Están presentes en muchos de nuestros alimentos, aunque probablemente el consumidor desconozca que están en su composición, como es el caso de salsas, salchichas, helados, vinos o cervezas, donde muchas veces se utilizan por su valor espesante. Hablamos de las algas… sí, sí, esas que aparecen en nuestras playas después de un temporal, que atraen a miles de moscas y luego desprenden un olor un poco nauseabundo cuando se descomponen. Como todos los universos que tenemos al lado, el de las algas, que sin duda lo es, nos pasa desapercibido, cuando son muchas las posibles aplicaciones y beneficios que nos pueden aportar. Algunas de ellas se encuentran en fase de estudio y otras ya son una realidad empresarial. En Asturias las algas son una importante fuente de riqueza que estamos empezando a descubrir.
Para empezar, he leído que son el cuarto producto pesquero de Asturias, por detrás de especies como la merluza, caballa o el bonito. En concreto, la extracción de ocle que se realiza precisamente en los meses de verano es una de las actividades más rentables de las desarrolladas por nuestra flota pesquera artesanal. Antes se utilizaba como abono para campos y huertas hasta que su uso en sectores como farmacéutico, cosmético y recientemente también en el alimenticio, impulsó una carrera por su recogida al por mayor, convirtiéndola en una importante fuente de empleo y riqueza para la región. Llegan a venderse a las fábricas a 1,60 € el kilo de ocle en seco, de ahí que lo llamen “el oro rojo”.
En Asturias tenemos una empresa -pionera en España y cuarta de Europa- que cultiva desde hace años algas laminarias autóctonas en la costa de Lastres a mar abierto, en concreto la variedad “Kombu de Azúcar”, muy apreciada en la cocina y una de las tres más comercializadas del mundo. Desde aquí, una vez que pasan por la rula de Lastres donde se certifica su origen y se garantiza la trazabilidad del producto, se distribuyen por toda Europa e incluso Japón. El kilo de este tipo de alga puesto en la cocina de un restaurante puede alcanzar los 30 €, de ahí que lo denominen “el caviar de las algas”.
Otro negocio en alza en la región también relacionado con las algas es el cultivo de las microalgas, su transformación en productos -cosmética y suplementos alimenticios- y su posterior comercialización. Hay varias empresas que desarrollan esta actividad en el Principado. Después del proceso de transformación se obtiene una pasta de color rojo, astaxantina, que es un potente antioxidante que alcanza un precio en el mercado de 18.000 € el kilo.
En fase experimental está el aprovechar las algas como materia prima para producir biocombustibles como biodiesel, bioetanol o biogás y también pellets. Poder, parece que se puede hacer, lo que no resulta es rentable por el momento.
Las algas también van encontrando su sitio día a día en nuestra gastronomía, no hasta el punto de formar parte de la compra habitual de los consumidores, pero se habla mucho de ellas y su uso se ha generalizado en la restauración de un cierto nivel. Nacho Manzano, Pedro y Marcos Morán o Lara Roguez, las incluyen en sus menús. Se pueden utilizar como verduras en menestras, salteados y guisos o bien como complementos o guarnición en pescados, además de al natural porque tienen muchas propiedades.
Asturias se encuentra en una posición única como un centro regional en crecimiento para nuevos desarrollos en la economía relacionada con el mar, en la Economía Azul. Esta nueva perspectiva económica nos abre un abanico de posibilidades para el crecimiento de la región y la generación de empleo. Asturias tiene que avanzar y surcar distintos caminos de los que llevamos recorriendo en los últimos años, y los relacionados con el mar debe ser uno de ellos. Tenemos potencial, pero hace falta más apoyos y financiación tanto pública como privada para apostar decididamente por este sector aún incipiente. Tenemos por delante un mar de posibilidades.