Andalucía sigue los pasos de Madrid y se convierte en el segundo territorio con menos presión fiscal de España. El presidente andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla acaba de presentar su reforma fiscal “para atraer más contribuyentes de rentas altas”. Se trata de la supresión del impuesto de Patrimonio, una merma para las arcas públicas de unos 95 millones de euros. O dicho de otra forma y según datos de Hacienda, es un regalo de unos 5.800€ al año a las familias más ricas andaluzas, el 0,2% de su población.
Con la supresión de este gravamen Bonilla quiere que las grandes fortunas opten por residir y pagar impuestos en Andalucía. De nada ha servido la llamada realizada por el Gobierno central y expertos economistas para mantener la armonización fiscal de impuestos entre comunidades, el presidente andaluz tenía claro que quería competir con Madrid y atraer fortunas e inversiones y así lo ha hecho. Y no es el único, el presidente de Murcia, también del PP, anuncia que reducirá el IRPF autonómico y eliminará igualmente el impuesto de Patrimonio.
Adrián Barbón, aunque comenta que no le gusta meterse en casa ajena y decir a los demás presidentes autonómicos lo que tienen que hacer, advierte que la supresión de este impuesto que es el que pagan los millonarios -los que tienen más de un millón de euros-, supondría el fin de muchas políticas sociales. En definitiva, se desmarca de esta medida.
Según datos facilitados por el propio Barbón, este impuesto recauda en la comunidad unos 25 millones de euros y dejar de ingresar esta cantidad querría decir, por ejemplo y según sus palabras, “eliminar la ayuda a la natalidad -somos de las pocas comunidades que dan una ayuda directa-, la ayuda de compra de libros o la ayuda contra la pobreza energética que beneficia a 30.000 familias asturianas”.
Además, pasa otra cosa curiosa en nuestra comunidad. Según la revista Forbes, esa que elabora el conocido ránking de millonarios, en una comparativa que hizo del nivel de atracción sobre los grandes patrimonios que tienen en España las distintas CCAA, solo Asturias junto con Madrid es uno de los territorios preferidos por estos grandes acaudalados para hacer sus negocios. Y eso sin eliminar impuestos. Por lo visto el caso asturiano es bastante singular. Según la citada revista “en Asturias se produce un hecho curioso: dos de sus ricos de origen familiar en la zona obtienen sus riquezas de empresas localizadas en Madrid. Pero, en sentido inverso, otro millonario de origen vasco mantiene su fortuna a través de sus empresas en Asturias.
Hablar con tanta ligereza de una bajada de impuestos a los ricos en plena guerra y crisis energética -el gas ha aumentado su precio un 470%- es, cuando menos, un insulto al resto de los ciudadanos, que, por cierto, somos la mayoría. Los impuestos sirven para fortalecer el Estado del Bienestar, para que haya una buena educación pública, una sanidad pública, un sistema de pensiones, una ley de Dependencia, para que haya dinero para los ERTEs, prestaciones a los trabajadores o ayudas a los autónomos, por citar solo algunas cosas.
Con los números en la mano, expertos en economía demuestran que “la bonificación del total del impuesto sobre Patrimonio además de mermar la recaudación aumenta las desigualdades entre las regiones”. Bajar impuestos de forma arbitraria para hacer regalos fiscales a los ricos es condenar al resto de la sociedad a la pobreza. Y no lo podemos permitir.