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miércoles 4, diciembre 2024

Celebrar la vida pese a las dificultades

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El año pasado nos sorprendía la imagen de un grupo de soldados de los países aliados de la OTAN, entre los que se encontraban varios españoles, en un bosque de Letonia (país fronterizo con Rusia) cantando un villancico bajo la nieve. Alejados por un minuto del ruido de tanques y bombas, intentaron olvidar el drama de la guerra de Ucrania y quisieron lanzar un mensaje de paz al mundo.

Salvando las distancias, no era la primera vez que esto pasaba. En la Primera Guerra Mundial, otro grupo de soldados -por propia iniciativa- pese a las órdenes de ‘no confraternización’ decidió espontáneamente dejar la guerra a un lado para unirse al ser humano que tenían enfrente. Tropas alemanas y británicas cantaron villancicos juntos, compartieron comida y se fumaron unos cuantos cigarros, pese a las amenazas de sus superiores de castigar a quien desobedeciese. Ese episodio pasó a la historia como uno de los más solidarios que mostraron la humanidad al mundo y quedó recogido en imágenes que lo corroboran por si a alguien le queda alguna duda.

En España no estamos en guerra, pero casi. Hablar de política en nuestro país se ha convertido en una actividad de alto riesgo. Siempre ha sido delicado sacar el tema en la mesa de Navidad, no nos engañemos, pero es que este año si lo haces, te la juegas fijo.

El discurso violento está a la orden del día. La crispación se ha convertido en toda una estrategia de manipulación para hacer pensar que estás en el lado correcto, sacar a la luz lo peor del ser humano y aplastar al contrario. Dicen que una parte de nuestro cerebro está condicionada por el hecho de que durante miles de años hemos vivido formado parte de una tribu en la que lo principal era la supervivencia, y por eso tendemos a valorar más a los que están dentro de ese círculo que a los que pertenecen a otro grupo.

La crispación preocupa y mucho. Está presente en todos los ámbitos de la vida pública, desde la política hasta el deporte. El propio CIS señala que para los españoles es uno de los principales problemas en España y que constituye el abono imprescindible de todos los desencuentros, tensiones y enfrentamientos que se producen.

Cada vez es más difícil encontrarse a alguien que -pese a simpatizar más con una cosa que con otra-, entienda que todo es mejorable y que el de al lado también puede tener cosas que aportarle. Creo que como ciudadanos deberíamos de velar por no caer en este juego de manipulación porque ver a los demás como enemigos nos vuelve tremendamente vulnerables.

Me encontraba esta semana en la cola del super y cuando le desean unas felices fiestas a la señora que tengo delante, responde: “¿Quién tiene ganas de celebrar algo con la que está cayendo y la que está por venir?” Me quedé pensando en lo que acababa de decir y me entró una especie de rebeldía interior. ¿Cómo vamos a permitir que cuatro “mataos” se adueñen a la brava de un país y sus ciudadanos, y nos quiten nuestra manera de disfrutar la vida? En medio de este entorno de crispación van a brillar mucho más nuestras celebraciones: por estar vivos, por tenernos unos a otros, por tener la conciencia limpia, por seguir siendo libres amando la vida, por tener la oportunidad de descubrir cada día que las cosas que nos unen están por encima de las que nos separan, por ser coherentes, aunque eso muchas veces se pague caro… valores, al fin y al cabo, que están presentes en las personas decentes y valientes, sean de la ideología que sean, que las hay. Y eso es motivo de celebración, también por aquellos que no pueden hacerlo, por los que queremos y ya no están, por los que viven bajo el sonido de las alarmas antiaéreas y las bombas, por los que no tienen salud y, sobre todo, por los que vienen detrás.

Que nada ni nadie nos quite la libertad de celebrar la vida. Feliz Navidad.

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2 COMENTARIOS
  1. Tienes razón Mariló, gracias por recordárnoslo.
    Hagámoslo por quienes no pueden, y tengámosles muy presentes con nuestras decisiones y actitudes.

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