Con diecinueve años de vida, el G.M. La Chiruca se ha ganado ser un referente para los amantes de la montaña asturiana. El colectivo, que tiene su origen en una caminata por la Ruta del Cares organizada por un grupo de amigos en 2006, ya ha pateado todo tipo de escenarios naturales en la región y fuera de ella.
Los integrantes del grupo de montaña y senderismo La Chiruca despidieron el calendario montañero de 2024 compartiendo su pasión por la naturaleza entre los concejos de Muros del Nalón y Pravia. Ataviados al estilo navideño y recorriendo bosques cual duendecillos o trasgus, veinticinco integrantes del grupo instauraron el belén de cumbres en el Mirador de Monteagudo disfrutando de unas magníficas vistas sobre la ría del Nalón. Por el contrario, la agenda de 2025 la inauguraron con una salida fuera de la comunidad asturiana y acompañados por un colaborador y amigo residente en la localidad gallega de Foz, José Luis Suárez. Para no perder las buenas costumbres de los últimos años, este asturiano afincado en tierras lucenses hizo de anfitrión y guía para los componentes del grupo de montaña en una excursión que denominaron “Foz, mar y montaña” dados los diferentes escenarios que recorrieron.
Del Nuevo Año esperan que, por lo menos, sea tan fructífero como el anterior que les permitió ascender a cimas como el Mofrechu, El Cornón, Pico Pedroso, Peña Ten, Peña Sobia, entre otros, y recorrer escenarios espectaculares como la Vega de Brañagallones, el pueblo de Poncebos o parajes del Parque Regional de Riaño y Mampodre.
“La salida más potente de este año –explica Víctor Fernández, uno de los fundadores y a quien todo el mundo conoce como Víctor Valdredo– fue la que hicimos desde el Lago Enol hasta Poncebos; la llamamos ‘La Reconquista’. Es una ruta que siempre te llama la atención, tiene un atractivo especial al estar en Picos de Europa. Y haces una bajada muy exigente pues tienes que descender más de mil metros por el Canal de Culiembro para luego llegar a la Senda del Cares, y luego a Poncebos”.
En las salidas de este año ya hay previstas nuevas travesías y ascensiones, incluyendo una raquetada para disfrutar de la nieve, si las condiciones lo permiten. El pasado año no fue posible, “este año nos gustaría poder ir a la zona de San Lorenzo, en Teverga, pero claro, ahí dependemos del tiempo climatológico más que de nosotros y no es una salida que puedas programar para una fecha determinada”, añade el tesorero.
“Nos vamos haciendo mayores, tenemos una media de edad dentro del grupo que está entre los 50 y 60 años y no tenemos relevo generacional. Es el obstáculo más importante que encontramos”
(Víctor Valdredo, tesorero de La Chiruca)
El pico Turbina, los miradores del Navia, el Cuito Negro, el Jultayu o la sierra de Los Bígaros son algunos de los objetivos nuevos, pero también están preparados para repetir experiencias que se han ganado un puesto en sus corazones y botas. Entre ellas la ruta nocturna que cumplió su novena edición en un recorrido circular que partió de Valdredo y condujo hacia la zona de Entrecabos, consiguiendo reunir a cerca de 200 participantes entre los que había muchas caras jóvenes, algo que no es habitual.
“Por desgracia, nos vamos haciendo mayores, tenemos una media de edad dentro del grupo que está entre los 50 y 60 años y no tenemos relevo generacional. La gente joven prefiere ir a la montaña con su pareja o con algunos amigos, pero no quieren comprometerse en grupos de montaña. Es el problema más importante que tenemos –añade–. Sin embargo, a la ruta nocturna que tenemos en agosto sí que viene un montón de gente joven porque es una zona en la que hay mucha segunda residencia y hay mucho turismo. Es una ruta sencilla y que conozco muy bien porque yo vivo en Valdredo, y al finalizar hacemos una chocolatada. Este año hubo menos participantes, pero en una edición anterior llegamos a las 300 personas”.
También la Ruta Intergeneracional acogió una franja generacional más amplia de lo habitual, en un recorrido por el concejo de Cudillero que les condujo hasta la cascada del Gorgollón, un lugar paradisíaco que bien parece un refugio de xanas.
Con otras características, pero con la misma fidelidad, los chiruqueros repetirán la experiencia de la ruta del Mercáu Vaqueiro en la que, además de confraternizar con compañeros de otros grupos de montaña, disfrutan del Mercáu de San Martín de Luiña, declarado de Interés turístico regional, en una jornada que ofrece gastronomía, productos artesanos, juegos, bailes y música tradicionales. En el marco de este evento, los integrantes del grupo con sede en Cudillero ponen su granito de arena promocionando rutas por las brañas vaqueiras que tan bien conocen, ya que el colectivo colabora en la creación de rutas que las visibilicen. También son parte activa en el trazado de la ruta “Entrecabos” que une zonas de la costa valdesana y pixueta.
El fin de semana en el Parque de Montaña de Riaño y Mampodre es otro de los clásicos de La Chiruca, porque hay parajes que –aunque ya conocidos– siempre merece la pena volver a visitar. Dada la cercanía a la zona sur de los Picos de Europa, del que es limítrofe el Parque, el colectivo pudo realizar rutas en diferentes áreas protegidas y llegar a lugares como la zona de Pandetrave, la Vega de Liordes, el puerto del Pontón, etc.
“Este año sí que nos hemos propuesto subir al Collado Jermoso, porque el pasado estuvimos por la zona, llegamos hasta la Vega de Liordes, pero no llegamos a subirlo”, añade el tesorero.
Del nuevo año esperan que sea tan fructífero como el anterior que les permitió ascender a cimas como el Mofrechu, El Cornón, Peña Ten, Peña Sobia, entre otros, y conocer escenarios espectaculares como la Vega de Brañagallones, Poncebos o el Parque Regional de Riaño y Mampodre.
Y por supuesto, incluyen citas para realizar en compañía de otros montañeros amantes de la geografía asturiana, algunas casi multitudinarias como la Travesía de la Costa Naviega que recorre una parte del litoral asturiano occidental en el mes de junio. “Este tipo de salidas tienen un carácter más festivo que otra cosa, aunque la Naviega recorre sus veinte kilómetros. Pero es verdad que nosotros participamos por apoyar a otros grupos de montaña, son compañeros y nos ayudamos unos a otros. Este año también estaremos en el XXV Aniversario del Grupo de Montaña Estoupo”, explica el montañero de Valdredo, que asume en gran parte la tarea de organizar la logística de las diferentes salidas: gestionar las cuotas de socios y las inscripciones, contratar las pólizas de los que no estén federados, concertar el transporte en autobús, la reserva en restaurantes y el hospedaje en el caso de que haya que pernoctar.
Cada salida senderista o montañera requiere a su vez un estudio previo de las características del lugar y, en función de la dificultad que entrañe, se pueden llegar a realizar dos itinerarios para los más y menos andarines. “Lo que hacemos es que algún o algunos socios van uno o dos meses antes a hacer la ruta. Y si vemos que hace falta, buscamos una alternativa para la gente que no camina tanto. A veces, en vez de subir a una cima bordeamos el pico, o directamente tenemos un plan B como hicimos este año con el Mofrechu, que el pico lo subieron sólo los chavales más jóvenes”.
Como compensación al esfuerzo que supone la gestión de un grupo de montaña, Valdredo valora que salir a caminar te permite conocer lugares que de otra forma nunca conocerías. “¿Quién me iba a decir a mí hace treinta años que recorrería tantos lugares de Asturias y fuera de ella?, porque hemos ido hasta Málaga. Y esto te permite ir conociendo gente, porque además hay mucho movimiento, casi podría decir que un 80% de los socios que tenemos ya no son los que estaban en 2012”, explica quien descubrió la montaña casi por casualidad en 2006, el año que fundaron el grupo. “Había tenido un accidente en el trabajo en el que había perdido parte de una mano y de ahí que unos amigos me animasen a ir a hacer la Ruta del Cares con ellos. Y así empezamos, sin ir a buscarlo, y ahora cada mes tenemos al menos una ruta. Aunque ya es hora de empezar a buscar renovación, son muchos años con todo esto”.