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domingo 24, noviembre 2024

Carreras con alma, la Milla de Andrés

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Me propongo escribir un artículo sobre las “carreras con alma” y me vienen a la mente varias por el Nalón, por Asturias y por España, con cientos de anécdotas y vivencias, fiascos y alegrías con personas responsables y comprometidas, pero, sobre todo: amistades.

Andrés Aguado. Milla Internacional de Infiesto
Andrés Aguado / Foto cedida por Alejandro de Ancos

Cuando escucho a Andrés Aguado, alma mater de la Milla Internacional de Infiesto, me entran ganas de llorar de emoción, los pelillos de las sienes se mueven como diciendo… estamos dialogando con una gran persona.
Nacido en Traspinedo, Valladolid, hace unos cuantos años, tantos que le permiten estar jubilado y disfrutando de sus hijos y nietos, sintiendo la desaparición de su esposa y hablando de ella con sumo cariño. Maestro que llega a Infiesto en el año 81 y al cabo de dos años ya tenía a sus alumnos del Colegio Público corriendo por los prados inmediatos y por los más lejanos, acarreándolos a los cross de Santander, Palencia o Valladolid, a la vez que iba colocando, con la misma paciencia característica de los monjes benedictinos, los primeros ladrillos del atletismo de la actualidad, pero sobre todo de la Milla Internacional de Infiesto.

“En la Milla Internacional de Infiesto se acumulaba más gente que en el día grande de las fiestas patronales. Era toda una fiesta”

Tal vez porque -esto es una hipótesis- era un “meteco”, como diría Leonard Cohen, un extranjero, una persona que tenía que esforzarse un plus, algo más que los autóctonos, para que le tuvieran consideración y no le mirasen por encima del hombro, como en la Aldea Perdida de Palacio Valdés donde los garrulos mozos de una aldea no querían que los mozos garrulos de la de al lado vinieran a cortejar a su garrula aldea. Y viceversa. Los metecos, desde la clásica Atenas a la actualidad, tenemos que demostrar lo que otros no quieren, no pueden o no lo necesitan.

Aquella milla -y esto lo viví, que no hace falta que nadie me lo cuente- colocaba en la calle Covadonga más de cinco mil personas venidas de todos los rincones de Asturias, de Santander o de las provincias limítrofes. Se acumulaba más gente que en el día grande de las fiestas patronales, pero con diferencia, todos amantes del atletismo, padres, hermanos o familiares de atletas chicos o grandes y de ciudadanos de Infiesto. Una fiesta.

Salida de las categorías menores en la Milla Internacional de Infiesto
Salida de las categorías menores / Foto cedida por Alejandro de Ancos

Cuando habla de Mariano Haro empiezan a aflorar recuerdos de visitas a Becerril, alojándose en su casa, lo mismo que de José M. Abascal, Isaac Viciosa, los hermanos Hidalgo o Juan Carlos Higuero, de Zulema Fuentes Pila, de Rocío Ríos, Bruno Toledo, Prida o del buen manager Mostaza. Una enciclopedia de atletismo llena de chascarrillos, historias reales, sinsabores y amistades profundas, de viajes a las estaciones de tren de Oviedo a recoger atletas, de viajes en autobuses medio destartalados que portaban infinidad de pequeños aspirantes a ser atleta que se miraban en los espejos del gran Juanín Puerta.

Juanín fue un gran atleta salido de sus filas -y no el único- que cuando es mencionado en la conversación se nota como se ponen vidriosos unos ojos entregados al atletismo. Su temprana muerte, en accidente, que conmocionó a todos en Asturias nos privó de muchos días de gloria y a nuestro protagonista de algún que otro sobresalto, de esos que nos atacan cuando nos disponemos delante del televisor a ver como triunfan los “nuestros”.

Juan Carlos Higuero ganando a Hierro en la Milla Internacional de Infiesto
Higuero ganando a Hierro / Foto cedida por Alejandro de Ancos

No es casualidad -no existen- que tengamos los mismos ídolos. Hemos coincidido unos días en Aranda de Duero, con otro amigo: Juan Carlos Higuero, durante la organización de su 10K y hablamos de atletismo y de aquella final olímpica con Mariano Haro, de la medalla de Abascal, de Antonio Prieto o Salgado, de Moracho o de Manolo Martínez, de José L. González o del significado de la marcha atlética en el medallero español, de la saga Fuentes Pila, de entrenamientos de los chicos. De pasión por el atletismo, de ponerle “alma, corazón y vida”.

Un buen día la Milla Internacional de Infiesto se acaba, echa el cierre, y visto lo visto en infinidad de ocasiones, algún político estuvo de por medio haciendo o dejando de hacer. Como decían del pecado en los catecismos del padre Astete, se cometen por acción u omisión; no era fútbol, pero posiblemente aquellos días asistía más gente a la Milla que en todo el año al campo de equipo local. Siempre digo que los políticos cobran, a veces en exceso, por lo que hacen bien, por lo que es su deber, pero no pagan por sus destrozos ni dejadez y mucho menos por su indolencia y ausencia de facultades para el cargo (aquí tampoco paga quien los coloca en él).
Y, en la milla de Andrés, no estoy culpando a ningún político porque no tengo datos que lo avalen.

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