Desde siempre, la Montaña Central es la ruta de entrada y salida de Asturias hacia la Meseta. Por eso, esta zona mantiene su condición de tierra acogedora, defensora de sus costumbres pero abierta a nuevos caminos.
De puertas abiertas
Los concejos de Aller, Lena, Mieres, Morcín, Ribera de Arriba y Riosa suelen ser los primeros en dar la bienvenida al visitante que decide venir a Asturias por carretera o por tren. La imagen de la Montaña Central es también la última que se lleva al abandonar la región. Muchos caminos han pasado por aquí a lo largo de los siglos, como la Vía Carisa, trazado de origen prehistórico más tarde recuperado por los romanos, o la Ruta de la Plata, que recorre el país de Norte a Sur. También el Camino de Santiago, que en una de sus ramificaciones rinde culto a San Salvador en Oviedo, lo que provoca un importante movimiento de peregrinos. Con semejante tradición fronteriza, no es de extrañar que en el siglo XVIII se planteara la carretera de Castilla, para facilitar el paso de Asturias a León, propiciada también por el auge de las primeras minas de carbón. Aproximadamente un siglo más tarde, el ferrocarril consiguió atravesar la complicada orografía del lugar, y hoy en día se cuenta con modernas autopistas, autovías y carreteras, además de varias obras en construcción, como la Variante de Pajares, que permitirá el acceso del tren de alta velocidad a la región.
El desarrollo minero e industrial, vanguardista en su momento, ha marcado el paisaje físico y humano de la Montaña Central. La mina ha dejado huellas visibles en lugares como el poblado minero de Bustiello, único en Asturias, escombreras, bocaminas, castilletes, lavaderos… Las Minas de Rioseco en Riosa son las minas de cobre más antiguas de Europa, y aún se encuentran pozos de carbón en activo en la zona.
Sin embargo, la reconversión industrial ha dado pie a nuevas opciones de riqueza. En una zona tradicionalmente ganadera y agrícola, diversas empresas, necesitadas de espacio bien comunicado en el área central asturiana, se rifan una plaza en los polígonos industriales de la zona.
El turismo destaca también como una solución viable de desarrollo económico. Lugares como Santa Cristina de Lena, joya del prerrománico asturiano declarada Patrimonio de la Humanidad, o el Monsacro, lugar de peregrinación dentro del Paisaje Protegido de la Sierra del Aramo, son visitas clásicas. Pero hay mucho más en la zona: arquitectura tradicional y de valor etnográfico, preciosos paisajes… Últimamente el turismo activo despunta como opción, ya que el lugar permite múltiples posibilidades: caza, rutas a caballo, trekking, montañismo, escalada, pesca, piragüismo, parapente. Hay que destacar especialmente el turismo de nieve, con las estaciones de Valgrande-Pajares, Fuentes de Invierno y la cercana San Isidro; y el ciclismo, que ha encontrado en el puerto del Angliru uno de sus templos. Casas y hoteles rurales, restaurantes e iniciativas turísticas varias están surgiendo por toda la Montaña Central, creando una amplia oferta de servicios.
La gastronomía es un gran reclamo, y comparte rasgos comunes con el resto de la región, de modo que aquí se pueden encontrar platos típicos como la fabada, el pote, los productos derivados de la matanza del cerdo, la ternera Asturiana de los Valles, el pitu de caleya… En la zona hay cantidad de ríos trucheros, lo que por fuerza ha de notarse en la gastronomía, y se pueden degustar platos clásicos como el cordero, que incluso cuenta con su propia fiesta preparado a la estaca. De postre, arroz con leche, casadielles y frixuelos, pero además en la zona encontramos suspiros de Pajares, unas deliciosas galletas caseras, y el Panchón, un postre tradicional del concejo de Aller preparado con base de cereal de escanda. El recorrido gastronómico no puede estar completo sin probar alguno de los quesos del lugar: el Afuega’l Pitu, con Denominación de Origen, el Quesu de Urbiés, el Quesu de Vexiga o el Quesu Podre.
Las numerosas fiestas populares y gastronómicas que salpican el calendario de la Montaña Central pueden ser un buen motivo para acercarse a conocer cualquiera de los concejos que la componen, aunque es bien cierto que no hacen falta excusas para venir de visita. Durante todo el año los numerosos caminos que comunican la Montaña Central con el resto del mundo permanecen abiertos. Siempre hay algo que hacer aquí; algo que visitar, algo que probar y, cuando volvamos, algo que contar. §