“La inocencia rompiéndose con el crujido de las bisagras de esa puerta”
Sentí esa mirada perdida cuando miré a mi padre por última vez. Él no quiso devolverme la mirada, quizás por no arrepentirse de esa decisión de hacerme un hombre saltándose la infancia que cada noche me prometía que yo no iba a vivir.
Mis pasos eran débiles en valentía y audaces en la cobardía de escaparme al anochecer; esa mujer seguía diciendo mi nombre con aquella voz carcomida por el calor de hojas enrolladas.
¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?
¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!
Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0
Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.