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viernes 19, abril 2024

Corazón partío

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Tener el corazón partío es algo más que ese desamor que tan bien explicaba Alejandro Sanz en su famosa canción, y que todos vivimos en algún momento de nuestras vidas. Allá por los años 90 unos médicos japoneses describieron por primera vez lo que en aquel momento llamaron síndrome de Tako-tsubo, que venía a ser una confirmación científica de lo que mucha gente padecía en su día a día. El curioso nombre viene de un artilugio de pesca nipón que se utiliza para capturar pulpos que tiene apariencia de un cono invertido, la misma forma que adopta el ventrículo izquierdo del corazón durante uno de estos episodios.

El cuadro clínico que presenta este síndrome es el de un infarto: dolor de pecho, falta de aire, también puede producir un daño celular, pero a diferencia del infarto no es consecuencia de una lesión en las arterias coronarias sino del estrés y suele ser de carácter reversible.

El síndrome -también denominado del ‘corazón roto’-, afecta mayoritariamente a las mujeres y está relacionado con un exceso de hormonas del estrés que lleva a la constricción de las arterias del corazón, causando una vasodilatación del músculo cardíaco. Igualito que un infarto. Si es un episodio grave puede causar la muerte y si no, -en la mayoría de los casos-, sería de carácter temporal y su recuperación podría tener lugar en unas semanas.

“Soy adicta a mi trabajo, me encanta resolver problemas, asumir retos, crear… todo me parece poco y la verdad es que disfruto con ello. Entre la actividad laboral y mis responsabilidades familiares estoy tan ocupada durante el día que apenas tengo tiempo para pensar en mí, en mis necesidades físicas y mentales que siempre dejo para el último lugar. Y ya sabemos todos en qué se traduce esto… que ese momento nunca llega. Un día tuve la sensación de haberme perdido a mí misma y eso me produjo una gran angustia”.

Este relato podría ser el de miles de mujeres que suman a su trabajo habitual, el doméstico y también el emocional. Sí, el emocional, ese que pasa tan desapercibido y no se considera trabajo; ese que te llevas a la cama y te impide conciliar el sueño; ese que genera conflictos en tu entorno y te sientes responsable de resolver: la preocupación por los demás. Un trabajo mucho más laborioso incluso que uno remunerado que se suma cada día al de las tareas del hogar.

Numerosos estudios confirman que las mujeres tienen el doble de probabilidades que los varones de padecer estrés y ansiedad grave. La brecha entre hombres y mujeres no solo es laboral también es a nivel de estrés. Ambos tenemos mucho trabajo, qué duda cabe, pero la diferencia se encuentra en la naturaleza y alcance de las responsabilidades, en cómo las desempeña cada uno y hasta dónde llega. Puedes tener un episodio de estrés en tu trabajo un día, pero ¿qué pasa cuando no es algo circunstancial y se lleva sobre los hombros de forma permanente?

El síndrome del corazón roto es poco conocido y, por tanto, poco diagnosticado ya que muchas veces se confunde con un infarto o una angina de pecho. Afecta especialmente a las mujeres mayores de 50 años y se ha comprobado que en esta afección influyen factores de estrés ambiental, el cansancio, el aumento de la tensión, los altibajos emocionales, pero a diferencia del infarto el problema se origina en el cerebro y pasa luego a afectar al corazón. Durante años se creyó que las emociones y la parte física no tenían relación, pero hoy se sabe que es totalmente falso. ¿Cómo abordar este problema?

No con tiritas, como dice la canción de Alejandro Sanz. Sí pidiendo ayuda a un facultativo, sí exteriorizando nuestras emociones, sí atendiendo a nuestras propias necesidades y sí repartiendo responsabilidades, corresponsabilidad que decimos ahora. Porque no podemos olvidar que la evolución de las nuevas generaciones y el cuidado de las personas ha de ser una responsabilidad compartida por todos: sociedad, gobiernos, organizaciones sociales, hombres y mujeres. Nadie sobra en esta ecuación y nadie ha de llevar más peso sobre sus hombros que el que le corresponde. Algo estamos haciendo muy mal y es urgente corregirlo. Es labor de todos.

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