que hace reír y provoca. Tiene libertad para ser arriesgada. La indumentaria que lleva: medias de rejilla con los pololos por debajo y esa minifalda, es toda una provocación. Tiene similitud con el personaje de Lady Gaga, pero en plan de coña”
-¿Cuándo nace Lady Llagar, tu alter ego, y por qué precisamente esa cantante?
-Me encantaba Lady Gaga. Creo que fue la que cogió el testigo a Madonna, despuntaba por su voz, originalidad y también su puesta en escena. Un día hablando con una amiga, se nos ocurrió crear un personaje inspirado en ella, pero llevado a nuestro terreno y a nuestra tierra, de ahí el cambiar lo de Lady Gaga por Lady Llagar. A raíz de esa artista creamos a esta mamarracha asturiana -mi alter ego- a la que todo le importa tres cominos, es totalmente libre. ¡Ojalá pudiera salir yo así a la calle! Cuando subo a un escenario me posee, me siento sin filtros y eso es muy divertido. Hago y digo lo que me da la gana siempre, bueno, dentro de unos límites por respeto al público y sin ser agresiva. Lady Llagar es irreverente, desafiante, tiene mucho morro y le gusta provocar, pero en plan dicharachero. Se mueve dentro del cinismo, el poderío, mucho empowerment.
-Esa imagen transgresora y a veces hasta histriónica de Lady Llagar, ¿es algo creado para llamar la atención o te sale de forma natural?
-Encima del escenario me gusta llamar la atención y llevar las cosas un poco al extremo. En mi vida privada soy muchísimo más pudorosa, me puede más la empatía y lo que le puede llegar a molestar a los demás. Al escenario había que llevar a un personaje que tuviera mucha presencia y Lady Llagar la tiene. Es una mujer que hace reír y provoca también. Tiene libertad para ser arriesgada. La indumentaria que lleva: medias de rejilla con los pololos por debajo y esa minifalda, es toda una provocación. Tiene similitud con el personaje de Lady Gaga, pero en plan de coña.
“Cuando canto y me pongo la indumentaria del personaje al que imito, soy ese artista. Me gusta empaparme, recoger su esencia para luego proyectarla al público. Soy muy perfeccionista”
-Antes me hablabas de Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Tina Turner… ¿De qué manera te sientes conectada con los personajes que interpretas?
-Yo cuando canto y me pongo la indumentaria del personaje en cuestión, soy ese artista. Cuido y estudio mucho sus expresiones. Por ejemplo, para interpretar a Amy Winehouse, que es una mujer que me cautivó desde el primer momento, además de aprenderme bien las letras me veo sus videos quinientas veces si hace falta porque me gusta imitar y quiero hacerlo perfecto. No me basta parecerme. Estudio mucho al personaje porque quiero calcarlo. Me gusta empaparme del artista, recoger su esencia para luego proyectarla al público. Hacer estas imitaciones me permite también ser otras personas que no soy ni seré jamás y eso es muy enriquecedor.
-¿Respetas las canciones originales o haces tus propias versiones?
-Suelo respetarlas, pero también es cierto que en algún caso hago adaptaciones. En el ‘Muyeres Fest’ de hace tres años hice de Rosalía, adapté uno de sus temas y lo hice más feminista. En las últimas apariciones de Lady Llagar sí que he cogido las pistas de Rosalía y las he adaptado con letras asturianas, vaqueiradas, canciones que conocemos todos, es algo muy divertido.
“Me costaría más posicionarme políticamente, los políticos me aburren, creo que hacen agua por todos los sitios. Pero por la defensa de los derechos humanos, del feminismo, voy con todo”
-En tus canciones, monólogos, incluyes mensajes feministas, pro-colectivo LGTBI. ¿Te ha generado algún conflicto el posicionarte públicamente a favor de estas causas?
-No, para nada. Me costaría más posicionarme políticamente, los políticos me aburren, creo que hacen agua por todos los sitios. Pero por la defensa de los derechos humanos, del feminismo, voy con todo. Personalmente, creo que no se puede mantener una postura aséptica en esos temas. Si yo sobre un escenario defiendo esas causas es porque creo en ellas, si no sería imposible.
-Has dicho que “si no metemos humor en nuestras vidas, dan ganas de morirse y tiempo para la enfermedad ya tendremos”. ¿Cómo utilizas esta herramienta?
-No entiendo la vida sin humor. También me gusta la ironía. Creo que es una actitud ante la vida porque si te dejas llevar por todo lo que te rodea, por la sociedad que estamos creando, te dan un poco ganas de morirte. Nadie en su sano juicio, que tenga salud mental, y sea bondadoso, puede vivir en una sociedad así. No hay que ser muy listo para ver que no estamos haciendo las cosas bien. Yo valoro mucho lo pequeño, creo que es donde se pueden hacer los cambios. No vas a cambiar el mundo, pero sí tu entorno más próximo. Intento hacer lo que puedo en mi pequeño espacio, creo en los pequeños gestos, las pequeñas gentes, para mí están más cerca de lo bueno y de lo sano. Te empiezas a mover por un partido o por una causa, luego ves todo el entramado que hay detrás tan asqueroso y se te quitan las ganas de todo. El poder por lo general corrompe a las personas.
“Yo valoro mucho lo pequeño, creo que es donde se pueden hacer los cambios. No vas a cambiar el mundo, pero sí tu entorno más próximo”
-¿De qué cosas te ríes y qué no te produce ninguna gracia?
-Procuro reírme de todo. Sí que es verdad que hay momentos donde la sensibilidad está más a flor de piel y no permiten reírnos. Hace veinte años toda España se moría de risa con Martes y Trece y “Mi marido me pega”. Hoy está totalmente fuera de lugar. Hay… tiempo para todo, hay sensibilidades que dependen de equis cosas, y reírte por ejemplo del mal ajeno pues no tiene ni puta gracia. Del día a día, de las pequeñas cosas sí procuro reírme. El humor me ayuda a llevar una vida mejor y no amargarme tanto con las cosas que nos rodean.
-Después de bajar del escenario y hacer reír al público, ¿cómo se queda MariaJo consigo misma?
-Muy agotada porque el subidón de adrenalina que te da luego es muy agotador. Cuando canto, bailo o interpreto, lo doy todo. Me entrego en cuerpo y alma y eso al final tiene un precio. Cuando conectas con la gente, les haces reír, te da un subidón de adrenalina que te proporciona felicidad, te hace sentirte bien contigo misma. Al final, la gente no creo que se acuerde de lo que dijiste en concreto, pero sí de lo que les hiciste sentir. ¡Eso ye lo guapo! Luego te paran por la calle y te lo dicen. La vida rutinaria, el día a día, es muy jodido, ye lo que hay. Si se nos acaba el humor se nos acaba la vida. Lo importante es crear redes que nos hagan felices con la gente que de verdad nos importa, con los que quieres, donde no falten las sonrisas. Eso es lo que nos va a hacer tirar para adelante. Uno sobrevive gracias a que le echa humor a la realidad.
-¿Te entregas en cuerpo y alma a todo lo que haces?
-Sí, si no, no lo hago. Me considero una persona intensa a la hora de entregarme, pero sin llegar a ser insoportable. Soy bastante analítica, muy contenida en momentos, por eso lo de subirme a un escenario y dar rienda suelta a lo que pasa por mi cabeza me resulta muy divertido, te lo puedo asegurar.
“La vida rutinaria, el día a día, es muy jodido, ye lo que hay. Si se nos acaba el humor se nos acaba la vida”
-De todas tus facetas -cantante, monologuista, presentadora, humorista-… ¿con cuál te sientes más cómoda?
-Mira, nací con la vis cómica, no es algo currado, es totalmente natural. Desde pequeña imitaba a mis profesores y nos partíamos de risa. Luego lo fui adaptando hasta convertirlo en un show. Lo que más me gusta es cantar y disfrazarme. Ser un personaje y luego otro… Con los monólogos me tuve que comer mucho bar y eso te va dando muchas tablas. Cuando estás haciendo un monólogo a las diez de la noche, mientras la gente se está tomando una caña, y le importa tres cominos lo que estás contando, en medio del ruido, el barullo, te resignas y ves que contra eso no puedes luchar. Es algo muy duro.
Cuando presento un evento, además de lo que son las propias presentaciones, hago un monólogo y es algo completamente distinto. Cuando estás en un teatro, la gente está ahí para escucharte. Tienes todo a tu favor.
Presenté la gala de clausura del Avilés Acción Film Festival, junto a mi amigo Félix Corcuera, y disfruté muchísimo. Es una persona muy generosa, nos salen muchas tonterías juntos, se nota que tenemos química y eso se traduce en un buen trabajo.
-Además de la vis cómica, encima del escenario eres provocativa, sensual… ¿Qué ocurre cuando te subes ahí arriba?
-Pues no sé… supongo que me siento libre para jugar y como no soy yo pues te quitas todas las tonterías, los corsés, los formalismos y las normas sociales de encima. Noto que de repente puedo hacer lo que me da la gana. Todo ello, insisto, desde el respeto al público, a las personas.
“Lo que más me gusta es cantar y disfrazarme. Ser un personaje y luego otro… Con los monólogos me tuve que comer mucho bar y eso te va dando muchas tablas”
-¿Vives conflicto al albergar dentro de ti a tantos personajes? ¿Cómo te llevas con ellos?
-Los adoro a todos. La persona con quien me llevo peor es conmigo misma. La única que genera conflictos soy yo que es a quien más le exijo. Tengo 44 años y he realizado ya un largo viaje. Soy muy exigente conmigo o procuro serlo. Cuando veo algo que me disgusta, que no acabo de aprender, me duele. Intento cada día mejorar como persona.
-La empatía tanto en tu trabajo como enfermera como encima de un escenario es otra de tus cualidades. ¿Cómo te ayuda en tu proceso creativo?
-Pues no lo sé… supongo que como confío en la vis cómica que tengo, cuando creo algo que me sale de dentro confío en que tiene gracia. Te confieso que dos o tres días antes de subir al escenario entro un poco en crisis y pienso: ¡Ay, madre, nadie se va a reír con esto! ¡Es una mierda! Pero eso luego pasa… es un poco el ataque del artista. Luego cuando te subes al escenario, ves que funciona, que el público se tira por el suelo de la risa. Improviso mucho porque ya tengo muchas tablas y cuando pasas ese primer impasse con la adrenalina hasta las cejas, el corazón a 130 pulsaciones, luego viene la calma, el jugar con los silencios…
-Además de trabajar en solitario, eres la voz del grupo de soul, The Soultans y Vetusta Big Band. ¿Cómo combinas todo ello y qué te aportan como artista cada uno de esos palos?
-Pues combinar lo combino fatal porque cuando estás a muchas cosas, no estás a nada y es una vida un poco estresante. Siempre que te puedes juntar con profesionales de calidad, como es en estos casos, -hablamos de lo mejorcito de Asturias y de España si me apuras-, es un privilegio para mí. Lo que me da pena es no tener días de 48 horas para poder tener ensayos y bolos con ellos, pero los bolos salen cuando salen. En el caso de la Vetusta Big Band, como somos tantísimos músicos, sólo puede costearlo un ayuntamiento o el Principado, no te puede contratar un bar. Cantar a las órdenes del maestro Arévalo que tiene una gran calidad como profesional y como persona, ir a ensayar un día, aunque sea a las 2 de la mañana es un lujazo. Y luego con The Soultans que son lo mejorcito en guitarras: Borja García, Dani León, es jugar en otra liga. ¿Qué puede salir mal?
-Musicalmente hablando, ¡qué vida tan rica tienes!
-Claro que sí… lástima que las agendas no nos permitan hacer todo lo que queremos. Al final, aunque nos proponemos ensayar, aunque sea una vez al mes, vas a golpe de bolo, y quedas prácticamente la víspera. Cuando estás a mil historias se te cierra la puerta y la verdad es que es una pena. Me divierto mucho con todo, y eso me ayuda a llevar mejor la vida.
“Yo como enfermera también le canto a los enfermos… que entre por la puerta una enfermera cantándote una de Pantoja o de Rocío Jurado, pues imagínate. Alegro la vida a la gente y poder hacerlo me parece muy bonito”
-Supongo que en tu trabajo como enfermera también estás en contacto directo con el sufrimiento humano y la enfermedad. Al final, habitas los dos extremos…
-Yo como enfermera también le canto a los enfermos… que entre por la puerta una enfermera cantándote una de Pantoja o de Rocío Jurado, pues imagínate. Alegro la vida a la gente y poder hacerlo me parece muy bonito. Lo que ya no me gusta tanto es el sistema que tenemos. En el HUCA no puedo entender que estemos más tiempo mirando al ordenador que para el paciente. Soy una enfermera que tiene que estar a pie de cama, no puedo estar continuamente rellenando ítems y mirando al ordenador. He llegado a un parámetro que mi sensibilidad no está preparada para vivir. Entonces decidí pasar de la Medicina Especializada a Primaria y ahora en el centro de salud lo llevo un poco mejor. Puedo dedicarme más a mis pacientes, hay un equipo de profesionales con mucha más cohesión, siento que trabajo mejor desde lo pequeño porque se pueden hacer muchas más cosas.
-Alguien ha dicho que eras la voz femenina más fresca que había ahora sobre el escenario asturiano. ¿Qué piensas cuando escuchas esto?
-Pues que ye mentira. Hay muchas voces frescas y muy buenas en Asturias. Están Silvia Fernández y Lucía Alonso que es muy profesional, que además de profesora de canto también es voz en la Vetusta Big Band. ¿Cómo voy a ser yo la más fresca? Tengo otras cualidades, pero no esa. Puede que tenga frescura en las formas, pero no en cuento a la voz. Soy más imprecisa, irregular, airada… mejor que canta Lucía Alonso, no la conozco. Siempre le digo: ‘Luci, yeres la Mary Poppins del canto, haces magia con tu voz’. Es prácticamente perfecta en todo.
“Ahora me mido mucho más, valoro mucho el saber escucharme, ver lo que necesito en cada momento, qué me debo dar y qué no. Debo de mantener un equilibrio para luego poder entregarme a los pacientes”
-He leído que también te gusta la montaña. ¿Es el lugar donde recargas tus pilas?
-Pues como no me da la vida para nada, casi te digo que me he convertido en una señora que busca en sus ratos libres tranquilidad. Llego reventada al fin de semana que es cuando tengo bolos, ¿cuándo voy a ir a la montaña? Hago de vez en cuando alguna escapadina a un sitio no muy alejado y para de contar. Antes sí, era más montañera.
Ahora recargo pilas con mis amigas, reuniéndonos, hablando de nuestras cosas; por la noche en silencio y paz cuando llego a casa cansada, y a lo mejor me pongo a escuchar música, cantar o bailar, que me encanta. Hay que ir adaptándose a lo que el cuerpo te va pidiendo con la edad. Antes era pura energía, y ahora si me echo una siesta y estoy un rato tranquilina en casa, soy feliz. Me doy cuenta de que después de pasar consulta de 8 a 3, llego a mi casa con la cabeza loca porque cada paciente es una historia, y la gente va allí a hablar de sus problemas, y tú te entregas en las curas, en las conversaciones, das de ti, de tu energía y todo eso te va gastando la pila. Antes, eso no era nada y luego salías, ibas a dar una vuelta… Ahora me mido mucho más, valoro mucho el saber escucharme, ver lo que necesito en cada momento, qué me debo dar y qué no. Debo de mantener un equilibrio para luego poder entregarme a los pacientes.
-Antes de la entrevista me comentabas que acababas de terminar tu contrato con la Sanidad, ¿te vas a entregar por completo a tu faceta artística?
-Sí, además de esos grupos que comentaste antes colaboro con otro, La Hijas de Chimo Bayo, que pinchamos música y amenizamos eventos. Además de todos esos grupos en los que estoy, van saliendo nuevos proyectos. En octubre, con motivo del Premio Princesa de Asturias de las Artes a la actriz Meryl Streep, la Fundación quería crear una banda para hacer un homenaje al personaje interpretado por ella en la película Mamma Mia!, con todas las canciones de ABBA. Así que están reuniendo a voces como Mar Álvarez a la cabeza, Paula Mata, -una actriz de teatro de Avilés maravillosa que trabaja en musicales- y una servidora para dar forma a este proyecto. Haremos unos bolos en Oviedo, Gijón y Porrúa. Eso nos va a implicar ensayos, disponibilidad de días, ajustes de agendas y va a ser complicado porque todo el mundo tiene su vida, familia, hijos… pero el proyecto, sin duda, merece la pena.