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domingo 24, noviembre 2024

Una cuestión de fe

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La Semana Santa candasina revive año tras año la tradición transmitida de padres a hijos. Una celebración de profundas raíces marineras, donde la figura de la Virgen tiene un papel destacado.


Aunque lógicamente la Semana Santa es la misma para todos los católicos, hay determinados lugares en los que tiene unas connotaciones especiales. En Asturias hay tres especialmente tradicionales, que han sabido mantenerse en el tiempo: Villaviciosa, Luarca y Candás. Así lo explica la conocida periodista María Teresa Álvarez, candasina y miembro de la Cofradía de la Virgen del Rosario, compuesta en su mayoría por mujeres. «Nuestra Semana Santa se distingue fundamentalmente por dos cosas: la vinculación con la mar y el protagonismo de la Virgen». Así, uno de los puntos álgidos es el canto de la Salve Marinera, en la procesión del Sábado Santo, una ceremonia multitudinaria que los candasinos viven con especial intensidad. Tras el homenaje en forma de himno, la imagen de la Virgen se traslada a la sede de la Cofradía de Pescadores, en el muelle, donde la velarán toda la noche. «El hecho de que la Virgen del Rosario pase junto al mar la noche en la que Jesús ha muerto tiene mucho significado para la gente de Candás, que recuerda a las muchas mujeres que han llorado la pérdida de un hijo cerca de la mar», explica María Teresa.

Uno de los puntos álgidos es el canto de la Salve Marinera, en la procesión del Sábado Santo, una ceremonia multitudinaria que los candasinos viven con especial intensidad.

Al día siguiente, Domingo de Resurrección, la Virgen, con la cara cubierta con un velo negro en señal de duelo, procesiona hasta encontrarse con el Santísimo: es el Encuentro. La Virgen se inclina tres veces ante su hijo, y en la tercera reverencia se le retira el velo con una pértiga. El responsable de esta complicada operación fue hasta el año pasado Joaquín González. Como muchos otros en esta Semana Santa, es un cometido que pasa de padres a hijos: Joaquín tomó el relevo de su padre en el año 66 y lo cedió el año pasado a su hijo pequeño, también Joaquín. ¿Su consejo para el nuevo? «Tranquilidad, porque se pasan muchos nervios, sobre todo en los días previos. Hay que olvidarse un poco de toda la gente que está presente y tomárselo con calma». Retirar el velo a la Virgen no es broma, porque además la tradición dice que si no se hace limpiamente, la pesca de este año no será buena. «Bueno, yo soy creyente, pero eso no creo que influya mucho», reconoce Joaquín. «Y alguna vez que salió mal, nadie me dijo nada. Yo me pongo muy nervioso, antes por mí y ahora por el hijo, pero la gente se porta muy bien con nosotros».
La Salve Marinera y el Encuentro son los dos actos más conocidos, pero María Teresa Álvarez llama la atención también sobre el Vía Crucis, recuperado hace pocos años. «Quizá por la hora que es (al amanecer del Viernes Santo), no acude mucha gente de fuera, así que es un acto más íntimo de los candasinos. A mí personalmente me emociona muchísimo, y tengo una frase que es: en el Vía Crucis en Candás, viendo la luna llena sobre el mar, se abrieron mis ojos a la fe». De este modo se entrelazan la fe, la cultura y la tradición, creando una Semana Santa única.

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