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miércoles 4, diciembre 2024

Los jóvenes no quieren ser albañiles… ni conductores, ni fontaneros

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La patronal de transporte en Asturias dice que nos hacen falta más de un centenar de conductores de autobús entre el transporte público y privado. Por lo visto no hay suficientes profesionales para cubrir todas las necesidades, especialmente en la empresa privada. Por esta razón, más de veinte autobuses están parados, afectan sobre todo al servicio discrecional. Patronal y autoescuelas advierten que esta falta de conductores pone en riesgo el relevo generacional; la edad media es de 52 años.

La empresa líder del transporte por carreteras, Alsa, acaba de anunciar que se ha visto obligada a reclutar conductores de Latinoamérica y Marruecos ante la falta de profesionales en España.

El sector de la construcción está viviendo cierto momento de esplendor. La compraventa de viviendas ha despegado y los trabajos de reforma y rehabilitación no hacen más que aumentar, así como las listas de espera. Los constructores asturianos reconocen que las ‘dilaciones’ van a peor por la carencia de personal cualificado y la acumulación de proyectos. La falta de albañiles obliga a una espera de hasta tres años para la reforma de una vivienda, por ejemplo. Y no sólo faltan albañiles sino también fontaneros, electricistas, carpinteros, gruistas, pintores… Escasea la mano de obra en sectores decisivos para la economía. Y todo en una región donde hay más de 60.000 personas desempleadas.

Dicen que los sueldos bajos son la causa del abandono de estos oficios. El otro día me comentaba un electricista que conozco hace años y está a punto de jubilarse, que en cuanto llegara el esperado día cerraría la empresa porque las condiciones eran duras, no se ganaba mucho dinero y sus hijos -tenía dos-, habían decidido estudiar otras cosas. “Ahora el sueldo no llega a los 1.200€; antes recuerdo que cobrábamos más, y mira que te hablo de casi cuando empecé a trabajar en esto. Cada día se exige más, se trabajan más horas y ganamos menos”, me decía.

Advierten los expertos que nos encontramos ante una crisis estructural. Muchos profesionales se han jubilado o están a punto de hacerlo y los jóvenes se han ido a otros sectores. Como esa savia nueva no se incorpore a estos sectores, en 10 o 15 años no habrá profesionales, como ya está empezando a pasar.

Hace unos meses se ponía en marcha el máster de Inteligencia Artificial (IA) de FP con una demanda que casi duplica las plazas. Varios centros de FP asturianos ofertan cursos de especialización de IA y Big Data, Ciberseguridad en Entornos de Tecnologías de la Información o Digitalización de Mantenimiento Industrial, por poner algunos ejemplos. Se han implantado también nuevos ciclos en energías renovables, animación 3D, juegos o entornos interactivos -entre otros- y las plazas están agotadas.

Mientras, los grados de FP de profesiones como electricistas, albañiles, mecánicos, no se cubren por falta de alumnos más interesados en otras disciplinas cuando el nivel de empleabilidad es de casi el cien por cien. En mi época recuerdo que muchos chavales dejaban los libros para ser albañiles y ganarse un buen sueldo; hoy es el andamio el que va por los institutos a ofrecer trabajo.

La FP asturiana está inmersa en un proceso de transformación y modernización para convertirla en uno de los ejes vertebradores de un nuevo modelo educativo que facilite la obtención de un empleo, especialmente en sectores tecnológicos, que ya está demandando el sector productivo. Y eso está muy bien, pero también hay que promocionar y apoyar estos otros sectores, y las generaciones jóvenes no solo tienen en cuenta el salario, si no que contemplan variables como la conciliación familiar o la flexibilidad de horarios… Habrá que hacer algo… ¿no?
Mientras, una manera de combatir no solo esta crisis sino también las que estén por llegar, es aprender a hacer chapuzas en casa, un poco de todo. En Internet hay miles de páginas que nos explican desde cómo colocar una lámpara, cambiar la pintura del salón, alicatar un cuarto de baño o poner un parquet flotante. ¿Cómo no hemos caído antes? ¡Que Dios nos pille confesados!

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