Para los aficionados a la caza y a la pesca, Belmonte de Miranda es poco menos que un paraíso. El Coto Regional de Caza número 121, gestionado por la Asociación Deportiva Peña Manteca, reúne a un gran número de aficionados a la caza mayor y menor.
Hay mucho territorio para recorrer, y un buen número de zonas delimitadas para repartir espacios. Son poco más de diecisiete mil hectáreas, de las que casi la mitad corresponden a zonas boscosas. Ese es precisamente uno de sus principales atractivos, según explica Ricardo Suárez Morán, presidente de la AD Peña Manteca.»Hay mucho bosque, zonas bastante cerradas en las que hay que caminar. Las distancias son grandes y los perros tienen mucho monte para moverse. Son cosas que valoran mucho los verdaderos aficionados a la caza». En un paisaje dominado por hayas, castaños y robles, hay numerosas especies. Pueden cazarse principalmente jabalíes y corzos. También rebecos, de forma limitada, perdices y arceas.
Belmonte de Miranda es un espacio excepcionalmente rico para la caza que genera, a su vez, una actividad que agradecen los comerciantes y hosteleros de la zona. Un fin de semana pueden llegar a moverse unas trescientas personas, entre cazadores, monteros e invitados.
Pero quienes de verdad aman la caza disfrutan a su vez de la posibilidad de encontrarse con la pista de especies no cinegéticas, algunas en peligro de extinción, como el urogallo o el oso pardo. Y mirando al cielo, halcones peregrinos, azores, alimoches o águilas reales. En definitiva, un espacio excepcionalmente rico que genera, a su vez, una actividad que agradecen los comerciantes y hosteleros de la zona. Un fin de semana pueden llegar a moverse unas trescientas personas, entre cazadores, monteros e invitados, una cifra nada desdeñable que genera un interesante movimiento económico en la zona, que incluye pernoctaciones y servicios de hostelería y restauración. Por eso Ricardo Suárez reclama a la administración pública más colaboración con una actividad en pleno auge, o en su defecto menos burocracia para agilizar los trámites. «Pedimos que no nos pongan trabas y que no nos tengan todo el día rellenando papeles. Si nos llama una persona la víspera de una cacería, necesitamos hacer las gestiones con más agilidad. En otras comunidades, como Castilla y León, ya lo están haciendo de una forma mucho más fácil». Es el llamado turismo cinegético, un recurso a caballo entre lo deportivo y lo turístico, que repercute directamente en la economía del concejo.
… y de pesca, también
Los ríos belmontinos son uno de los destinos más apreciados por los pescadores, que se conocen al dedillo los cotos y los mejores rincones para capturar las piezas más codiciadas.
El Narcea tiene merecida fama como río salmonero, y su paso por Belmonte deja cotos tan conocidos como Las Mestas, la Llonga, La Tea, Villanueva, Bárcena o Juan Castaño. Quizá menos conocido pero igual de impresionante, es el río Pigüeña, que en otoño ofrece en todo su esplendor el espectáculo de los salmones remontando las aguas.
El río Pigüeña en otoño ofrece en todo su esplendor el espectáculo de los salmones remontando las aguas.
En el área recreativa de Las Llavanderas se encuentra un original refugio de pescadores, obra del artista Pablo Maojo; desde aquí se puede dar un pequeño paseo para llegar a la escala salmonera de El Banzao, en Selviella, mirador privilegiado para ver el remonte de los salmones. Muy cerca también están las instalaciones de la Escuela de Pesca de Selviella, gestionada por la Real Asociación Asturiana de Pesca Fluvial. Aquí se enseñan diferentes técnicas de pesca, especialmente a mosca, inculcando la afición a este deporte desde una perspectiva conservacionista y respetuosa con el medio ambiente.
Como bien saben los pescadores, la pureza de las aguas locales permite que aquí se encuentren no sólo salmones, sino también reos y truchas, aumentando su atractivo. De este modo la pesca se explota en Belmonte como recurso en su doble vertiente: deportiva y turística.Pinche aquí para ver más reportajes de este concejo